Harald ejercía sus funciones en el departamento comercial de la delegación sueca en Berlín. Su tarea consistía en resguardar los intereses de las empresas suecas que mantenían relaciones comerciales con Alemania. En esa área tuvo que enfrentarse a un nuevo escenario: funcionarios de esas empresas eran detenidos y acusados de espionaje, y solo sus empleadores –no su Gobierno a través de la Embajada– estaban en condiciones de hacer algo por ellos.
Se prepara el traslado a Noruega
Mientras la guerra comenzaba a cambiar de carácter con las dificultades del Eje en el frente oriental, la vida social de Alemania mantenía un ritmo festivo. A inicios del verano, Edelstam y su esposa se muda a las afueras de la capital. Poco tiempo tendrán para gozar del idilio suburbano. En septiembre del 42 se enteran de su inminente traslado a Oslo. A la sazón, Harald Edelstam ya ha dado muestras suficientes de su tendencia a trabajar al margen de la tradición del cuerpo diplomático sueco. La correspondencia entre él y sus jefes sugiere que la decisión de trasladarlo a Noruega responde a un criterio disciplinario. Edelstam, que en un principio se resistió, terminó por aceptar el cambio y en el otoño de 1942, se trasladó con su mujer a Oslo. Al parecer, era consciente de que su nueva asignación era una suerte de represalia por una manera de entender el trabajo diplomático que él no estaba dispuesto a transar. Para entonces, ya habían comenzado los bombardeos masivos de los aliados sobre el territorio alemán, aunque en pequeña escala. La catástrofe de las tropas invasoras en la Unión Soviética era un hecho consumado y el general Rommel iniciaba su retirada del norte de África. Sin embargo, Noruega seguía siendo dominada con mano de hierro.
Y será entonces, cuando Harald Edelstam llevará a cabo algunas de sus mayores y más osadas acciones, las que serán, no obstante, despreciadas y condenadas al olvido por . Según Mats Fors, solo treinta años después, cuando el diplomático ocupe las portadas de los medios más importantes del mundo a propósito de su trabajo en Chile, durante los primeros meses de la dictadura de Augusto Pinochet, su intervención en Noruega será reivindicada por la política sueca como un episodio fundamental de la lucha contra el fascismo.
5J. Sandquist, Un héroe sueco.
6J. Sandquist, Un héroe sueco.
7Equivalente a un servicio de inteligencia. En el caso sueco, una agencia estatal independiente.
8H. Edelstam, según cita en M. Fors, El clavel negro , 2009.
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