Para los objetivos de este balance historiográfico sobre los movimientos estudiantiles, el cuarto capítulo resulta ser el de mayor interés, ya que es allí donde la autora se pregunta por la participación de los estudiantes en la compleja urdimbre de poder que da forma a la Universidad de Cartagena. Si bien los datos muestran información factual no difundida de archivos de prensa e institucionales, los sucesos se organizan cronológicamente, aunque, de cierta manera, en deuda con un análisis de esta información factual. Como la autora no dialoga propiamente con los enfoques teóricos de los movimientos sociales, queda para futuras investigaciones analizar la interacción política de los estudiantes, las autoridades universitarias y los proyectos mismos de la universidad, al igual que explorar en mayor profundidad las tendencias ideológicas de los estudiantes o la descripción de sus prácticas culturales. El contraste razonado de estas variables permitirá ir más allá de la relación propuesta entre la tesis de Foucault utilizada para hilvanar la información recabada y los resultados propiamente obtenidos, que se dirigen a una conclusión, en sí misma, evidente: los estudiantes establecen relaciones de poder en el interior de la universidad con los otros actores que ya se encuentran allí.
Otro de los casos investigados que se considera oportuno referir en este balance es el de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia [Uptc] con sede en el departamento de Boyacá. Para obtener el título de magíster en Historia, la profesora Angélica Parra Báez85 realiza una investigación sobre los movimientos y los conflictos en la Uptc durante la década del setenta. En este trabajo se destaca la intención de articular tres dimensiones del movimiento universitario: las tendencias educativas, las acciones del estudiantado y la organización y movilización profesoral. El eje unificador de estos ámbitos es la noción de conflicto social, que interactúa con los diferentes estamentos universitarios. La investigación se estructura a partir de la relación que tienen los acontecimientos de la Uptc con los contextos nacionales e internacionales de la década, especialmente la ola de protestas que representa para el mundo el año de 1968 y su impacto en el siguiente decenio.
Más allá de la valoración inherente de abordar un caso no estudiado hasta el momento, el trabajo de Angélica Parra requerirá de un mayor análisis y una más amplia descripción de los conflictos acaecidos en la Uptc. La casuística de las protestas, protagonizadas por los estudiantes, incurre en la anécdota de conflictos menores que no se interrelacionan con otras protestas en el país ni con la posible existencia de un movimiento estudiantil. En alguna medida, esto se explica por la noción tan amplia utilizada de conflicto, más cercana a una reflexión psicológica y jurídica, especialmente cuando trata las estrategias de resolución de conflictos desde el conocimiento jurídico. En cuanto a las fuentes, es interesante la revisión que la autora hace del archivo histórico de la Uptc, pese a que no contrasta esta información con la prensa local o nacional o con la documentación proveniente de los diversos grupos políticos que existen en esa universidad. En su lugar, prioriza las actas de los consejos de la institución, resoluciones y correspondencia entre docentes y directivos, complementadas con algunas entrevistas a profesores pensionados. En el trabajo no hay alusión a protestas anteriores a los años setenta ni explicaciones referidas al acontecer político, social o cultural de los conflictos universitarios en la ciudad de Tunja.
Más recientemente, en el último encuentro de la red de investigadores Vendimia, realizado en Boyacá en el año 2010, el profesor José Abelardo Díaz presenta un interesante trabajo que abre nuevas perspectivas del análisis sobre el movimiento estudiantil en Colombia86. Díaz rehace la manera como diferentes grupos sociales se apropian de los acontecimientos del 8 y del 9 de junio, hito fundacional en la memoria colectiva del movimiento estudiantil en Colombia. Recurriendo a una argumentación clara y precisa y a un acertado soporte documental, el texto propone una nueva manera de pensar y hacer la historia del movimiento estudiantil, sobre todo en un campo poco explorado como es la apropiación y la construcción de una memoria social. Una memoria que, de acuerdo con Díaz, no solo es reivindicada por los estudiantes, sino por tendencias políticas de todos los partidos.
No obstante, el contraste entre una memoria “desde arriba” y otra “desde abajo” no se desarrolla en el texto. Las diferentes significaciones sobre la muerte de Bravo Pérez debieron situarse en el contexto propio de la época, a propósito del estatus social que ocupa el estudiante universitario en aquel momento. Por otro lado, el escrito no muestra cómo las primeras organizaciones estudiantiles emplean y representan estos sucesos, para así exponer las tradiciones creadas en la memoria social en referencia a este universitario caído en una movilización estudiantil. Así mismo, el texto también requiere definir qué se entiende por memoria social y ampliar las variables y los conceptos de lo que se entiende como lugares de memoria.
Los estudios sobre la movilización y la protesta estudiantil en Colombia se dirigen, en su mayoría, a procesos organizativos, luchas y avatares que tienen como centro las universidades públicas de las principales ciudades. De esta manera, la investigación social está en deuda con la ola de rebeldía estudiantil de los años sesenta y setenta que se expresa en las universidades privadas. La ausencia de estudios historiográficos llega incluso hasta la misma Universidad de Medellín, en donde el 28 de julio de 1966 se inicia una huelga por parte de los estudiantes que terminaría arrojando como resultado la creación de una nueva universidad bajo la filosofía de los huelguistas. Este hecho se da debido a la expulsión de los estudiantes y los profesores que la promueven para demostrar solidaridad con las luchas que gestan en la Universidad de Antioquia, pero también por coyunturas internas como la ilegitimidad que adquiere el rector de esa época a causa de que su hoja de vida no le otorga los méritos suficientes para ejercer el cargo. No obstante, del fracaso de este movimiento de protesta en la Universidad de Medellín surge la fundación, por parte de estos mismos expulsados, de la Universidad Autónoma Latinoamericana [Unaula], que aún hoy funciona bajo un sistema de cogobierno entre directivos, profesores y estudiantes. Estos actos permiten visibilizar la protesta universitaria como una nueva expresión social que va más allá de la universidad pública.
Debido a la ausencia de investigaciones de este tipo, el texto editado por la Universidad Libre en el año 2001 sobre el movimiento estudiantil en esa casa de estudios es único en su género para el caso colombiano. Con un tono comprometido, el trabajo investigativo en cuestión pretende reconstruir episodios del acontecer histórico del movimiento estudiantil de la Universidad Libre en sus setenta y cinco años de historia87. La investigación se estructura de manera cronológica desde la década del veinte hasta finales de los años ochenta. En este recorrido subraya lo que a juicio de los autores son los hitos y las luchas más importantes de los estudiantes unilibrinos. La tesis central defendida en toda la obra sostiene que los estudiantes de la Universidad Libre contribuyeron de manera decisiva a la construcción de la institución, caracterizada por el pensamiento libre y la promoción de un compromiso con los problemas universitarios y sociales.
Si se trata de hacer una valoración historiográfica de la obra, habría que decir que sus diferentes apartados son desiguales. De un lado, el proyecto no nace como una investigación propiamente histórica, sino como un ejercicio de recuperación de la memoria de las luchas estudiantiles de esa universidad. Por otra parte, los responsables del proyecto, pertenecientes al Centro de Investigaciones Sociojurídicas de la Universidad Libre, no profundizan en el análisis histórico. Aunque el texto lo firman todos los integrantes del grupo de investigación, se infiere que los capítulos son elaborados por personas distintas. De esta manera, la estructura final del libro conduce a la repetición de hitos, sobre todo en los denominados “contextos históricos”.
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