Cielo Montiel - El ritual del vampiro

En la playa hacía calor, pero adentro la caverna era fría. Mantener la hoguera encendida no solo la iluminaba, también la protegía de la humedad.

Aquel hombre de pronto calmó su mal genio, se quedó pensativo, en silencio.

Miró su copa de vino, bebió otro sorbo y sonrió… y pensó…

“¡Qué bella mujer! ¡Nunca había visto a una mujer tan perfectamente hermosa!”.

“¿Quién será?”.

Fui un imbécil en tratar de acercarme a ella. Arriesgué mi piel y me quemó el sol. Fue un impulso estúpido tratar de tocarla, nunca me pasó algo así. Y lo más gracioso, me sentí como un hombre, olvidé que soy un monstruo.

Menos mal que ella estaba parada cerca del agua, las olas mojaban sus hermosos pies y pude zambullirme hacia la profundidad del mar y salvar mi dignidad.

“Fue un momento de debilidad, hace mucho tiempo que estoy solo”, pensó.

Cel rãu cerró sus ojos, imaginó, casi sin poder evitarlo, que besaba la boca de aquella mujercita. Recordar el cuerpo hermoso de la muchacha lo excitó inmediatamente. Hacía mucho tiempo que sus deseos estaban casi extintos en su cuerpo. Bloqueó sensaciones, pero tenía mucho de humano.

“¡Es una turista! — pensó—. No la volveré a encontrar, seguro anda de paseo, como todas las personas que han visitado estas playas. Vienen, curiosean y luego desaparecen”.

“Mañana saldré de cacería, necesito provisiones”.

Trató de relajar su cuerpo, pero no lo logró. Sentía deseos de conocer a aquella mujer. Fue extraño que una insignificante turista de pronto lo excitara tanto con solo verla.

“ ¡No le daré importancia a estos pensamientos! —se dijo así mismo—. ¡Lo único que falta!”.

La noche llegó rápidamente aliviando su piel herida. Verse así lastimado lo preocupó. Cel rãu sabía que moriría. Si bien él provenía del linaje de los vampiros chupasangre, no era inmortal. Sentía que el tiempo que transcurría debilitaba su cuerpo. Debía revertir esta situación, elegir a una mujer virgen, y beber su sangre en la noche de la próxima luna roja. Una mujer que además debería amarlo y entregarse por voluntad propia. Así estaba escrito el ritual de sangre que él debía llevar a cabo.

Esperaría…

Parte 3

Celith despertó en la playa, miro su reloj, había pasado dos horas dormida, pronto oscurecería.

Todavía sentía aquel perfume. El aroma le dejó una sensación embriagadora.

“¿Quién sería el dueño de tan rico perfume?”, pensó.

Esta rubia mujer juntó sus pertenencias, recorrió el lugar con la mirada y se dirigió hacia su coche. Joven, bella, de unos ojos verdes muy brillantes, se sentía feliz.

Decidió que se quedaría a vivir allí, en aquella tranquila comarca. Dejaría su ciudad natal y comenzaría una nueva vida cerca de estas hermosas playas.

Se dirigió hacia su departamento alquilado, tomó una ducha y salió a caminar por la ciudad. Compró varias prendas que usaría esa temporada. Cenó en el restaurante más céntrico y luego volvió al lugar donde se hospedaba.

Mientras leía un libro romántico recordaba ese perfume.

“¿Qué perfume sería? Nunca había sentido esa esencia en otros hombres. De algunos sintió el aroma de cerca porque la pretendían. Este aroma era distinto”.

Con esos pensamientos se durmió por fin…

Dormida, Celith soñaba…

Un hombre la besaba, pasaba su lengua atrevido por su cuello, haciéndola temblar de placer. No podía ver su rostro, solo sentía que aquel hombre la abrazaba desde atrás, de forma muy erótica y salvaje. Sentía en sueños ese perfume que le hacía perder la noción del tiempo. Todo estaba oscuro y la hizo gemir por el placer que le despertaban esas caricias por su cuerpo y la respiración agitada de aquel hombre excitado, que de pronto mordió de forma brutal su cuello haciéndola sangrar…

En sueños gritó del susto y despertó…

Ya era de mañana, la luz del día entraba suavemente por una ventana entreabierta e iluminaba un poco la habitación.

Cuando Celith despertó, su corazón latía fuerte. Sonrió.

Solo fue un sueño erótico y raro.

Parte 4

Cel rãu había llegado a sus propios límites. Su existencia era insoportablemente solitaria y casi sin sentido.

Sentía un vacío existencial que solo podría llenar alguien como él, pero hasta ese entonces se encontraba solo. Casi invisible.

Pronto tendrá que aparecer la mujer que el destino le traerá a su encuentro, y que lo ayudará a convertirse en el verdadero amo. Utilizando no solo su atractivo seductor, sino la energía que en este año emitirá la luna roja.

Las señales ya se están manifestando, elegiría bien a su compañera…

Apareció esta mujer hermosa, aparentemente sola, sin ninguna compañía a la vista. Por lo que pudo notar mientras la estuvo observando. Ella parecía reunir todas las condiciones necesarias…

Otra noche más llegó a Monte. Era una noche de luna llena…

Cel rãu decidió salir a caminar, se dirigió a la playa y caminó sin rumbo por un buen rato. De pronto advirtió una fogata y se ocultó entre los árboles, quería observar quién andaba por allí.

No estaba muy lejos. Contempló a su alrededor. No había nadie más que la fogata y una mujer que parecía danzar junto al fuego, sola…

Parte 5

La mujer era Celith, que se aburrió todo el día y, llegada la noche, decidió tomar su mochila, su celular para escuchar música, alzó sus cigarrillos, aunque fumaba muy poco, y salió.

Caminaría por la playa.

No sentía miedo. La luna iluminaba el lugar. Mientras caminaba iba juntando algunas ramitas secas. Haría una fogata o eso intentaría…

Llegó a un lugar donde el borde de un risco formaba un reparo. La noche estaba en calma…

Celith encendió el fuego, puso música con su celular, encendió velas rojas que traía en su bolso. Estaba maravillada de la noche, del mar, de la luna…

Y bailó, como encantada por la magia de la música, llena de energía positiva…

El fuego también iluminaba y volvía el lugar más fascinante aún.

Celith brillaba en la oscuridad…

Cel rãu se quedó alucinado con aquella visión.

Era perfecta. La mujer de la playa. Su cuerpo, su piel, su cabello. Hermosa a la luz de la luna…

De pronto, una nube negra cubrió la luna y oscureció por completo el lugar.

Celith sintió un sobresalto. Miró hacia los arbustos, se sintió observada.

Fue como un mal presagio que todo se oscureciera.

Rápidamente apagó la música, guardó todo en su mochila, apagó el fuego con arena y volvió hacia la seguridad de su departamento.

Una vez allí, se fue a dormir. Pronto amanecería.

“Mañana continuaré paseando y descubriendo lugares nuevos”, pensó la mujer…

Parte 6

Él también volvió a su caverna al ver que ella se fue.

—¿Quién es esta mujer? ¿De dónde salió? —se preguntaba a sí mismo Cel rãu.

Empezaba a obsesionarse con ella. Cuando llegó, se tiró en su cama y también se durmió profundamente…

El hombre despertó al otro día, tomó una ducha, se vistió solo con un jean negro y una camisa que usaba desprendida. Miró la hora en su reloj de oro. Cel rãu tenía otros escondites aquí y también en Transilvania, donde él había nacido. Pero él prefería el exilio de aquellas playas porque se encontraban alejadas del bullicio de la gente.