Desde luego, todo cambia a uno y otro lado del Atlántico: la historia de los pueblos, la magnitud de la pobreza, los niveles de escolarización, las representaciones de lo escrito, el libro, el involucramiento de los servicios públicos, la intensidad de las crisis actuales, etc. No obstante, en ambas orillas del océano, de vez en cuando vuelven a surgir observaciones parecidas. Y como contrapunto a estas experiencias latinoamericanas, a veces se mencionarán algunas iniciativas llevadas a cabo en otras regiones del mundo, como Francia o España, Camboya, Irán o Canadá.
Como en mis investigaciones anteriores, a donde yo quería llegar era a la experiencia de los lectores. Algunos me permitieron compartir con ellos sus vivencias durante alguna entrevista o conversación, o por medio de algún testimonio escrito. Las más de las veces tuve que captarlas a través de las observaciones de quienes impulsan o animan esos programas. Desde luego que es difícil ser juez y parte. Pero muchos de estos profesionales llevan a cabo investigaciones y se dotan de herramientas para conservar un poco de distancia y consignar, ya sea mediante registros o bitácoras, el desarrollo de las sesiones o esas pequeñas frases por medio de las cuales algunos participantes empiezan a mostrar que la experiencia no les deja indiferentes. A menudo, mediadores que no tienen ninguna relación entre sí, con distintas ocupaciones y que no siguen las mismas corrientes teóricas, hacen observaciones parecidas en Buenos Aires, Teherán o México: en consecuencia, no tengo motivos para dudar del rigor de sus observaciones…
El presente texto pretende ser también un homenaje a los mediadores culturales de los países del Sur que no escatiman esfuerzos porque están convencidos de que los recursos culturales, del lenguaje, narrativos y poéticos son tan vitales como el agua. Son ellos los que hicieron posible este libro. Se ha nutrido también de algunas entrevistas realizadas en Francia y España, y de la lectura de algunos escritores y psicoanalistas que estudian la formación del pensamiento y el lenguaje en los primeros años de vida.
Relacionando estos materiales se propondrán pistas, las cuales están lejos de agotar el tema, para tratar de explicitar la contribución de la lectura en algunos contextos críticos. Todo comienza, como veremos, con algunas situaciones de intersubjetividad gratificantes, con encuentros personalizados, un recibimiento, una hospitalidad. A partir de allí, algunas lecturas abren la puerta hacia lugares distintos y hacia momentos de ensoñación que permiten construir un país interior, un espacio psíquico, y apuntalar el proceso de autonomización, la construcción de una posición de sujeto. Pero también la lectura hace posible un relato: leer permite que se desencadene una actividad narrativa y se creen enlaces entre los eslabones de una historia, entre quienes participan en un grupo y a veces entre universos culturales. Sobre todo cuando esta lectura ofrece no un calco de la experiencia de cada persona, sino una metáfora.
Para efectos del análisis distinguiré todos estos elementos y muchos otros que en realidad están entremezclados, para formar una sola y misma experiencia de la que dan testimonio tanto muchachas como muchachos, 30provenientes de distintos medios sociales y culturales, que han practicado la lectura de manera individual o que hacen referencia a lecturas compartidas. Se trata de una misma experiencia que, no obstante, supone dispositivos particulares para hacer que los textos se conviertan en una verdadera apropiación y no sean percibidos como algo que se quiere imponer y de lo que habrá que rendir cuentas.
Más allá de los “espacios en crisis”, en las páginas que siguen se hablará de todos nosotros. Si me interesé en estas temáticas fue probablemente porque yo he tomado mucho de los libros para enfrentar las aflicciones que me ha tocado vivir. 31Pero en ciertos momentos de la vida, cada uno de nosotros es un “espacio en crisis”. Los seres humanos tienen además una predisposición originaria, antropológica, a las crisis: al nacer prematuros, estamos marcados por una fragilidad cuyas huellas persisten durante toda la vida. Pese a ello se nos ofrecen salidas para no quedar atrapados en los componentes destructivos de aquello que nos toca enfrentar.
Proust decía que las ideas eran “sucedáneos de las penas”: “en el momento en que éstas se transforman en ideas, pierden una parte de su efecto nocivo sobre nuestro corazón, incluso, en el primer instante, la transformación misma súbitamente libera alegría”. 32Los libros leídos ayudan a veces a soportar el dolor o el miedo a distancia, a transformar las penas en ideas y a recuperar la alegría: en estos contextos difíciles, he conocido a lectores felices. Vivían en un marco que no predisponía mucho a la felicidad. Su mirada a veces estaba muy marchita. Sin embargo, habían podido asirse de textos o de fragmentos de textos, o de imágenes a veces, para modificar el curso de su vida y pensar su relación con el mundo. Lejos de ser un catálogo de la desgracia humana, este libro pretende identificar algunos de los sesgos que permiten un nuevo despliegue de las posibilidades, una posibilidad de salida de los caminos ya trazados, una respiración.
1Discurso del 10/12/1957. Disponible en el sitio de la Fundación Nobel.
2Primo Levi, Si c’est un homme , París, Julliard, 1987 ( Si esto es un hombre , Barcelona, Quinteto, 2006); Robert Antelme, L’Espèce humaine , París, Tel- Gallimard, 1978, pp. 202-203. ( La especie humana , Ed. Era, 2001.)
3Joseph Brodsky, “To please a shadow”, Less than one , Nueva York, Farrar Straus Giroux, 1986. (“Complacer a una sombra”, en Menos que uno , Barcelona, Versal, 1987).
4Varlam Chalamov, Mes bibliothèques , París, Interférences, 1993, pp. 49-50.
5Jean-Paul Kauffmann, La Maison du retour , París, Nil Editions, 2007, pp. 115-116.
6Rencontre avec Sergio Pitol, Le Monde , 2/11/2007.
7Citado por Rémy Puyuelo en: Héros de l’enfance, figures de la survie , París, ESF, 1998, p. 66.
8Entrevista publicada en Elle , 3/9/2001.“La lectura de esa novela suspendió el tiempo, me llevó a otro lugar. Ese personaje que logra transformar su soledad en libertad, me permitió entrever el mañana”.
9Laure Adler, Marguerite Duras , París, Folio-Gallimard, 1998, p. 11.
10“Les sociologies de la lecture”, Le Grand Atlas Universalis des littératures , París, 1990, p. 276.
11Martine Poulain, “Les publics des bibliothèques” en: Lire en France aujourd’hui, París, Éditions du Cercle de la Librairie, 1993, p. 235.
12Citada por Svetlana Alexievitch en: Derniers témoins , París, Presses de la Renaissance, 2005, p. 28.
13Entrevista publicada en Télérama , 13/12/2000, p. 66.
14Marina Colasanti, Fragatas para tierras lejanas , Bogotá, Grupo editorial Norma, 2006, p. 30.
15 Libération , 27/9/2001.
16 Télérama , 10/10/2001.
17René Kaës et al., Crise, rupture et dépassement , París, Dunod, 2004, p. 22.
18 Le Monde , 26 de agosto de 2007, p. 14.
19Véase en particular Hélène Michaudon, “La lecture, une affaire de familles”, INSEE, 777, mayo de 2001; François de Singly, Les Jeunes et la lecture , Ministère de l’Éducation nationale et de la Culture, Dossiers Éducations et formations, 24, enero de 1993; Erich Schön, “La fabrication du lecteur”, en: Martine Chaudron y François de Singly, Identité, lecture, écriture , París, BPI/Centre Georges Pompidou, 1993.
20Cf. Michèle Petit, Nuevos acercamientos a los jóvenes y la lectura , México, Fondo de Cultura Económica, Col. Espacios para la lectura, 1999 (traducido del francés por Rafael Segovia y Diana Luz Sánchez).
Читать дальше