SOLEDAD DEL VALLE RIVAS
BIG BANG
Novela y Texto Dramático Infantil de Ciencia Ficción
Rivas, Soledad del Valle
Big Bang. Novela y texto dramático infantil de Ciencia Ficción / Soledad del Valle Rivas.- 1a ed.- Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2021.
70 p. ; 21 x 15 cm.
ISBN 978-987-87-1508-7
1. Narrativa Infantil y Juvenil Argentina. 2. Novelas de Ciencia Ficción. I. Título.
CDD A863.9283
EDITORIAL AUTORES DE ARGENTINA
www.autoresdeargentina.com
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Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723
Impreso en Argentina – Printed in Argentina
Este libro está dedicado especialmente a mi hija Aluney Milagros Quinteros, que se subió a un cohete y en un periquete llegó a lo más lejano del universo.
OBRA INFANTIL DE CIENCIA FICCIÓN “BIG BANG” EN DOS FORMATOS:
NOVELA INFANTIL Y TEXTO DRAMÁTICO, PREPARADO PARA LA REPRESENTACIÓN.
La casa de los bisabuelos es grande. Es tan grande que vivimos en el garage mi mamá, mi papá y yo. Mi casa todavía no la terminaron y eso a mi papá lo pone muy nervioso, seguir viviendo de prestado, como dice mi mamá.
Juego en el patio y mi mamá me manda adentro, porque es víspera de Año Nuevo. Mi papá dice que después de brindar nos vamos a ir a dormir a la casa nueva. Para mí esta loco, le falta el piso, pero como a él no le gustan las fiestas prefiere irse a dormir no bien sean las cero horas.
A mí me gustan las fiestas, porque se comen cosas ricas dos días seguidos y también juego con mis primos, ya que todavía soy hija única. Yo me pongo a pensar cómo sería tener un hermanito o hermanita, siempre le pregunto a mi mamá cuándo va a tener un bebé y ella dice que cuando yo empiece la escuela. Para eso no falta mucho, pero todavía no quiero pensar en estudiar.
La bisa María pega el grito, ya son las cero horas, hay que brindar. Todos alzamos las copas y pedimos un deseo para este 2020. Yo pido dejar de ser hija única, espero que se cumpla. Terminamos de chocar las copas y salta mi papá diciendo que nos vamos a dormir a la casa. Mi mamá agarra las frazadas y las colchonetas. Yo les pongo la correa a los perros y nos vamos.
Llegamos a la casa sin terminar, tiramos las colchonetas en el suelo, nos acostamos los tres, yo por supuesto en el medio. Los perros quedan afuera ladrando y llorando toda la noche, por más que mi papá los retara no pararon; así que mi papá al no dormir bien se levantó de mal humor. Mi mamá dijo que cuando está así no hay que hablarle.
Nos fuimos a comer asado a lo de la bisa. Y cuando terminamos de comer mi papá delante de todos dijo que no bien termine de poner el piso nos vamos. Pasaron unos días y terminaron de colocar el piso y se cumplió la promesa, nos mudamos.
Fue el mejor verano de mi vida, estábamos felices en mi casa nueva. Nos quedábamos hasta tarde en el patio jugando con los perros. Plantamos un nogal, papas, choclo, zanahoria, tomate y muchas verduras más. Siempre teníamos algo que hacer en el patio y yo feliz como una perdiz. Hasta que el verano terminó y llegó el momento más importante de mi vida: empezar la escuela.
Hoy es lunes, es mi segunda semana de escuela. Al principio no quería ir. Me asustaba la idea de conocer a niños y niñas de mi edad, porque son insoportables y peleadores. Mi papá me dijo que la escuela no es solo para aprender a leer y escribir, sino que también vas a jugar y hacerte de nuevos amigos. La verdad es que mi papá tenía razón, me hice de un amigo, él se llama Iván y le gustan las figuritas como a mí.
Me levanté para ir a la escuela más temprano que de costumbre. Miré por la ventana para ver si las personas salían con campera o remera, porque está por terminar el verano y va a empezar el otoño. Pero parece que están todos durmiendo, solo se ve cómo caen las hojas de los árboles. Voy corriendo a despertar a mi mamá para ver si yo me confundí, tal vez hoy es domingo y no lunes.
Mi mamá me pone esa cara rara, esa cara de cuando me va a contar algo triste. Yo me senté y esperé a que me contara qué estaba pasando. Y me dijo que no se ven personas porque no se puede salir a la calle. Es peligroso, por eso nos piden que nos quedemos en casa. Pero yo quedé en ir a jugar con Iván a la plaza después de la escuela. —¿Cuándo se va a poder salir? —“Eso todavía no se sabe”, me contestó mi mamá, y es ahí cuando me puse a llorar, como escuerzo y pataleo como loca. La idea de no salir a jugar no me gusta, pero miro a mi papá que pone esa cara de ogro, de pocos amigos, se está enojando; así que contengo el llanto, me seco las lágrimas, me voy de la pieza antes que esto se ponga peor y me termine castigando.
Pese a la explicación de mi madre, yo no me quedé conforme, por eso me puse a buscar información en el diario de lo que estaba pasando, pero tengo un problema: yo no sé leer. Así que sin que nadie me viera, tomé la radio que estaba en la cocina y me fui corriendo a mi pieza.
Prendo la radio y se escucha hablar a un hombre que dice: “la tierra fue acechada por un virus letal que ataca al aparato respiratorio, hasta hacer explotar los pulmones y dejar sin vida a la persona que tenga el virus, para no contagiarse sugerimos quedarse en casa”. Pobre papito, él me dijo que tiene que ir a trabajar, que es una actividad esencial ¿Y si se le revientan los pulmones como un sapo? No sé si los sapos se revientan, pero eso dice mi tía Ariana, cuando alguien se enoja. “Vas a reventar como un sapo”. Yo no quiero que mi papá se muera nunca. Además, él me prometió que va a vivir 100 años y las promesas se cumplen, si no, no son promesas.
La radio no me gusta, dice muchas cosas que me ponen triste. Pero tengo que ser una niña valiente y seguir escuchando lo que dice este señor que habla con una voz gruesa: “hay rumores de que el virus fue lanzado por alienígenas. Esto fue el resumen de noticias por FM 101.7”.
Yo sabía que existían los alienígenas. La otra vez con la tía subimos al techo de su casa y vimos un platillo volador. Nos pegamos terrible susto, fuimos corriendo a contarle a mi mamá y no nos creyó, dijo que los alienígenas no existen.
Dejo la radio en la cocina sin que nadie me vea, me voy a mi cuarto a buscar los binoculares, tal vez teniendo mejor visión pueda descubrir si hay alienígenas cerca. Cuando estaba en el mejor momento de mi investigación mi mamá me llama a comer.
Se hizo de noche y tengo que hacer algo que mucho no me gusta, bañarme. Estoy en el baño, con un pato de hule, un perro gordo y negro, que se llama Zamba; y mi mamá sentada en el inodoro dándome las instrucciones de un buen baño. Termino de bañarme, me envuelvo en la toalla y me seco bien el pelo y los pies. El pelo tiene que estar bien seco, me dice mi mamá porque si me acuesto con la cabeza toda mojada me voy a enfermar y me van a salir hongos, yo ni idea de qué son los hongos, pero suena feo. Termino de secarme y me voy a mi habitación.
Me gusta mi habitación. Me gusta que las paredes estén dibujadas con los planetas y que el techo tenga estrellas que se iluminan por las noches. Me pongo el pijama. Pero no tengo sueño, lo que escuché por la radio me despertó la curiosidad y no paro de pensar si es verdad. Así que espero que mi mamá se vaya, para ponerme a investigar.
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