EL APAGÓN ANALÓGICO Y EL DESPERTAR
DEL PERIODISMO DIGITAL
Coordinador del número: Jorge Cruz
Editor de la serie: Marco López Paredes
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Impresión:
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Quito, diciembre 2020
Impreso en Ecuador. Prohibida la reproducción de este libro, por cualquier medio, sin la previa autorización por escrito de los propietarios del Copyright.
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Prólogo
El análisis y la visualización de datos en la investigación periodística: una revisión de cinco casos latinoamericanos
Comunicación algorítmica en la elaboración de contenidos
La importancia de las analíticas en el periodismo digital
Leo Burnett, el paso del periodismo al copy publicitario y la evolución del texto impreso a la narrativa digital
La brecha digital ecuatoriana y sus efectos en el desarrollo de la televisión del futuro
Estonian journalists reactions to audience feedback
¿Por qué aceptamos las noticias falsas en la era digital?
Periodismo cultural de Quito en las plataformas digitales. El caso de La Barra Espaciadora y Cartón Piedra
Comunicación política en Twitter. Análisis de los perfiles de los principales medios de comunicación españoles durante la campaña del 10N
Xosé López García 1
Más de siglo y medio de periodismo moderno nos aporta una rica herencia para afrontar los desafíos en la era digital. El camino recorrido hasta aquí no ha sido fácil, pero ha resultado socialmente útil —su aportación ha sido crucial para conocer qué hay detrás de las noticias puntuales y para un mejor funcionamiento de las sociedades plurales— y ha estado salpicado de episodios relevantes —desde el “Watergate” a los “Panama Papers” —. Para los profesionales que lo han ejercido, ha sido desde el mejor oficio del mundo (Gabriel García Márquez) hasta un oficio para el que no sirven los cínicos (Kapuscinski). Esa curiosa profesión (Vázquez Montalbán dixit ) ha sido objeto de dimes y diretes, pero ha conseguido convertirse en imprescindible para la construcción de sociedades bien informadas.
Alrededor del periódico (de los impresos periódicos) comenzó la etapa dorada del periodismo, a la que luego contribuyeron la radio, la televisión y los medios digitales online . Al calor de la industrialización emergió la industria periodística con el diario como referente informativo. Los periódicos —esos museos de minucias efímeras, en palabras de Borges— indicaron la ruta del progreso (Víctor Hugo) cuando reinaba la escasez informativa. De gacetas pasaron a faros, voces, ecos… que fijaban la agenda, marcaban los temas sobre los que había que pensar y situaban a los ciudadanos ante el espejo. La radio y la televisión enriquecieron el panorama con la voz y la imagen como estandartes.
Bajo la alargada sombra de dos grandes guerras mundiales, la industria mediática estableció modelos y fijó posiciones en un contexto de “guerra fría”. Distintas innovaciones tecnológicas —en especial el paso del plomo al offset — mejoraron los sistemas de producción de la pesada industria de los medios impresos, mientras la informática avanzaba y en los laboratorios se investigaba sobre la comunicación entre ordenadores. Era la segunda mitad del siglo XX y la tecnología digital llamaba a la puerta, aunque nadie adivinaba los grandes cambios que llegarían con la entrada del nuevo milenio. Había, eso sí, importantes investigaciones en marcha que permitieron explorar renovados territorios. Fue en ese contexto cuando, tras la aparición de la web, la evolución de la red de redes y de la tecnología digital impulsó la construcción del camino a la sociedad red actual.
Desde mediados de los noventa del siglo pasado, la migración de los medios a la red, con estrategias más o menos acertadas —algunas, muy inocentes—, se convirtió en un campo de experimentación de la mano de los profesionales que tuvieron la oportunidad de practicar el periodismo para los medios online . Después de la crisis de las punto com, ya en el tercer milenio, todos los vientos fueron favorables a la búsqueda de vías para conquistar los nuevos territorios. La emergencia de la web social y la aparición de las grandes redes sociales contribuyeron a alimentar el renovado ecosistema comunicativo, donde la hiperabundancia de mensajes enterraba definitivamente el viejo modelo comunicativo del siglo XX.
En medio de constantes cambios, el periodismo hacía todo lo posible por adaptarse a los tiempos de la sociedad red, que caminaba bajo la estela digital y la ubicuidad comunicativa. Los procesos de reconfiguración en marcha incentivaban las prisas, lo que favoreció la improvisación y el desconcierto en muchas estrategias. Con todo, a pesar de las dificultades, la necesidad de afrontar desafíos y la constante innovación, alimentaron la ilusión por emprender la conquista de nuevos tiempos para el periodismo durante la primera etapa de la transición al escenario digital, en el que convivían y competían medios migrantes digitales y nativos digitales.
Los resultados de esta fase de transición al escenario digital han mostrado no solo la capacidad de adaptación del periodismo al nuevo entorno sino su empeño en cumplir su papel en la sociedad mediante renovadas alianzas con los ciudadanos, en especial con las audiencias activas que participan y generan contenidos. No obstante, el cambio tiene una cara B. Lo que ha quedado patente en este tránsito es que también hay consecuencias negativas para los periodistas (más precarización en el empleo, más tareas), para la industria (la ruptura del modelo de negocio, las necesarias reestructuraciones periódicas) y para los ciudadanos (nubes de desinformación, más ruido, vigilancia colectiva).
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