Brianna Callum - Reescribir mi destino
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En medio de dudas, temores e incertidumbres, Caeli deberá tomar las riendas de su vida y reconstruir su alma rota. Solo entonces podrá reescribir su destino.
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Tras dejar las maletas en los dormitorios y ponerse ropa cómoda –Leandro había asistido a Bastian en la tarea–, los hermanos se reunieron en la cocina para tomar un almuerzo ligero y resolver los pasos a seguir.
–Basty, ¿te acuerdas de Lola, mi profe de yoga? –le preguntó Daniela.
–Ajá, me acuerdo –confirmó él. Dani conocía a Lola desde hacía más de doce años y siempre habían sido muy buenas amigas además de ser alumna y profesora, por lo que Bastian la recordaba muy bien–. ¿Qué pasa con ella?
–Le conté que volvías a Ostuni y que tenías que completar tu tratamiento, así que hace unos días me pasó el dato y las mejores referencias de un centro de rehabilitación. Dice que los médicos y terapistas son absolutamente profesionales y que el lugar está muy bien equipado. Ella lo conoce bien porque allí la atendieron cuando se fracturó la muñeca.
–Bueno, entonces nos quedamos con ese lugar –estuvo de acuerdo. Llegar al hogar de su infancia, sumado al acompañamiento constante y cariñoso que le brindaban sus hermanos, habían obrado de manera favorable en el estado de ánimo de Bastian. Esto, junto a su deseo de no volverse una carga para nadie, lo habían hecho tomar conciencia de la importancia de su tratamiento y de su propia colaboración–. Es preferible recurrir a donde ya nos han dado referencias y no estar buscando a ciegas –completó, inducido por un pensamiento práctico.
–Yo estoy de acuerdo. Para mí, si lo dice Lola es palabra santa. Aun así, si no te convence el lugar puedo pedir otras referencias en el trabajo –Daniela había hecho un secretariado. Tras graduarse y después de pasar por dos empleos sin demasiada relevancia, había ingresado como secretaria en una clínica de la ciudad. Llevaba allí cerca de ocho años, por lo que contaba con varios contactos dentro del rubro de la salud.
–Seguro estará bien, Dani. Quedémonos con ese.
–Bien. Entonces, por mi parte sugiero telefonear al centro ahora mismo para pedir cita y no dilatar más la espera respecto a tu rehabilitación. También, como ya lo hablamos anteriormente, debemos pedir el asesoramiento de una terapista ocupacional. Porque con el sentido común podemos darnos cuenta de alguna cosa puntual, pero nadie mejor que una profesional, que lidia con estos temas a diario, para que nos indique de manera concienzuda qué modificaciones hay que hacer en la casa.
–Sí, en eso estábamos todos de acuerdo –asintió Bastian.
–Bueno, entonces no hay nada más que decir. Llamemos ya –indicó Leandro.
–¿Quién lo hace? –quiso saber ella.
–Hazlo tú, por favor –pidió Bastian, que a pesar de mostrarse más colaborativo, tenía pocas ganas de lidiar con esas cosas.
Quince minutos después, ya tenían cita en el centro de rehabilitación y una entrevista con la terapista ocupacional. Ella los visitaría el lunes siguiente, después de que Bastian tuviera su primera sesión en el centro.

Lunes, 20 de febrero de 2017
–Hola, Bastian. Mi nombre es Daniela, y soy la terapista ocupacional que te asignó el centro de rehabilitación –se presentó la recién llegada.
–Buenas tardes, Daniela... –respondió el saludo estrechando con firmeza la mano de su interlocutora. Con una media sonrisa añadió–: Te llamas igual que mi hermana –la señaló con una inclinación de cabeza. La aludida y Leandro también estaban presentes en la sala; de hecho, habían sido ellos quienes habían recibido a la profesional en la puerta. Daniela por haber acudido al llamado del timbre, y Leandro por haber llegado justo en ese momento de hacer unas compras. El ingreso a la sala lo habían hecho los tres juntos tras los saludos y presentaciones de rigor.
–¡Sí, me acabo de enterar! –exclamó con una sonrisa franca.
Tomaron asiento. Daniela Berardi fue hasta la cocina en busca de café. Hablaron de temas triviales hasta que otra vez estuvieron los cuatro reunidos. Solo entonces la terapista ocupacional inició la conversación con el tema que los convocaba.
–Debes saber que en nuestro centro de rehabilitación todos los profesionales trabajamos de manera mancomunada con un solo objetivo: que alcances la mayor recuperación posible en todos los aspectos en función de tu lesión. Y con esto me refiero a que logres mayor independencia y bienestar físico y psíquico. Es por esto que no solo trabajará contigo un equipo de kinesiólogos, también lo hará una psicóloga y terapistas. Entiendo que esto mismo deben habértelo explicado cuando acudiste al centro esta mañana, ¿verdad? –quiso asegurarse la profesional. Aguardó la respuesta con la mirada fija en el paciente, mientras se acomodaba detrás de la oreja un mechón de su larga cabellera pelirroja.
–Así me lo han comunicado, sí. Y me parece bien –recalcó él.
–Perfecto, Bastian –revisó los apuntes que llevaba en su carpeta, entre ellos el cuestionario que el paciente y sus familiares habían completado en su visita a la clínica. En el cuestionario se hacía mención a las “actividades básicas cotidianas”, y “actividades de la vida diaria”, y el grado de dificultad que cada una de ellas significaba para el paciente, clasificadas con el siguiente rango: puedo, no puedo, con ayuda, sin ayuda–. De acuerdo a tu historia clínica y a la evaluación integral que te realizaron en el centro esta mañana, los kinesiólogos que te asignaron son César y Rita. También iniciarás terapia psicológica con la licenciada Ciampo, y yo seré tu terapista ocupacional. ¿Vamos bien hasta aquí?
–Sí –aseguró él.
–Bien. Sigamos, entonces. Mi función, entre otras cosas, es la de hacer un análisis detallado de tu casa y de tu lugar de trabajo, y determinar las adaptaciones a realizar. ¿Cuál es el objetivo de esto? Que puedas volver a ser una persona autónoma.
–Bueno, esta es la casa –Bastian abarcó con un ademán todo el recinto–. Respecto al trabajo, en este momento estoy desempleado... –hizo una pausa para mantener controlada la mixtura de emociones negativas que lo invadían cada vez que algún detonante le recordaba todo lo que había perdido tras el accidente. Aflojó las manos, que había apretado en puños sin darse cuenta y en su lugar se centró en el recuerdo de la conversación que había tenido con sus hermanos acerca de su posible futuro laboral–. La realidad es que tengo para un buen tiempo de tratamiento y, en estas condiciones, dudo que me resulte sencillo encontrar un empleo. Al respecto, con mis hermanos creemos que podría abrir aquí mismo mi estudio contable y trabajar de manera independiente.
–Es una idea excelente, Bastian. En principio puedo decir que es un puesto de trabajo que, tomando las medidas pertinentes, podrías desempeñar muy bien. Eso sí, vamos a recorrer la casa y a determinar qué ambientes son los adecuados para esto, ¿de acuerdo? Y, por supuesto, como les dije antes, les indicaré todas las adaptaciones a realizar, necesarias para que desarrolles de manera independiente tanto tus actividades básicas cotidianas y actividades de la vida diaria, como las relacionadas con tu trabajo.
–¡Gracias, tocaya! –exclamó Daniela con entusiasmo–. Te aseguro que haremos todas las modificaciones que nos indiques para que Basty pueda desenvolverse sin problema.
–Perfecto –cerró la carpeta pero mantuvo un lápiz y el cuestionario de Bastian a mano–. Entonces, si les parece bien –se puso de pie–, podríamos iniciar el tour por la casa –sonrió con amplitud.
–¡Estupendo! –clamó Daniela. Leandro y Bastian asistieron con la cabeza, aunque Bastian prefirió permanecer en la sala mientras el grupo realizaba el recorrido.
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