Ginevra Bompiani - La otra mitad de Dios

Здесь есть возможность читать онлайн «Ginevra Bompiani - La otra mitad de Dios» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La otra mitad de Dios: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La otra mitad de Dios»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La otra mitad de Dios es un ensayo filosófico que comienza con un comentario al Génesis, en particular el episodio de la destrucción de Sodoma por dos ángeles exterminadores. El libro se estructura según tres marcas de lo contemporáneo: la destrucción, la punición y la mistificación. Por un lado, se analizan los relatos fundantes de la tradición judeo-cristiana y la griega; por otro, los mitos de la tradición mesopotámica, poco conocidos pero muy influyentes, porque preceden y alimentan a las tradiciones judeo-cristiana y griega.
Hay un paradigma que poco a poco sobrevuela el ensayo: el hecho de que en todos estos relatos la culpable por excelencia es la mujer. La otra mitad de Dios señala la desaparición, en nuestra memoria, de la Diosa Madre, que precedió al Dios Padre, y sigue presente de diversas formas en ambas tradiciones que conforman nuestro imaginario: la Biblia y la mitología griega. La diosa, que aún domina la mitología mesopotámica, y cuyo culto, derrotado por el patriarcado, previó un mundo compartido por el hombre y la mujer, sin pecado ni castigo.
El libro es la experiencia de una forma crítica y reflexiva de sentarse a escuchar la voz y los silencios de la mujer en Occidente. Con una escritura que lleva el impulso oral y femenino de contar historias en presencia de otros.
A través de una prosa sobria e inteligente, la autora va analizando detalles que resignifican cada una de las historias «primordiales» que cuenta para proponer una lectura que revela lo que esconden. ¿Podemos contar nuestra historia de manera diferente?
Según Ginevra Bompiani «tenemos que interrogar nuestro imaginario, por qué queremos pensarnos como castigados y culpables; qué significa para nosotros la culpa, el castigo, la relación entre estas dos constantes de la historia humana esto es lo que trato de hacer en este libro: cuestionarme el imaginario humano, qué cosa lo alimenta y lo retiene, entender si podemos elegir otra historia que nos deje ser libres».

La otra mitad de Dios — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La otra mitad de Dios», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

El rol más importante, el de Lot y sus hijas, debemos asignarlo a todo un pueblo, el pueblo alemán, (20) que estaba convencido de que el ataque era ineludible y estaba dispuesto a no dar un paso hacia atrás para preparar la reconstrucción. Según Enzensberger, “la misteriosa energía” que aplicaron los alemanes en la reconstrucción de sus ciudades se explica por su rechazo a tomar conciencia de la catástrofe colectiva. (21)

Lo creativo entonces no sería la destrucción sino el rechazo a mirar hacia atrás, que permite reapropiarse de la vida con una ciega tenacidad. Tan ciega como Lot que permanece obstinadamente dormido mientras sus dos hijas, una después de la otra, yacen con él motivadas por la única intención de reproducirse.

La mujer de Lot, en cambio, se detiene, mira y no transforma la visión: para ella la destrucción es el punto de no-retorno.

Pero ¿quién haría entonces las veces de la mujer de Lot en la nueva Gomorra? ¿Cuántos se volverían para contemplar las ruinas? ¿Cuántos del millón doscientos cincuenta mil refugiados que huyeron de la ciudad? Sólo un puñado de escritores contaron la destrucción de Alemania. (22) Ellos tenían aquello que le faltaba a la mujer de Lot: la capacidad de llorar sobre los escombros y encontrar allí inspiración. La mujer de Lot no tuvo una voz. En su silencio, en su boca vacía, en el aliento contenido, la ruina encontró su morada. (23)

Y sin embargo dos poetas prestaron su voz, una veinte años antes y la otra treinta años después de aquella fatídica década de 1940.

Una de ellas es rusa,

Y siguió el hombre justo al enviado de Dios,

grande y resplandeciente, por la montaña negra.

En tanto una voz penetrante habló a la mujer:

“No es demasiado tarde, aún puedes mirar

las torres rojas de tu Sodoma natal, la plaza

en que cantabas, el patio donde hilabas,

las ventanas vacías de la casa en lo alto

donde diste a luz los hijos a tu amado esposo”.

Miró tan solo. Y presas de un dolor mortal

sus ojos ya no pudieron volver a mirar;

todo el cuerpo se volvió de sal

y los ágiles pies se arraigaron a la tierra.

¿Quién querrá llorar a esta mujer?

¿Acaso no parece la menor de las pérdidas?

Mi corazón jamás podrá olvidar

a quien entregó su vida por una sola mirada. (24)

La otra es polaca,

Miré hacia atrás, dicen, por curiosidad.

pero, además de curiosidad, pude haber tenido otras razones.

Miré hacia atrás porque me dio tristeza la escudilla de plata.

Por distracción: amarrándome la sandalia.

Para no mirar más la nuca justa de mi marido, Lot.

Por la súbita certeza de que si yo muriera,

él ni siquiera se habría detenido.

Por la desobediencia de los sumisos.

Escuchando cómo nos perseguían.

Conmovida por el silencio, pensando que Dios cambiaría de idea.

Nuestras dos hijas se perdían ya tras la colina.

Sentí la vejez en mí. La lejanía.

Lo inútil de vagar. El torpor.

Miré hacia atrás mientras ponía mi hatillo en el suelo.

Miré hacia atrás preocupada por el siguiente paso.

En mi camino aparecieron serpientes,

arañas, ratones de campo y pichones de buitre.

Ni buenos, ni malos; todos los seres vivos

simplemente brincaban y se arrastraban en un pánico colectivo.

Miré hacia atrás por mi soledad.

Por la vergüenza de huir a escondidas.

Por las ganas de gritar, de regresar.

O porque justo entonces se desató el viento,

soltó mi cabello y me levantó el vestido.

Sentí que me observaban desde los muros de Sodoma

y se morían de risa, una y otra vez.

Miré hacia atrás por rabia.

Para gozar plenamente su ruina.

Miré hacia atrás por todas las razones mencionadas.

Miré hacia atrás sin querer.

Fue sólo una roca la que giró crujiendo bajo mis pies.

Fue sólo una grieta la que de pronto me cortó el paso.

En la orilla un ratón agitaba las patas delanteras.

Y entonces ambos miramos hacia atrás.

No, no. Yo seguí corriendo, arrastrándome y trepando

hasta que la oscuridad cayó del cielo,

y con ella gravilla ardiendo y aves muertas.

Por falta de aliento varias veces perdí el equilibrio.

Si alguien me hubiera visto, habría pensado que bailaba.

No descarto haber tenido los ojos abiertos.

Es posible que me desplomara mirando hacia la ciudad. (25)

El canto de las dos poetas es desconsolado. No está inspirado, como quizás todo canto, en la pérdida, que casi canta por sí misma, sino en la mirada que se fija en ella, sin lágrimas, absorta. (26)

Primavera entre las ruinas

La lengua agradece las ruinas.

Paul Celan

En 1948, un film de Billy Wilder, A Foreing Affair, (27) se desarrolla en la Berlín destruida. En la escena inicial, en el avión que sobrevuela la ciudad, viaja una delegación estadounidense que va a “controlar la moralidad del ejército” (ya que la corrupción no se extingue con la destrucción, sino que se multiplica). Desde las ventanillas del avión se ven los restos de la ciudad, que los delegados definen burdamente como “un tejido a crochet” o “un queso agujereado por ratones”: las calles y las casas están reducidas a una telaraña de muros vacíos y descascarados.

“Se lanzaron 75 000 toneladas de explosivos”, se complace en decir la delegación.

La única mujer, la diputada estadounidense Phoebe Frost, susurra por lo bajo: “Oh my...”.

“Estamos bajo mucha presión”, admiten los delegados, cuando discuten la posibilidad de mandar ayuda, que tanto cuesta a los contribuyentes estadounidenses.

“Reactivar la industria, volver a poner en marcha las máquinas... sobre todo dar de comer al pueblo”, dice uno de ellos. “No es posible que todo un país hurgue en la basura”.

Otro precisa: “Si das a un hambriento un trozo de pan es democracia, si se lo das envuelto es imperialismo”.

Entre estos muros derrumbados se encontraba Marlene Dietrich, quien alguna vez había sido la condesa Erika von Schluetow, amante de un jerarca de la Gestapo prófugo y ahora cantante en un local nocturno. Hablando con la diputada estadounidense, cuyo destino se había cruzado inesperadamente con el suyo, Marlene le cuenta que, para vivir, tenían que keep going and going [seguir adelante] entre todo tipo de ruinas.

Ella también tiene “la desobediencia de los humildes” de la que habla Szymborska, se las rebusca entre un par de medias de seda y un colchón que le regala su nuevo protector estadounidense, el capitán Johnny Pringle. Ella también es una mujer de Lot. Querría escapar, pero no puede. Y no puede no mirar, porque forma parte de las “ruinas de Berlín”. Es alguien que, como dice Jesús de la mujer de Lot, “intenta salvar su vida” y como tal está condenada a perderla. Y de hecho la pierde, en el sentido espiritual que Jesús entendía. A diferencia de la diputada, que si bien se extravía entre las mismas ruinas se mantiene limpia e intacta, porque, como le dice Marlene, “en los Estados Unidos tienen tanto jabón”.

En realidad, en ella hay un poco de Lot y un poco de la mujer de Lot, porque lo que quiere desesperadamente no es vivir o salvarse: “Entre estas ruinas reina una única voluntad, una voluntad que nos empuja más allá de todo respeto humano: sobrevivir”.

Para nosotros, dice ella, todo es objeto de cambio. En primer y último lugar, el cuerpo, el eterno objeto de cambio de una mujer. ¿Cuál es la ley de mercado del cuerpo de la mujer? ¿Qué cuentas debe hacer el cuerpo de Marlene, quien, una vez perdida la protección del Capitán, deberá comerciar con cinco soldados?

En el filme, Marlene canta tres canciones: la primera se llama Black Market [Mercado negro]. La segunda: Who wants to buy my illusions? [¿Quién quiere comprar mis ilusiones?]. La tercera, Among the ruins of Berlin (“Entre las ruinas de Berlín”: “Entonces adviertes que los fantasmas del pasado no volverán. Una nueva primavera está por comenzar, entre las ruinas de Berlín” [A new spring is to begin, / among the ruins of Berlin]).

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La otra mitad de Dios»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La otra mitad de Dios» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La otra mitad de Dios»

Обсуждение, отзывы о книге «La otra mitad de Dios» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x