»Ejercitaros para adquirir una conciencia de niño. Visualizad al Niño Divino en vosotros mismos. Antes de dormiros tomad conciencia de poseer en vosotros un cuerpo de alegría espiritual, siempre joven y bello. Pensad en vuestra inteligencia, vuestros ojos, nariz, boca, vuestra piel en el cuerpo del Niño Divino. Todo ello está en vosotros, espiritual, perfecto, y desde ahora, desde esta noche. Reafirmad lo anterior, y meditadlo antes de dormiros apaciblemente. Y por la mañana al levantaros, sugestionaros en voz alta diciéndoos: “Y bien, mi querido…, hay un divino alquimista en ti”.
»Una transmutación nocturna se produce por el poder de estas afirmaciones. El espíritu se expande desde adentro, satura el cuerpo espiritual, llena el templo. El alquimista interior ha provocado la caída de las células usadas y ha hecho aparecer el grano dorado de la epidermis nueva perpetuamente joven y fresca. En verdad la manifestación del amor divino es la eterna juventud. El divino alquimista está en mi templo, fabricando continuamente nuevas células, jóvenes y magníficas. El espíritu de juventud está en mi templo bajo la forma de mi cuerpo divino y todo va bien. ¡Oh Santi! ¡Santi! ¡Santi! (paz, paz, paz).
»Aprended la dulce sonrisa del niño. Una sonrisa del alma es una distensión espiritual. Una verdadera sonrisa posee una gran belleza. Es el trabajo artístico del inmortal Maestro interior. Es bueno afirmar: “Yo envío buenos pensamientos al mundo entero. Que él sea dichoso y bendito”. Antes de abordar el trabajo del día, afirmad que hay en vosotros una forma perfecta divina. “Soy ahora como yo lo deseo. Tengo cotidianamente la visión de mi ser magnífico, al punto de insuflar la expresión a mi cuerpo. Soy un Niño divino y Dios provee mis necesidades ahora y siempre”.
»Aprended a ser vibrantes. Afirmad que el amor infinito llena vuestro pensamiento, que su vida perfecta hace vibrar todo vuestro cuerpo. Haced que todo sea luminoso y espléndido alrededor de vosotros. Cultivad el espíritu de humor, gozad de los rayos del sol.
»Todas estas citas provienen de la enseñanza de los Siddhas. Su doctrina es la más antigua conocida. Data de millares de años antes de los tiempos prehistóricos. Antes incluso de que el hombre conociera las artes más simples de la civilización, los Siddhas iban de aquí para allí enseñando con la palabra y el ejemplo la mejor manera de vivir.
»Los gobiernos jerárquicos nacieron de esta enseñanza. Pero los jefes se alejaron bien rápido de la noción de que Dios se expresaba a través de ellos. Creyeron ser ellos mismos los autores de las obras. Perdiendo de vista el aspecto espiritual y olvidando que todo viene de una fuente única, Dios, se manifestaron bajo un aspecto personal y material. Las concepciones personales de estos jefes provocaron grandes cismas y una vasta diversidad de pensamiento. Tal es para nosotros el sentido de la Torre de Babel.
»A lo largo de las edades, los Siddhas han conservado la revelación del verdadero método por el cual Dios se expresa a través de todos los hombres, recordando que Dios es todo y se manifiesta en todo. Al no haberse desviado nunca de esta doctrina, han preservado los grandes fundamentos de la verdad».
VI
Como teníamos un considerable trabajo que terminar antes de atravesar los Himalayas, el pueblo de Asmah nos pareció el mejor cuartel general. El camarada que habíamos dejado en Potal para observar a Emilio se unió a nosotros. Nos contó que había hablado con él hasta casi las cuatro de la tarde del día en que este debía recibirnos en Asmah. Hacia esa hora Emilio dijo que tenía que ir a la cita, su cuerpo se volvió rápidamente inerte, pareciendo adormecido. Quedó en esta posición casi tres horas, después se volvió invisible progresivamente y desapareció. Fue a la hora de la tarde en que Emilio nos recibió en el alojamiento de Asmha.
La estación no estaba avanzada como para emprender el cruce de las gargantas de las montañas (me refiero a nosotros, nuestro pequeño grupo, que nos considerábamos como simples impedimentos). Aunque nuestros grandes amigos las hubieran podido franquear en mucho menos tiempo que nosotros, ninguno de ellos se quejaba. Es por eso que los llamo grandes, ya que verdaderamente lo son por su carácter. Hicimos muchas excursiones a partir de Asmah, tanto con Jast como con Neprow. En cada ocasión ellos nos dieron la prueba de sus notables cualidades. Una de esas excursiones tenía como fin un pueblo donde se encontraba un templo llamado Templo del Silencio, o Templo No construido por las Manos. Este pueblo contiene el templo y las casas de los sacerdotes y está situado sobre el antiguo emplazamiento de un pueblo casi enteramente asolado por las epidemias y las fieras.
Emilio, Jast y Neprow nos acompañaron y dijeron que visitando ese lugar, los Maestros no habían encontrado más que escasos supervivientes de los tres mil que hubo. Los cuidaron después de que fieras y epidemias desaparecieran. Algunos de los sobrevivientes hicieron el voto, si eran salvados, de volverse seguidores de Dios a la manera que Él eligiera. Los Maestros se fueron. Más tarde, a su regreso, encontraron edificado un templo y los sacerdotes ocupados en sus funciones.
Este templo es magnífico, y está situado en una altura donde se domina una vasta extensión del país. Está construido con piedras blancas y fue hecho hace seis mil años. Nunca necesita reparaciones. Si se hace saltar un fragmento de piedra, este se repara solo (nosotros lo pusimos en práctica).
Emilio dijo: «He aquí el Templo del Silencio, el Lugar de Poder. Silencio es sinónimo de poder, cuando nosotros alcanzamos el lugar de silencio en nuestros pensamientos, estamos en el lugar de poder donde todo no es más que una unidad, un solo poder: Dios. “Estad silenciosos y sabed que yo soy Dios”. Poder disperso igual a ruido. Poder concentrado igual a silencio. Cuando nos concentramos, cuando llevamos nuestras fuerzas a un centro de energía único, tomamos contacto con Dios en el silencio. Estamos unidos a él, entonces estamos unidos a todo poder. Tal es la herencia del hombre: “Mi padre y yo, somos Uno”.
»La única manera de unirse al poder de Dios es entrar en contacto consciente con Él. Ello no puede hacerse en el exterior, ya que Dios emana del interior. «El Señor está en su Santo Templo, que toda la tierra haga silencio ante él”.
»Alejémonos del exterior hacia el silencio interior. Sin ello no podremos esperar la unión consciente con Dios. Comprenderemos que su poder está a nuestra disposición y nos serviremos de él constantemente. Entonces sabremos que estamos unidos a su poder y comprenderemos a la humanidad. El hombre renunciará a las ilusiones de su amor propio, constatará su ignorancia y su pequeñez y estará pronto a instruirse. Se verá que no se puede enseñar nada a los orgullosos y que solo los humildes de espíritu pueden percibir la Verdad. Sus pies reposarán sobre la roca, no se trabará más y adquirirá el sentido del equilibrio y la decisión.
»En un primer momento, le puede ser difícil comprender que Dios es el único poder, la única sustancia, la única inteligencia. Pero a medida que el hombre capta la verdadera naturaleza de Dios y la exterioriza activamente, toma el hábito de servirse constantemente de ese poder, comiendo, corriendo, respirando y cumpliendo las grandes tareas de su vida.
»El hombre no ha aprendido a hacer las grandes obras de Dios, por no haber comprendido la inmensidad del poder de Dios y por no saber servirse de ese poder para las obras menores. Dios no escucha ni nuestro flujo de palabras, ni nuestros clamores ardientes repetidos en vano. Es necesario buscarle en el centro de nuestro Cristo interior, la conexión invisible que poseemos con él en nosotros mismos. Adorado en espíritu y en verdad, él escucha la llamada del alma sinceramente abierta a él. Quienquiera que tome contacto con el Padre en el secreto constatará su poder para la realización de todos sus deseos. Ya que el Padre recompensa públicamente a quien le busca en el secreto de su alma y le tenga allí. Muchas veces Jesús ha hecho alusión a este contacto individual con el Padre. Él lo mantenía perpetuamente y conscientemente en sí mismo. Hablaba al Padre como a un interlocutor presente. ¡Qué gran poder le ha dado esta realización interior secreta! Había reconocido que Dios no habla en el fuego, en la tempestad o en los temblores de la tierra, sino en lo más profundo de nuestras almas con una voz tranquila.
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