- A Dolors Carrera, que siempre encuentra las palabras adecuadas, y a Assun Balló, por estar ahí en momentos tan difíciles.
- A Bernat Saguer, amigo de Pol; a Montse Felip y Àlex Saguer, padres de Bernat; a Sira Sureda, que hizo su trabajo inspirada en el proceso vivido en L’Aulet; a Lourdes Ruiz, Anna Parramon, Sònia Artacho y Teresa Díez, por poner palabras a sus pérdidas.
- A Quim Paredes, familiar de Jana, que nos grabó y editó las dos despedidas con una gran delicadeza y sensibilidad.
- A todas las personas que dedican una parte de su tiempo a acompañar en el dolor.
También:
- A los Servicios Territoriales del Departamento de Educación de Girona.
- A los Servicios Educativos del Baix Empordà y del Pla de l’Estany.
- A los siguientes centros educativos por la confianza de permitirme acompañarlos en momentos de mucho dolor por la muerte de una persona de la comunidad educativa. La diversidad y complejidad de muchos casos, las consultas y dudas que hemos ido comentando a lo largo de las sesiones, han ido perfilando la publicación que tenéis en las manos:
Escuela Quermany, de Pals; CEE Els Àngels, de Palamós; Escuela Ruiz Giménez, de Palamós; Escuela El Portitxol, de L’Estartit; Escuela Pi Verd, de Palafrugell; Escuela Terraprims, de Camallera; ZER Tramuntana (Alt Empordà); ZER Empordanet-Gavarres (Baix Empordà); Escuela Pere Rosselló, de Calonge; Escuela Mas Clarà, de La Bisbal; Escuela La Draga, de Banyoles; Escuela Alzina Reclamadora, de Fontcoberta; Escuela Carles de Fortuny, de Esponellà; Escuela L’Auró, de Barcelona; Instituto de La Bisbal d’Empordà; Escuela L’Aldric, de Cassà de la Selva; Instituto Pere Alsius, de Banyoles; Escuela Vedruna, de Palafrugell; Colegio Montessori-Palau, de Girona; Escuela Baldiri Reixach, de Sant Feliu de Guíxols; Escuela Cor de Maria, de Olot; Escuela Dr. Arruga, de Begur; Escuela Sol i Vent, de Vilafant; Instituto Narcís Monturiol, de Figueres; Escuela Vedruna Gràcia, de Barcelona; Escuela Aneja-Joan Puigvert, de Girona; Escuela Carrilet, de Palafrugell...
- Y un agradecimiento especial a las familias que han asistido a sesiones específicas organizadas por los centros educativos, las asociaciones de familias o los ayuntamientos.
Han colaborado en esta publicación:
Nines Agüero
Dolors Carrera
Bernat Saguer
Montse Felip y Àlex Saguer
Sira Sureda
Anna Perramon y Lourdes Ruiz
Teresa Díez y Sònia Artacho
Prólogo
Es con agradecimiento como escribo estas palabras de presentación de El centro educativo de duelo, un esfuerzo pionero por ofrecer recursos prácticos, una guía y ejemplos reales para docentes, educadores, padres y familias que afrontan el duelo en la escuela. Es una recopilación esencial porque está hecha desde el rigor con que recoge la literatura existente sobre el tema, pero también desde la sensibilidad que da saber de primera mano lo que es estar frente a esa situación, por la experiencia de haber acompañado y estar acompañando regularmente en estas situaciones que la autora, Àngels Miret, nos va mostrando a lo largo del texto y de los ejemplos vividos.
Desde el Servicio de Apoyo al Duelo de Girona, hace ya veinte años que hicimos las primeras intervenciones en escuelas afectadas por la muerte de un alumno o de un profesor. Recuerdo perfectamente la sensación de inseguridad de estar asesorando solo desde la buena voluntad, recogiendo información de acá y de allá, la poca que había en aquel momento, sobre cómo ayudar al profesorado y a las familias. “¿Cerramos la escuela?”, “¿Cómo debemos afrontarlo mañana en las aulas?”, “¿Seguimos con todo igual?”, “¿Qué hacemos si un alumno quiere hablar de ello o se desborda?”. Como experta en duelo sé que el aula se tiene que convertir en un lugar terapéutico para el niño o adolescente, y que para esta tarea el maestro necesitará todo el apoyo posible que le ayude a responder a las diferentes situaciones con que se encontrará. Al mismo tiempo, tendrá que ejercer de modelo de cómo una persona adulta responde ante el sufrimiento de las pérdidas de la vida. Este texto, fruto del trabajo, la implicación y la profesionalidad de la autora, es una respuesta a la demanda por parte de los docentes y profesionales del duelo de más formación en este ámbito.
El acontecimiento más trágico que una escuela puede afrontar es la muerte de un alumno o de un profesor o el sufrimiento de un niño que ha perdido a un ser querido. En el centro del trabajo del duelo en las escuelas hay mucho más que un paquete de consejos y guías sobre cómo afrontar la situación lo mejor posible. La verdadera esencia de esta tarea es la formación emocional de nuestros alumnos, la preparación para la vida y sus pérdidas, abordando el sentido del sufrimiento y de las relaciones, y a la vez la voluntad de la escuela de mostrar el modelo colectivo de cómo una comunidad ha de responder frente a estas situaciones difíciles, pero al mismo tiempo naturales, de la vida.
Todavía me resuenan las palabras de una madre hace más de quince años: “La escuela ha cerrado estos días, solo un maestro ha venido al funeral de mi hijo y me han dado sus cosas en una bolsa de plástico”. Cuando el sufrimiento y el miedo de vivirlo o acompañarlo no nos paraliza, la escuela puede convertirse en un lugar sagrado donde las familias, los compañeros y la comunidad pueden encontrar el apoyo que necesitan, compartir el sufrimiento natural que sienten y hallar el calor, el confort y la red comunitaria indispensables para que el duelo sea lo más saludable posible. Este libro será sin duda una excelente contribución a que ello se haga realidad.
Alba Payàs Puigarnau
Introducción
Las escuelas y los institutos son unos espacios sociales vitales en nuestra sociedad. En estos pequeños o grandes edificios suceden muchas cosas a lo largo del día, del curso, de los años: situaciones de aprendizaje, de convivencia, de socialización, así como buenos momentos que recordamos con emoción y otros que tal vez preferimos olvidar. Pero los años y las vivencias que hemos compartido (sean buenas o no) nos dejan una impronta emocional para el resto de nuestras vidas. Y en los centros escolares se viven también momentos de tristeza y de duelo por diferentes pérdidas, ya sea por muerte, accidentes, enfermedades, divorcios, cambios de centro o de país, etc.
La publicación que tenéis en las manos pretende ser una ayuda para estos momentos, pero sobre todo para concienciar acerca de la importancia de tratar el tema de la muerte, el duelo y las pérdidas preventivamente y con naturalidad en las aulas.
“Estamos de duelo” era la frase que les decía a las personas ajenas al centro cuando venían a la escuela durante aquellas semanas de la primavera de 2007. Era una necesidad, no podíamos hacer como si nada hubiese pasado. En solo cinco semanas, Jana, de P3, y Pol, de 4°, habían fallecido. Toda la comunidad educativa estaba profundamente triste.
Una vez pronunciada esta frase, las personas podían expresar su condolencia y mostrarse empáticas con nosotros, entender reacciones, miradas, actitudes... Y nosotros nos sentíamos mejor.
La experiencia vivida se ha ido enriqueciendo con el paso de los años: hemos ido poniendo nombre a las emociones, recuerdos a las vivencias, palabras a las experiencias…
Por el camino, hemos ido aprendiendo de otras pérdidas. El abanico se ha ido abriendo, como la vida.
El material que ahora tenéis en las manos se ha ido cociendo a fuego lento, como los procesos de duelo. Es un material muy sensible, que había que tratar con la mayor delicadeza. También se ha ido enriqueciendo con las valiosas aportaciones y experiencias que han ido surgiendo a lo largo de diversos talleres de formación para docentes y en los asesoramientos realizados a diferentes claustros desde 2008. Todos ellos han agradecido el apoyo recibido, que les ha ayudado a afrontar las pérdidas que han sufrido. En su momento, el apoyo del Servicio de Duelo de Girona, y en concreto el asesoramiento de Alba Payàs, nos ayudó a organizar unas despedidas (la de Jana y la de Pol) que todos y todas los que las vivimos tenemos grabadas en nuestro corazón. Nuestro más sincero agradecimiento.
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