Galería clausurada
Marina Latorre
Prólogo de Lorena Amaro
Ediciones Universidad Alberto Hurtado
Alameda 1869 – Santiago de Chile
mgarciam@uahurtado.cl– 56-228897726
www.uahurtado.cl
© Marina Latorre
© Lorena Amaro “Marina Latorre: papeles de recienvenida”.
Para la presente edición, agradecemos de manera especial la ayuda prestada por Jeannette García Villavicencio, jefa de la Biblioteca Central Profesor Eugenio Pereira Salas de la Universidad de Chile.
ISBN libro impreso: 978-956-357-283-4
ISBN libro digital: 978-956-357-284-1
Directora editorial
Alejandra Stevenson Valdés
Editora ejecutiva
Beatriz García-Huidobro M.
Coordinación Biblioteca recobrada
Lorena Amaro Castro
Diagramación interior y portada
Francisca Toral R.
Imagen de portada
Alamy
Diagramación digital: ebooks Patagonia
www.ebookspatagonia.com info@ebookspatagonia.com
Con las debidas licencias. Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en las leyes, queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamos públicos.
Con la colección Biblioteca recobrada. Narradoras chilenas, la Universidad Alberto Hurtado busca dar nueva vida a la literatura escrita por mujeres en Chile desde el siglo XIX, con obras hoy asequibles solo en antiguas ediciones e incluso casi inexistentes en las bibliotecas de nuestro país.
Esta selección de textos es apenas una contribución a la enorme reformulación crítica del canon y de la historiografía literaria, iniciada sobre todo por pensadoras e investigadoras que, a mediados de los años de la década de 1980, comenzaron a trabajar estratégicamente por una mayor visibilización de la escritura de mujeres en el campo cultural. Esta labor se lleva a cabo hoy a través de diversos esfuerzos académicos y editoriales, a los que nuestra casa de estudios busca contribuir.
Hemos seleccionado con este fin textos que consideramos atractivos para las y los lectores de hoy: desde novelas o cuentos a otras formas de relato de difícil encasillamiento genérico, debido al mismo lugar excéntrico que estas escrituras ocuparon en los campos culturales y en las inscripciones canónicas de su tiempo.
La colección busca facilitar el acceso a personas dedicadas a la investigación —y también a lectoras y lectores de diversas edades e intereses— no solo la materialidad de estos libros, sino también recobrar las voces, las subjetividades y mundos imbricados en ellos, que se habían tornado opacos o inexistentes en un campo cultural misógino, indiferente e incluso hostil a la creación de las mujeres.
En cada volumen de esta colección colabora una escritora o crítica, con un prólogo que busca acercar al presente estas escrituras. A todas ellas agradecemos su contribución. Para la realización de este trabajo se ha contado con un comité integrado por las editoras Alejandra Stevenson y Beatriz García-Huidobro (Ediciones UAH), junto a dos investigadores de la literatura chilena: María Teresa Johansson y Juan José Adriasola, (Departamento de Literatura UAH) y Lorena Amaro, coordinadora de la colección, crítica literaria y académica (Pontificia Universidad Católica de Chile).
Marina Latorre: papeles de recienvenida
Lorena Amaro Castro
El mismo año en que salía de imprenta el libro de cuentos Galería clausurada, de Marina Latorre —1964—, el Che Guevara terminaba un discurso ante la ONU con la consigna “Patria o muerte”; Malcom X encendía multitudes con “los votos o las balas” y Nelson Mandela se plantaba frente a un tribunal y titulaba su intervención con la frase “Estoy dispuesto a morir”. Los años 60; una época de discursos importantes, de luchas anticoloniales, de protestas por los derechos civiles. “Lo personal es político”, aportaba con profundo acierto crítico el feminismo radical, al tiempo que se abrían paso el uso de los anticonceptivos y de la minifalda. Años en que la música la ponían Los Beatles y Bob Dylan, años de oro de la carrera espacial y de la televisión, el hippismo y la Guerra Fría. La población chilena, a kilómetros de todo eso, vivía su propio proceso: “La tierra para el que la trabaja” fue el lema de la reforma agraria; “luchando, creando, poder popular”, se sentiría en las calles de todo el país, en busca de un trato más igualitario y justo. Los cambios eran impulsados por obreros y campesinos, de la mano de algunos sectores políticos burgueses. La música la ponía la nueva canción chilena. Pero el proceso habría de ser dramáticamente interrumpido por el golpe militar.
Los relatos de Marina Latorre aparecían en ese mundo de rápida renovación, tenso y vibrante, del que su autora se hizo cargo plenamente: en sus textos se escudriñan las disputas artísticas e ideológicas de entonces, pero también —y este es un signo que se repite con frecuencia en la literatura chilena de esa década, como la de José Donoso o Mercedes Valdivieso—, la configuración psíquica y social de una élite clasista, determinante hasta hoy en la convivencia de lxs chilenxs. La obra de Latorre incorpora, además, el trauma y el asombro de su propio encuentro, a los 17 años, con la hostilidad social y la insensibilidad de las élites santiaguinas. Con la mirada de quien viene asomándose recién a una escena ajena, pero sin por ello pecar de ingenuidad, Latorre, nacida en Punta Arenas, habría de incorporar esa perspectiva en sus textos: la de una “recienvenida”, que tal vez por eso mismo dispone de libertad para ver, comprender y criticar lo que otrxs ya no logran observar.
Siete son los relatos que integran el libro: “Galería clausurada”, “La familia Soto Zañartu”, “En Tierra del Fuego”, “Tercer piso de la Clínica Santa Ana”, “Una colección privada”, “Cóctel de inauguración” y “Crónica de México”. Hemos sumado a esta edición otros tres textos —“El regalo” (1974), “El monumento” y “Soy una mujer” (1972)—, todos ellos escritos durante una de las décadas de mayor efervescencia política en el Chile del siglo XX. Entre ellos resaltan “Galería clausurada”, “Cóctel de inauguración”, “La familia Soto Zañartu” y “Tercer piso de la Clínica Santa Ana”, cuyos temas, de una perturbadora actualidad, rondan las relaciones entre el dinero y el arte y la hipocresía social de una élite venida a menos por su propia desidia e incapacidad. Al leer las descripciones de Latorre se siente que no han cambiado tanto las escenas del arte ni el problema del acceso a la cultura: “Yo venía llegando de provincia y no tenía idea de quiénes reinaban en Santiago. Me engañé un día. Ahora me da risa” (“La familia Soto Zañartu”). Los juicios más duros se refieren al ámbito artístico, antes idealizado: “Con el tiempo, este mundo que me atraía me ha ido fastidiando. Verdaderamente no lo sabría explicar. Quizá, creí que los artistas eran tan hermosos como a veces son sus obras” (“Galería clausurada”); “Escucha frases hechas, citas repetidas. Ve que cada uno se apropia del pensamiento de otros autores y lo pregona como propio. Se siente sola. De pronto está atrapada, acorralada. Es una pequeña pieza de una maquinaria inmensa. Siente como que la arrastran, que la empujan [...] Un pequeño instrumento en un mundo de mezquinos intereses” (“Cóctel de inauguración”).
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