Vemos por lo tanto, que esta realidad, se define por su no captura simbólica y que además refiere a la sexualidad. Ya en este punto difiere de la referencia psicológica de realidad.
En la misma perspectiva, en el Seminario 1 (3), la “realidad pura y simple”, previa a la construcción de la vida fantasmática por parte del sujeto, objetos, instintos, deseos, tendencias, en una modalidad caótica y originaria.
El punto quizás más preciso, lo vamos a hallar en la clase 8 del mismo Seminario 1 , en referencia al delirio alucinatorio. Cuestión ésta, que tendrá un destino luminoso en toda la obra de Lacan.
Respecto a una observación de la señora Lefort, va a decir:
Si la palabra alucinación significa algo, es ese sentimiento de realidad. En la alucinación hay algo que el paciente asume, verdaderamente, como real. (4)
Vemos aquí con total precisión, el deslizamiento realidad-real.
El sentimiento de realidad en el fenómeno alucinatorio, excluye en forma taxativa cualquier referencia psicológica del mismo.
Para no agotar referencias, indico las que ubico en “Variantes de la cura tipo”, (5) cuando en la página 113 Lacan formula: “No hay, en efecto, más realidad que ese toque de la muerte cuya marca recibe al nacer”. Y en la misma página, para el sujeto “la realidad de su propia muerte no es ningún objeto imaginable”, más bien da cuenta de que es un ser prometido a la muerte. Cuestión a asumir en el curso de un análisis.
Jacques-Alain Miller va a tomar esta perspectiva, en su curso “El ser y el Uno”, cuando da cuenta de la manera en que Lacan trata a lo real, como aquello excluido de la experiencia:
[…] en tanto lo real-realidad está excluido de lo simbólico, lo que resulta wirklich , lo que se muestra como real eficaz, lo real en tanto de él se desprenden efectos. (6)
Voy a aportar aquí, como lo demostraré luego, que es el fenómeno alucinatorio lo que da la matriz necesaria a tal fin.
Por su parte, en el curso Sutilezas analíticas (7) Miller, hablando de la experiencia en un análisis, se va a referir a otra realidad, que surge como piezas sueltas y perturba el relato de la realidad (digamos imaginaria) por parte del analizante.
Se trata, en palabras de Miller, de la narración que toma a su cargo lo que quedó como agujero en la realidad del sujeto. Hystorias que el sujeto se cuenta a partir del traumatismo de lalengua .
En el punto II me he referido a las “piezas de vida real”, ubicadas por Freud en “Recordar, repetir y reelaborar”. La puse en serie, entre otros, con el deja raconte , e hice mención del deja raconte del episodio alucinatorio del “Hombre de los lobos”.
No solo que es un episodio sin Otro, sino que al relatarlo se le presenta el fenómeno de “lo ya contado”.
Dije que solo podría ser abordado por los juicios de existencia y atribución del texto de Freud “La negación”, ya que no era un efecto del retorno de lo reprimido. Lacan, muy al comienzo de su enseñanza, se va a referir a un real que se presenta erráticamente, sin ley, respecto al fenómeno alucinatorio. No es un efecto de la verdad del inconsciente reprimido ni llama a la interpretación. No es hystorizable , ni opera con las leyes de la metáfora y metonimia, ya que es algo que no fue simbolizado. En este caso la castración genital efecto de la verwerfung , que Lacan traduce como expulsión, rechazo, cercenamiento, forclusión.
La alucinación señala, por el contrario, un real que supera lo verdadero, un real que surge en lo verdadero. La alucinación es el fenómeno o la manifestación de un real surgiendo en la verdad. (8)
Va a dar cuenta de un “sentimiento de irrealidad”, como fenómeno de franja.
Miquel Bassols va a afirmar que el fenómeno forclusivo, que Lacan llama retrancheé , en sus inicios, no se expresa solo en los fenómenos alucinatorios sino en otros episodios, como por ejemplo en el acting out .
Fundamentalmente, al generalizar el concepto de forclusión, hacemos de la neurosis una modalidad de suplencia, producida a través de la significación fálica (9).
Ese sujeto de la castración, nos dice Freud, no quería saber nada en el sentido de la represión, er von ihr nichts wissen wollte im sinne der verdrängung . Y para designar este proceso emplea todo el término “cercenamiento” ( retranchement ). (10)
Se trata, en verdad, de que un sujeto puede rehusar el acceso a su mundo simbólico, a pesar de ser algo que ha experimentado.
Puedo por lo tanto señalar que aunque Lacan utilice en su momento el término realidad como homólogo a real, a partir centralmente del fenómeno alucinatorio del “Hombre de los lobos”, su real tiene una especificidad por fuera de cualquier referencia a la realidad de la psicología y por fuera del principio de realidad. Este último da cuenta del inconsciente reprimido, de lo que existe como símbolo. La condición del principio de realidad es la bejahung (afirmación).
Pero además el real que formula en la “Respuesta al comentario de J. Hyppolite”, es un real que se presenta fuera de toda ley, de todo orden, lo hace erráticamente. Esta característica tendrá un relieve fundamental en la última enseñanza de Lacan.
Pero además de este modo errático de presentarse este real, Lacan va a formular que “el hombre de los lobos”, en el episodio alucinatorio:
No se animaba a decir nada a su criada que estaba solo a unos pasos de él; se dejó caer sobre un banco y permaneció así, incapaz de lanzar una mirada más a su lado. Al fin se calmó, miró bien su dedo y –¡fíjense nomás!– estaba totalmente indemne. (11)
Ambos caracteres, el presentarse erráticamente y el sin Otro – sin Otro, en tanto la alucinación no está en la trama simbólica, en la articulación significante, en la operatividad de la metáfora y la metonimia, ni puede historizarse.
Vemos de este modo cómo la “realidad”, en tanto lo que queda por fuera de la experiencia (simbólico-imaginario) nos habla de un real localizado de este modo.
A partir del Seminario 7, La ética del psicoanálisis , Lacan comienza a coordinar el concepto de lo real con el goce. Son notables las referencias a la elaboración freudiana de la denominada segunda tópica.
Se trata de un retorno a Freud diverso del de la primera época, que tenía como huella a la “Interpretación de los sueños”, “Psicopatología de la vida cotidiana” y “El chiste y su relación con el inconsciente”.
El giro freudiano de 1920 reordena el conjunto de la teoría, la orientación de la cura, la concepción del final de análisis y la posición del analista.
A esa altura, ya no se trataba de dar cuenta de cómo se producía una cura, sino cuáles eran los obstáculos para tal finalidad.
Si la clínica con las pacientes histéricas le permitieron a Freud construir su hipótesis del inconsciente, la tarea especialmente con las neurosis obsesivas implicó la necesidad de un giro completo de toda su elaboración.
El aparato psíquico pasa a estar regulado desde el más allá del principio de placer, cuestión que implica la producción del tercer modelo pulsional: pulsión de vida, pulsión de muerte. El problema del masoquismo como primario, las resistencias estructurales (del ello y del superyó) que llevaron a modificar la concepción del aparato psíquico: la necesidad de castigo en el núcleo del síntoma, la reacción terapéutica negativa, la respuesta estereotipada de los mecanismos de defensa, el factor compulsivo del síntoma localizado tempranamente por Freud, alcanza un relieve paradigmático; tanto es así, que la tendencia al conflicto no va a estar sostenida ni en lo reprimido, ni en la fantasía, sino en el llamado fragmento de agresión libre, fundamento de goce irreductible, incurable.
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