El Cyberanálisis posibilita psicoanalizarse a quienes habitan en un lugar donde no hay analistas cercanos o, aunque los hubiera, lo conciben inaccesible por el excesivo tiempo de traslado al consultorio. En ciudades o poblaciones pequeñas algunos tienen la vivencia de que, analizarse con un analista del lugar implica el riesgo de aportarle información de otras situaciones o personas cercanas conocidas, no en su rol de tal, sino como vecino del lugar.
Otras razones inconscientes motivadoras a elegir este método, se agregan a las conscientes. Una analizante argentina hacía más de 20 años que vivía en otro continente, luego de varios meses de análisis telefónico, en una sesión comenta que en todos los años de emigrada, ella hablaba español sólo cuando “hablaba por teléfono con su padre,(recientemente fallecido) tres veces por semana”. Pensado esto como un material latente transferencial, se vio que “hablar en español tres veces por semana y por teléfono con su analista” implicaba revivir en la transferencia lo que recién había perdido. Aquí se juntaron la demanda de análisis y la resistencia de transferencia y sólo pudieron separarse mediante elaboración.
Reflexiones sobre el método
En la actualidad se observa que se están implementando encuadres analíticos en el que se programan sesiones que ocurren en el Office-análisis y otras por Cyberanálisis.
La habilidad adquirida para cyberanalizar, permite también al analista concebir la posibilidad de distanciarse temporariamente del consultorio y poder continuar atendiendo, si ello no estuviera contraindicado. A esto se le podría objetar que promueve permanentemente la ruptura del encuadre. No es así. Lo que “rompe”, en realidad, es el modelo de encuadre establecido para el trabajo en un consultorio, hoy equívocamente considerado como exclusivo eje de referencia. Actualmente, los analistas que conocen cómo operar con el Cyberanálisis, establecen en el contrato analítico (Carlino, R. 2012) un encuadre que considera la posibilidad de continuar por Cyberanálisis cuando el analizante y/o el analista se ausenta temporariamente. Actualmente la mente humana está siendo puesta cada vez más en situación de tener que poder arreglárselas con lo inestable y también lo imprevisto. Ejemplos ilustrativos:
Analizantes que, para no perder la sesión, se comunican desde un bar o desde el baño de su habitación de hotel como único lugar privado que fue encontrado.
Analizantes que pretenden comenzar su sesión desde su auto, sin detener la marcha, porque se les está haciendo tarde para llegar a sesión, intención no aceptable por no estar instalada una adecuada situación analítica. (Etchegoyen, R.H. 2009) pues no ofrece ocasión propicia para la “regla fundamental” ni para la “atención flotante”, salvo que detuviera el auto.
¿Pueden ser abordadas las resistencias?
Las resistencias son parte constitutiva de un análisis. Su abordaje no depende del método implementado sino, en principio, de la comprensión perceptiva del analista (Rosenfeld, D. 2015) que, de no ser así, éstas se manifestarán como actuación transferencial ↔ contratransferencial en oposición al trabajo elaborativo.
Entender psicoanalíticamente al analizante implica estar atento a los avatares resistenciales que contiene todo proceso analítico. Para poder captarlo e interpretarlo, se debe estar siempre atento a percibir los indicios aportados por el devenir del material y por fugaces o insistentes ocurrencias contratransferenciales (Racker, H. 1960) y tener la honestidad afectivo-intelectual de hacerse cargo de ellas a través del autoanálisis y, de ser necesario, buscar ayuda en una supervisión y/o en un análisis (Carlino, R.; Torregiani; V. 1988).
El Cyberanálisis debe ser concebido desde su propia estirpe analítica y no corresponde ser comparado con el método clásico originario pues ambos tienen su propio setting que requiere un abordaje específico.
Algunas precisiones, asentimientos y objeciones
El término virtual con que suele adjetivarse este análisis, promueve confusión que superpone el atributo “virtual” utilizado en Física y en Informática con la naturaleza específica del diálogo analítico que se vale de medios electrónicos de comunicación como instrumento para una real comunicación. De esta superposición terminológica surgen denominaciones que confunden, tales como suponer que la comunicación, el análisis y también la sesión son virtuales cuando que, tan reales son, que producen efectos analíticos.
Este método, en sus inicios, fue severamente objetado por Argentieri, S. y Amati Mehler, J. (2003). Era considerado una resistencia a reconocer que, si el analizante no podía concurrir al consultorio, ese análisis se tornaba imposible. Afirmaban que su implementación fuera del consultorio evitaba analizar la angustia de separación, juicio éste surgido de una premisa que considera como único y posible tratamiento psicoanalítico al implementado en un consultorio.
Desde ese entonces hasta ahora, son muchos los analistas que vienen expresando su adhesión a esta práctica en Ateneos clínicos, Congresos y en libros publicados; (Carlino, R. 2005; 2010; 2011); (Scharff, J. S. comp., 2013, 2015, 2017); (Aryan, A. y Carlino, R., 2013, 2014); (Briseño Mendoza, A. 2014); (Bastos, A.; Czalbowsky, S. y Roperti, E. 2018, comp.) y en otras numerosas publicaciones que abordan el Cyberanálisis.
“Presencia comunicacional”
La Tecnología de la Información y Comunicación (TIC) ha influido en la preconcepción subjetiva y objetiva de distancia y de presencia que lleva a redefinir lo que está presente o ausente, lo cercano y lo distante, lo posible o imposible de alcanzar comunicativamente.
Este método analítico mediado por telecomunicación tiene sus propias reglas y requiere una cuota de colaboración de la parte adulta de la personalidad del analizante. Ambos participantes contribuyen con los aspectos materiales del encuadre, cada cual desde su propio lugar. Deben estar atentos a las reglas que, de por sí, impone el método. No hacerlo puede ser una resistencia o una renegación de la realidad comunicativa. Los obstáculos a la instalación de la presencia comunicacional en parte se atenúan con el uso de video cámara, pues la imagen algo también “trasmite”.
Una creencia espontánea, no reflexiva, supone que el diálogo analítico acontece en el consultorio o, en nuestro caso, en el aparato de comunicación empleado, lo que lleva a equívocos conceptuales. Ambos lugares sólo cumplen el rol de “campo de juego” en que se da el encuentro coloquial que trascurre durante la sesión y ocurre en la mente de sus protagonistas.
En función de todo lo expuesto, aquellos analistas que piensan que no les resulta posible analizar intermediado por un medio de comunicación, no tendrán que hacerlo, pero no por ello afirmar que no es posible, mientras haya analistas que sí pueden lograrlo.
Bibliografía
Argentieri, S.; Amati Mehler, J., “Análisis por teléfono” en “En profundidad”, Revista de API, Vol. 12, Issue 1, 2003.
Aryan, A.; Carlino, R., “The power of the establishment in the face of change: Psychoanalysis by telephone” Chapter fifteen en Psychoanalysis ONLINE. Ed. por Jill Savege Sharff, London. Karnac, 2013.
Bastos, A.; Czalbowsky, S.; Roperti, E. (comp.), El reto de la psicoterapia en internet, Madrid, Editorial Psimática, 2018.
Berenstein, I., “El sujeto como otro entre (inter) otros” en Glocer Fiorini, Leticia (comp.) Lugar Ed. y APA Ed., 2004.
Briseño Mendoza, A., “Análisis por teléfono y/o Skype: Ficción, Realidad, Figurabilidad” en XXX Congreso FEPAL, Buenos Aires, 2014.
Cantis Carlino, Diana, Carlino Ricardo, “Diálogo analítico, un diálogo múltiple.” Psicoanálisis. Revista Asociación Psicoanalítica de Bs. As., APdeBA Vol. IX Nº 3, pp 153-172, 1987.
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