En resumen, la primera buena razón por la que debemos esforzarnos por darnos un impulso emocional es que nuestra calidad de vida se ve mejorada. Y, como las personas optimistas son más divertidas, ¡la calidad de vida de aquellos con quienes nos asociamos también será mejor!
La gente feliz vive más
En 2001, investigadores de la Universidad de Kentucky publicaron un estudio fascinante sobre la longevidad de las monjas.16 Los investigadores descubrieron las autobiografías de 180 monjas que habían sido escritas cuando las monjas ingresaron por primera vez al convento en la década de 1930. Analizaron el tono de estos escritos, si eran alentadores y optimistas o tristes y pesimistas, para ver si influía en cuánto tiempo vivieron. Vale la pena señalar que las monjas son ideales para un estudio como este, porque sus hábitos y su estilo de vida son similares (niveles similares de dieta y actividad física) y es poco probable que consuman drogas o participen en otras actividades riesgosas. Los investigadores descubrieron que menos de una de cada cinco de las monjas menos felices seguían vivas a la edad de 93 años, mientras que más de la mitad de las monjas más felices sí lo estaban.
Otros estudios han replicado hallazgos similares.17 Al analizar los escritos de conocidos psicólogos fallecidos, los investigadores de la Universidad de Kansas descubrieron que aquellos que usaban palabras emocionales más positivas vivían unos tres años más.18 Otro estudio encontró que las personas mayores con una perspectiva más positiva hacia el envejecimiento vivieron 7,5 años más que aquellos que no compartían la misma perspectiva optimista.19
Para ir un paso más allá, los investigadores de la Universidad Estatal de Wayne se preguntaron: “¿Puede la longevidad ser predicha por algo tan simple como cuán sonriente aparece alguien en una fotografía?” Para probarlo, tomaron 230 tarjetas coleccionables de béisbol de grandes ligas de 1952, calificaron la “intensidad de la sonrisa” del jugador en la tarjeta y cruzaron esa información con la cantidad de años que cada uno vivió. Sorprendentemente, los jugadores que sacaron las sonrisas más amplias, descritas como una sonrisa de Duchene , vivieron en promedio siete años más que aquellos que no sonrieron en absoluto.20
Una sonrisa que agrega siete años de vida extra es increíble, especialmente cuando consideramos que llevar una dieta saludable, estar físicamente activo y no fumar solo agregan aproximadamente dos años cada uno a la expectativa de vida.21 Obviamente, no se trataba solo de una sonrisa: los jugadores de béisbol sonrientes de esta investigación probablemente eran más sonrientes la mayor parte del tiempo. (Aunque podría valer la pena sonreír más en las fotos, por si acaso.)
Un poco más adelante, examinaremos por qué ser felices aumenta nuestra esperanza de vida, particularmente en relación con el funcionamiento de nuestro sistema inmunológico, pero una cosa está clara: las personas felices tienden a vivir más tiempo. Después de revisar muchos estudios que examinan la relación entre la longevidad y la felicidad, el reconocido investigador Dr. Ed Diener estimó que es probable que una persona muy feliz viva entre 4 y 10 años más que su vecino poco feliz.22
Pareciera que el antiguo proverbio es correcto: “Ser alegre te mantiene saludable; es una muerte lenta estar triste todo el tiempo” (Prov. 17:22).23
Las personas felices tienen más éxito
Para continuar con el tema de “estudios sonrientes”, un estudio encontró que el grado en que las mujeres sonreían en su foto del anuario de la universidad pronosticaba significativamente sus niveles de bienestar y satisfacción matrimonial 30 años después, incluso después de tomar en cuenta cuán físicamente atractivas o socialmente deseables se considerara que eran esas mujeres.24
Los beneficios de la felicidad con respecto a la productividad en el lugar de trabajo se han demostrado repetidamente.25 Los empleados más felices son más creativos, muestran un rendimiento superior, están más inclinados a “hacer la segunda milla” y realizar actos más útiles que se traducen en un mejor servicio al cliente.26
Las personas más felices también tienden a estar más presentes, de diversas maneras. Primero, exhiben menos ausentismo, al tomar menos días libres. Pero, quizás aún más importante, demuestran niveles más bajos de “presentismo ausente”. ¿Conoces la sensación de “estar allí pero no estar realmente allí”? Las personas felices tienden a experimentarlo menos: cuando están allí, ¡en realidad están allí! Por lo tanto, no es sorprendente que las personas felices tiendan a ganar más: un estudio encontró que ganan hasta un 30 % más.27 ¡Vale la pena ser feliz!
Obviamente, es importante tratar bien nuestro Limbo. Puede afectar nuestra calidad de vida, nuestra expectativa de vida y cuán exitosos podríamos ser. Pero, aún hay más que necesitamos saber sobre nuestro Limbo. Si bien la función principal del Limbo está relacionada con nuestros sentimientos, también tiene otras tres funciones importantes. Al considerarlas, ten en cuenta que estas otras funciones siempre están vinculadas a su función principal, que son los sentimientos.
¿Necesitas ayuda con tu memoria a veces? ¿Te encuentras olvidando cosas que deberías recordar, pero recordando cosas que probablemente deberías olvidar? Es nuestro Limbo el que decide qué se archiva y qué se olvida, y toma esa decisión sobre la base de cómo se siente .
Para ilustrar, ¿alguna vez has tenido la vergonzosa experiencia de conocer a alguien por primera vez solo para que su nombre desaparezca de tu mente momentos después de que te lo hayan dicho? Lo que lo hace más vergonzoso es cuando claramente han tomado nota mental de tu nombre y lo insertan en cada oración al menos tres veces: “Entonces, Darren, dime Darren, ¿cómo va tu día, Darren?”
Es incómodo volver a preguntar su nombre porque sugiere un factor de baja atención cuando lo escuchamos la primera vez. En otras palabras, si no hay un sentimiento fuerte asociado a algo, tendemos a olvidarlo. Por eso, Dale Carnegie, autor de How to Win Friends and Influence People [Cómo hacer amistades e influir en las personas], afirma que el sonido más dulce para cualquiera es el sonido de su propio nombre. Comunica que nos importa.
Por otro lado, no tenemos problemas para recordar el nombre de cierta persona que hace latir nuestro corazón. No recuerdo mucho sobre el tercer grado, no recuerdo el salón de clases o la maestra, pero sí recuerdo el nombre de la chica por la que me sentía atraído. Cuando me sentaba a su lado en la hora en que nos contaban historias, mi corazón latía con fuerza en mi pecho. Los sentimientos fuertes promueven recuerdos fuertes y recuerdo su nombre hasta el día de hoy.
Mientras estamos en el tema de la escuela, ¿qué maestros aparecen más prominentemente en tu memoria? Tengo dos. El primero tenía una política obligatoria de azotar al menos a la mitad de la clase cada vez que nos reuníamos, así que vivía con miedo de él. El segundo se interesó en mí y me instruyó, lo que me hizo sentir bien conmigo mismo. Recuerdo poco de lo que me enseñaron, pero siempre los recordaré por la forma en que me hicieron sentir.
Vale la pena reflexionar sobre esto. Lo que más recordamos de las personas es la forma en que nos hacen sentir. Entonces, ¿cómo hacemos sentir a los demás? Seremos recordados, o no, por ello.
El mensaje final es que nuestro Limbo, el principal responsable de nuestros sentimientos, también está a cargo de nuestros recuerdos. Si no experimentamos un fuerte sentimiento en relación con algo o alguien, probablemente lo olvidaremos; si el sentimiento es fuerte, probablemente lo recordaremos. Si los sentimientos son lo suficientemente intensos, como cuando un evento aterrador desencadena una fobia, podemos recordarlo toda la vida.
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