Relatos de amor entre mujeres, del siglo XVIII al XX
Traducción de Eva Gallud y Gloria Fortún
Prólogo de Gloria Fortún
Primera edición: noviembre de 2020
© de la traducción de Allí y aquí ; Desde mi muerte ; Dos amigas ; Felipa ; La señorita Piell y la señorita Cueero ; Lilas ; Martha y su señora ; Max, o el retrato ; Mi aparición , y Tommy es poco sentimental : Eva Gallud
© de la traducción de Anhelo del corazón; El hombre que se creía una mujer; La esposa inexplicable; La puerta que se cerraba , y Natalie : Gloria Fortún Menor
© del prólogo: Gloria Fortún Menor
© Natalie de Alice Dunbar-Nelson ( The Works of Alice Dunbar-Nelson: Volume 3 , Oxford Publishing Limited, 1988). Reproduced with permission of the Licensor through PLSclear
El relato Lilas de Kate Chopin, publicado en el volumen Cuentos completos (Páginas de Espuma, 2020), ha sido incluido con el permiso de la editorial
© de esta edición: Dos Bigotes, A.C.
Publicado por Dos Bigotes, A.C.
www.dosbigotes.es
ISBN: 978-84-121428-7-7
Depósito legal: M-26467-2020
Impreso por Kadmos
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Diseño de colección:
Raúl Lázaro
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Todos los derechos reservados. La reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier medio, deberá tener el permiso previo por escrito de la editorial.
El papel utilizado para la impresión de «Amigas» es cien por cien libre de cloro y está calificado como papel reciclable.
Impreso en España — Printed in Spain
Prólogo
Mary Eleanor Wilkins Freeman
Dos amigas
Sarah Orne Jewett
Martha y su señora
Kate Chopin
Lilas
Constance Fenimore Woolson
Felipa
Alice Brown
Allí y aquí
Sui Sin Far
Anhelo del corazón
Willa Cather
Tommy es poco sentimental
Jane Barker
La esposa inexplicable
Rose Terry
Mi aparición
Gertrude Stein
La señorita Piell y la señorita Cueero
Angelina Weld Grimké
La puerta que se cerraba
Alice French
Max, o el retrato
Alice Dunbar-Nelson
Natalie
Elizabeth Stuart Phelps
Desde mi muerte
Anónima
El hombre que se creía una mujer
Los textos literarios están vivos. Quizá es precisamente en esta idea donde habita la magia que los convierte en arte: siempre tienen algo nuevo que decirnos. La forma de leer un mismo relato (¡y de traducirlo!) cambia a lo largo del tiempo, ya que descubrimos facetas ignoradas con anterioridad debido a que su lectura se ha realizado bajo determinados supuestos (el heterosexual, por ejemplo) o porque ni siquiera ha existido hasta hace poco más de un siglo el lenguaje para nombrar lo que latía en aquellos párrafos.
Desde los años sesenta, las académicas feministas han puesto en cuestión el canon literario pretendidamente universal, y lo han hecho escuchando sus silencios y cultivando la genealogía para sacar a la luz a las escritoras que fueron desterradas al país del olvido. Asimismo, han analizado la forma en que los escritores varones han caracterizado a sus personajes femeninos, demostrándonos con su labor que la literatura es un diálogo constante entre distintas obras y entre las obras y quienes las leen.
El acto de leer está pues atravesado por las intersecciones que nos recorren —raza, género, sexualidad, clase social— y por tanto nunca es neutral. El modo de leer desde un prisma lésbico añade la posibilidad de que entre dos mujeres haya deseo sexual, amor o pasión, se explicite en el texto o no. Estamos, no obstante, ante una categoría problemática. ¿Cómo incluimos relatos en ella cuando el sexo no es siempre evidente y a veces ni siquiera tiene lugar? Además, la identidad lésbica no debería basarse únicamente en el acto sexual, pues a veces dos mujeres pueden sentir amor o atracción la una por la otra sin que tenga por qué concretarse con una relación física, lo mismo que ocurre con la identidad heterosexual. Podríamos decir que la respuesta está en su recepción. Un texto es lésbico si quien lo lee decide leerlo como tal.
Resulta sorprendente —y al mismo tiempo no— la falta de una tradición literaria del amor entre mujeres, cuando sí que podemos hallarla en lo que respecta a las relaciones homosexuales entre hombres. Además del supuesto heterosexual bajo el que se han leído los textos de autoría femenina, no debemos olvidar el enorme esfuerzo que han hecho los críticos literarios para negar la existencia lesbiana. Uno de los casos más llamativos es el de los poemas de amor de Emily Dickinson a su cuñada Susan Gilbert, atribuidos hasta hace no mucho a distintos hombres —todavía hay quien lo mantiene, extraño empeño— a pesar de su obviedad lésbica. Si quien leía estos poemas, o piezas de ficción como las que recopilamos en este volumen, tenía la sospecha de estar ante una historia de amor entre mujeres, le resultaba muy difícil corroborarlo buscando en las biografías de sus autoras, pues su lesbianismo solía ser omitido para salvar su reputación, o más bien, para salvar la reputación de la heterosexualidad obligatoria. Las propias autoras han codificado en muchos casos sus textos para que estos pudieran pasar la censura patriarcal, seguramente con la intención de que solo fueran reconocidos por aquellas embarcadas en relaciones similares.
La historiadora estadounidense Lillian Faderman fue, con su estudio Surpassing the Love of Men , de 1981, pionera en tratar de establecer esta tradición lésbica mediante la relectura de escritoras que hasta ese momento se habían considerado heterosexuales, «muy amigas», solteronas… Las relaciones intensas entre mujeres se habían vivido sin asomo de culpa hasta su verbalización como anormales por parte de los sexólogos que desplegaron sus teorías a finales del siglo XIX. Krafft-Ebing, Havelock Ellis y compañía hicieron de estas preferencias una patología que debía curarse. La permisividad anterior a esta época (Faderman encuentra textos lésbicos explícitos de ficción anglosajona que se remontan al siglo XVII) puede deberse a que las mujeres eran consideradas asexuales, además de que las relaciones entre ellas tendían a trivializarse, siempre y cuando no amenazaran el estatus y los privilegios de los hombres de sus vidas.
La amistad entre mujeres, tan variopinta, tiene consecuencias políticas. La intimidad entre mujeres —no desear a los hombres, no necesitarlos— es aún más transgresora. Se trata de lo que la poeta e intelectual Adrienne Rich denomina continuum lesbiano : una definición más amplia y menos limitada del lesbianismo que tiene que ver con el hecho de que las emociones, afectos y deseos más fuertes de las mujeres estén dirigidos a otras mujeres. Antes del siglo XX estas afinidades se describían como las de dos almas gemelas, amigas sentimentales o matrimonios bostonianos, esto último en alusión a las damas que vivían juntas en la Nueva Inglaterra decimonónica. Esta es la amistad romántica que encontraremos en este libro.
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