Todas los significados del ser pueden reducirse a uno solo: todas las contrariedades se pueden reducir a las primeras diferencias, a las contrariedades del ser, ya se consideren como primeras diferencias del ser la pluralidad y la unidad, la semejanza y la desemejanza, o bien algunas otras diferencias; cuestión que no tenemos necesidad de analizar. Poco importa que se reduzcan los diversos modos del ser al ser o a la unidad. Incluso suponiendo que la unidad y el ser no sean idénticos, y sí diferentes, pueden, sin embargo, reemplazarse: la unidad es, desde un punto de vista, el ser, y el ser la unidad.
Puesto que una sola y misma ciencia abarca todos los contrarios, y que en todos los contrarios existe privación, podría plantearse esta duda: ¿cómo en ciertos casos hay privación, habiendo un intermedio entre los contrarios, entre lo justo y lo injusto, por ejemplo? En todos los casos es necesario decir que no existe para el intermediario privación completa de cada uno de los extremos; esto solo tiene lugar en los extremos entre sí. Por ejemplo, si el hombre justo es el que se conforma con las leyes en virtud de una cierta disposición de su naturaleza, no existirá para el hombre no justo privación completa de todo lo que está comprendido en la definición de lo justo. Si falta en algún punto a la obediencia debida a las leyes, existirá para él privación bajo esta relación. Lo propio tendrá lugar respecto a todo lo demás. Del mismo modo que el matemático opera sobre puras abstracciones, puesto que analiza los objetos despojados de todos sus caracteres sensibles, como la pesantez, la ligereza, la dureza y su contrario, y como el calor, el frío y todos los demás caracteres sensibles opuestos, respectivamente; solo les deja la cuantidad y la continuidad en una, en dos, en tres direcciones, y los modos de la cuantidad y de lo continuo en tanto que cuantidad y continuo, y no los estudia bajo otros aspectos; examinando tan pronto sus posiciones relativas y lo que es consecuencia de sus posiciones, tan pronto su capacidad de medición y su incapacidad, tan pronto sus proporciones, sin que por eso veamos la geometría más que como una sola y misma ciencia que estudia los objetos bajo todas estas relaciones; pues lo propio ocurre con el ser, puesto que la filosofía, y no otra ciencia, es la única que estudia los accidentes del ser en tanto que ser, y las contrariedades del ser en tanto que ser. En tanto que susceptible de movimiento, más bien que en tanto que ser, podría atribuirse a la física el estudio del ser. La dialéctica y la sofística se ocupan de los accidentes de los seres, y no de los seres en tanto que seres, ni del ser en sí, ni en tanto que ser.
Falta, por tanto, que mencionemos que el filósofo es el que trata de los principios de los que hemos hablado en tanto que son seres. Y puesto que las diversas acepciones del ser se refieren todas a una significación común y única, así como también los diversos contrarios, porque todos vienen a reducirse a los primeros contrarios y a las primeras diferencias del ser, una sola ciencia puede entonces abarcar todas estas cosas, y así se encuentra resuelta la duda que nos habíamos propuesto al principio; quiero referirme a la cuestión acerca de cómo una sola y misma ciencia puede abarcar a la vez muchos seres de géneros diferentes.
Parte IV
Así como el matemático se vale de los axiomas generales, pero deberá solo hacerlo desde un punto de vista particular, la filosofía primera deberá asimismo estudiar los principios de los axiomas. Este axioma: si de cantidades iguales se quitan cantidades iguales, los restos serán iguales, se aplica a todas las cantidades. La ciencia matemática acepta en verdad este principio, pero únicamente se ocupa de algunos puntos particulares de la materia que de ella depende; por ejemplo, de las líneas, de los ángulos, de los números, o de cualquier otro modo de la cantidad; pero no estudia estos seres en tanto que son seres, sino únicamente en tanto que son continuos en una sola dirección, en dos, en tres. Al contrario, la filosofía no se ocupa de los objetos particulares o de sus accidentes; estudia cada uno de estos objetos bajo la relación del ser en tanto que ser.
En la física sucede lo que en las matemáticas. La física estudia los accidentes y los principios de los seres en tanto que están en movimiento y no en tanto que seres. Pero ya hemos dicho que la ciencia primera es la que estudia los objetos bajo la relación del ser en tanto que ser y no bajo ninguna otra relación. Por esta razón a la física y a las matemáticas no se las debe considerar sino como partes de la filosofía.
Parte V
Hay un principio en los seres, relativamente al cual no se puede incurrir en error; precisamente ha de suceder lo contrario, esto es que se está siempre en lo cierto. Este principio es el siguiente: no es posible que una misma cosa sea y no sea a un mismo tiempo; y lo mismo sucede en todas las demás oposiciones absolutas. No cabe demostración real de este principio; y, sin embargo, se puede refutar al que lo niegue. En efecto, no hay otro principio más cierto que este, del cual pudiera deducírsele por el razonamiento, y era preciso que fuera así para que hubiera realmente demostración. Pero si se quiere demostrar al que pretenda que las proposiciones opuestas son igualmente verdaderas que está en un error, será preciso tomar un objeto que sea idéntico a sí propio, en cuanto puede ser y no ser el mismo en un solo y mismo momento, y el cual, sin embargo, conforme al sistema, no sea idéntico. Es la única manera de refutar al que pretende que es posible que la afirmación y la negación de una misma cosa sean verdaderas al mismo tiempo. Por otra parte, los que quieren conversar entre sí deben comprenderse, porque ¿cómo puede sin esta condición haber entre ellos comunicación de pensamientos? Es preciso, por lo tanto, que cada una de las palabras sea conocida, que exprese una cosa, no muchas, sino una sola; o bien, si tiene muchos sentidos, es preciso que indique claramente el objeto que al presente se quiere indicar con la palabra. En cuanto al que dice que tal cosa es y no es, niega lo mismo que afirma, y por consiguiente afirma que la palabra no significa lo que significa. Pero esto es imposible; es imposible, si la expresión tal cosa es tiene un sentido, que la negación de la misma cosa sea verdadera. Si la palabra designa la existencia de un objeto, y esta existencia es una realidad, necesariamente es una realidad; pero lo que existe necesariamente no puede al mismo tiempo no existir. Es, por tanto, imposible que las afirmaciones opuestas sean verdaderas al mismo tiempo respecto del mismo ser.
Por otra parte, si la afirmación no es más verdadera que la negación, llamar a tal ser hombre o no hombre no mencionar decir la verdad en un caso más que en otro; pero al decir entonces que el hombre no es un caballo, se hallará más en lo cierto, o no se estará menos que el que admita que no es hombre. Se estará también, pues, en lo cierto diciendo que el hombre es un caballo, porque los contrarios son igualmente verdaderos; resultando de aquí que el hombre es idéntico al caballo o a cualquiera otro animal.
No existe, afirmamos, ninguna demostración real de estos principios; se puede, sin embargo, demostrar su verdad al que los ataque con tales argumentos. Preguntando al mismo Heráclito en este sentido, se le hubiera precisado a admitir que es completamente imposible que las afirmaciones opuestas sean verdaderas al mismo tiempo con relación a los mismos seres. Por no haberse entendido a sí mismo, Heráclito hizo suya esta opinión. Admitamos por un momento que su sistema sea verdadero; en tal caso su principio mismo no será verdadero; no será cierto que la misma cosa puede ser y no ser al mismo tiempo; porque así como se dice verdad, afirmando y negando separadamente cada una de estas dos cosas, el ser y el no-ser, en igual forma se dice verdad afirmando, como una sola proposición, la afirmación y la negación reunidas y negando esta proposición total, tenida como una sola afirmación. Finalmente, si no se puede afirmar nada con verdad, se incurrirá en error objetando que ninguna afirmación es verdadera. Si puede afirmarse alguna cosa, entonces cae por su propio peso el sistema de los que rechazan los principios, y que por lo mismo vienen a suprimir en absoluto todo debate.
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