En dicha película se narra la relación –los evangelios y la Biblia entera también nos hablan de relación– entre un padre y un hijo. Un hijo que no entiende al padre, porque siempre que le habla lo hace a través de historias, de narraciones fantásticas, que el hijo considera inapropiadas para establecer una relación adulta. El hijo solo ve cuentos para niños y, por tanto, mentiras que le impiden conocer a su padre y su historia. Esto genera una serie de desencuentros entre ambos, más por parte del hijo que del padre.
Hay un momento en la película en que el hijo comienza a investigar esas historias a partir de un documento que relaciona con una de dichas narraciones hasta descubrir que detrás de cada una de ellas se encuentra una verdad sobre la vida de su padre y la suya propia. Esa verdad le permite conocer a su padre y responder a las preguntas que se hace a sí mismo, hasta acabar tomando el relevo del padre explicando las historias. Se trata de unas historias llenas de simbolismo, pero que, como hemos indicado, encierran una verdad más potente y real que la misma historia.
Así nos tenemos que acercar también a los relatos evangélicos, con el ansia de buscar la verdad que nos quieren relatar tras sus palabras. Y aquí todo ayuda. Y el contexto, no me cansaré de repetirlo, es esencial para ser veraz al contenido y no falsear desde nuestro presente el pasado. Otra cosa es que ese pasado tiene mucho que decirnos a los cristianos del presente, y que tenemos que actualizar al hoy el mensaje. Pero para ello debemos entender y conocer bien cuál es ese mensaje.
Su tiempo y el nuestro tienen una densidad diferente. Sin embargo, no podemos ni debemos renunciar a encontrar significados que nos ayuden en el conocimiento del ayer y puedan ser aplicados a la vida de hoy. Debemos intentar acercarnos a la experiencia del otro. En nuestro caso, a la experiencia de aquellos que caminaban con Jesús. Y su vida y sus relaciones con el entorno y los diferentes grupos pueden aportar datos y ayudarnos a imaginarnos paseando por los caminos de Palestina, escudriñando el sentido de lo que allí se veía y se vivía.
Por eso intentaré analizar y responder a las diferentes preguntas que sobre el tema me han acompañado desde la adolescencia. Se trata de un trabajo que nace de mi interés personal, pero que considero que puede ayudar a otros muchos a acercarse más al estudio, conocimiento y, sobre todo, seguimiento de Jesús de Nazaret.
Lo que este texto presenta no puede considerarse una ciencia exacta y cerrada. Solo se trata de un posible acercamiento desde lo que otros autores han descubierto y expuesto. Flirtea con la literatura, con la creatividad, con la imaginación, con la suposición. Pero creo que puede que no esté muy lejos de la realidad que se vivía y se escondía tras los caminos de Galilea y Judea, de Samaría y territorios limítrofes.
Acercarnos al Jesús histórico es realmente difícil. Nos faltan datos. Los textos que nos llegan no son textos históricos, sino textos que, a partir de una historia, quieren transmitir un mensaje. Los primeros cristianos descubrieron en Jesús al Hijo de Dios, y dicho descubrimiento prima sobre la base histórica. Por eso los evangelios no son historia.
Pero, al mismo tiempo, acercarnos al Jesús histórico o a la historia que vivió nos ayuda a entenderle más, a comprender qué descubrieron o qué vieron en él aquellos que lo experimentaron como el Mesías. Este es el interés de acercarnos a este tema, de intentar ofrecer alguna pista, un poco de luz que pueda ayudarnos a descubrir más a ese Jesús, a entender mejor su ser Mesías, su ser Hijo de Dios.
Por eso comenzaremos intentando explicar quiénes eran y cómo vivían los esenios. Posteriormente, vincularemos a este grupo con Jesús de Nazaret y sus primeros seguidores, recorriendo pasajes evangélicos, caminos y pueblos visitados por los primeros discípulos. Dejo para el final las posibles conclusiones y respuestas concretas a las preguntas aquí expuestas y a las nuevas que puedan ir surgiendo a lo largo del texto.
Unas últimas indicaciones. La primera: en este recorrido he ido disfrutando de la lectura de diferentes autores. Con unos discrepo, con otros me encuentro en sintonía, pero de todos ellos voy aprendiendo. Para no hacer farragoso el texto, evitaré introducir citas y notas sobre dichos autores. Espero que entienda el lector que pretendo hacer un texto fácil de leer y que por ello me limitaré a indicar lo que piensan algunos de estos autores sin indicar el lugar donde lo hacen. Al final del libro se encuentra una breve bibliografía de algunos de los textos más importantes de los que me he servido.
Y la última. Este texto simplemente pretende ofrecer una serie de apuntes desde la curiosidad, la duda y el deseo de aprender más y acercarme más al mensaje y la vida de Jesús de Nazaret. Pero quiere hacerlo retomando el evangelio que fue dado para los sencillos, anunciado para ellos. Mi deseo es que este texto sea excusa para volver a pensar en cómo seguir mejor el mensaje de Jesús. Esto es lo importante, cómo hacer todo lo posible para construir el Reino de Dios.
I
¿QUIÉNES ERAN
LOS ESENIOS?
En esta primera parte intentaremos acercarnos a la figura de los esenios. Desde ya conviene indicar que la prioridad del presente texto no es hacer un estudio exhaustivo sobre dicho grupo ni intentar recoger todo lo que se ha escrito sobre ellos. Quien esté interesado en profundizar en el tema encontrará con suma facilidad abundante bibliografía para ello. Incluso la breve bibliografía recogida al final del presente texto puede serle útil para tal fin.
Aquí, el tema principal es la posible relación del grupo con Jesús y las implicaciones que puede tener eso para el conocimiento del Nazareno y para nuestro seguimiento del camino cristiano.
Por dicho motivo, lo que a continuación exponemos son unas breves ideas para situar el tema, así como para intentar aproximarnos a quiénes eran los esenios desde los datos que tenemos. Vuelvo a repetir que quien busque un texto para expertos o especialistas no lo va a encontrar. Más bien lo que se pretende es acercar a las personas que no conocen mucho sobre dicho grupo a su origen y a sus puntos centrales. Si alguien es experto en el tema, puede pasar directamente a la segunda parte, aunque tal vez le venga bien refrescar algunos aspectos. Para quien no sepa mucho sobre el tema, esperamos que, tras esta primera parte, tenga una breve noción que le ayude a situar el grupo.
Para ello hemos dividido esta primera parte, que será breve, en dos capítulos. El primero se centra en Qumrán, su descubrimiento, algunos de sus documentos y la vida que llevaban quienes allí moraban. El segundo intenta buscar huellas de los esenios más allá de Qumrán, pues serán estos quienes nos interesan más para nuestro tema.
Como veremos, todo movimiento es plural, y en el caso de los esenios es probable que así fuera. Dentro de nuestra Iglesia reconocemos diferentes maneras de hacer y pensar. No es lo mismo el Opus Dei que una comunidad de base seguidora de la teología de la liberación. Sin embargo, ambos pertenecen a la Iglesia.
¿Puede ser que en el grupo de los esenios encontremos también diferentes versiones de ellos? Tal vez. A la hora de establecer características generales del grupo ha venido pesando mucho el material recogido a partir de Qumrán. Pero, como veremos, dicha comunidad «monástica» no era el único grupo de esenios que había en Palestina. Por tanto, si tal vez Qumrán nos sirve como base para entender el movimiento, y esto es importante, también tendremos que ver cómo era o vivía el resto de miembros del grupo esenio.
Conviene indicar, tal como puede ver el lector, que aceptamos de entrada que quienes estaban en Qumrán eran esenios. Es esta la opinión mayoritaria entre los actuales autores y coincide con datos que podemos encontrar en antiguos historiadores. No obstante, en los últimos años se ha cuestionado esta hipótesis. Así puede verse, por ejemplo, en la obra de André Paul. Si bien es cierto que los documentos encontrados en Qumrán nos ayudan a entender el judaísmo de la época, sí que parece que hay ciertos motivos para optar por su vinculación con los esenios.
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