Una de ellas establece que la placentofagia es una conducta de prevención contra los depredadores, puesto que permitiría eliminar una fuente de olores importante que podría atraerlos al lugar del parto; otra plantea que la placenta es una fuente de nutrientes y que aporta hormonas que facilitan la síntesis de leche; una tercera indica que puede disminuir el estrés y el dolor del parto sufrido por la hembra, debido a que podría potencializar el efecto de los opioides, ya que se ha demostrado que la placenta contiene un conjunto de moléculas que se conocen como «Factor placentario potenciador de los opioides» (POEF, por sus siglas en inglés), que actúa aumentando el efecto analgésico. De ahí que sea posible que esta sustancia esté relacionada con la disminución del dolor posparto [17d].
La ausencia de la placentofagia ha sido asociada con el rechazo de los bucerros por parte de la madre, además de la interrupción del lamido y olfateo de la cría. Por ejemplo, algunas situaciones estresantes en el momento del parto (presencia de perros, aves rapaces o personas que asustan a los animales) pueden obligar a la búfala a alejarse, provocando el rechazo posterior de los bucerros o disminuyendo el tiempo de atención a los neonatos. Asimismo, cuando el proceso de parto se lleva a cabo en corrales con mucho lodo (época de lluvia) o mucho estiércol debido a deficiencias en la limpieza, se puede ocasionar que los bucerros se ensucien y la madre confunda su olor evitando el lamido y olfateo de la cría, por lo que será necesario que el personal limpie al bucerro y que, posteriormente, lo coloque con su madre en un corral seco[23].
Por otro lado, se ha documentado que las hembras de condición corporal baja (delgadas) tienen mayor probabilidad de abandonar a sus crías [21b]. La adopción de otros bucerros por parte de las madres, antes del parto, también podría influir en el rechazo de la cría [21c]. Finalmente, las distocias y la baja vitalidad de los bucerros podrían causar el rechazo de sus madres [19c]. La inducción controlada del parto podría ser una herramienta muy útil para facilitar su observación, así como la detección y corrección de distocias, lo que reduciría las muertes perinatales de los bucerros. Previamente se ha informado que la aplicación de dexametasona combinada con cloprostenol a los 330 días de gestación en búfalas, provocó la inducción del parto entre las 12 y las 47 horas, disminuyendo la retención placentaria y la presencia de distocia. En el caso de los bucerros se observó mayor viabilidad en comparación con el grupo control[24].
Se ha establecido también que las hembras de ganado ovino y caprino presentan selectividad materna, que se refiere a que durante la formación del vínculo las madres solo alimentarán a su propia cría [14b]; sin embargo, las búfalas tienen un comportamiento diferente debido a que suelen «adoptar» o «permitir» el amamantamiento simultáneo por parte de múltiples crías no propias [20b], [25], incluso algunas búfalas proporcionan el mismo cuidado (lamer u oler) a los bucerros ajenos (Figura 2) [2g]. Este comportamiento fue denominado por Murphey, et al.[26] como aloamamantamiento, amamantamiento comunal o colectivo [26b]. Estudios previos han señalado que esta conducta puede asociarse con la falta de experiencia materna en hembras jóvenes, la identificación errónea de la madre por parte del bucerro, el robo de leche porque fueron rechazados por su madre o como consecuencia del hacinamiento en los sistemas de estabulación [2h], [6b], [27].
La conducta de aloamamantamiento en los búfalos resulta muy costosa para los sistemas de producción, aparentemente, ya que la leche de una madre que podría emplearse en la alimentación de su propio bucerro se distribuye a otros, generando una correlación negativa (r = -0.498, p<0.05) entre la aceptación de otros bucerros y la tasa de crecimiento del bucerro propio[28]. Adicionalmente, los bucerros podrían estar más expuestos a contraer lesiones resultantes del comportamiento agresivo de las búfalas que no los llegan a aceptar[29]. Sin embargo, algunos autores mencionan que el aloamamantamiento tiene un efecto positivo sobre la producción diaria y total de leche, ya que las búfalas que tienen esta conducta producen una mayor cantidad en comparación con las búfalas que no lo presentan [25b]. Esto sería útil, ya que si se identifica a las búfalas que son propensas a esta conducta podrían ser usadas como posibles nodrizas y así incrementar la supervivencia de los bucerros huérfanos [28b], además los excedentes de leche que reciben de otras hembras pueden mejorar el peso y proporcionar beneficios inmunológicos como consecuencia del contacto múltiple con otras madres[30] (Figura 3).
Figura 2. Amamantamiento comunal, grupal o aloamamantamiento
A) y B) Las búfalas en lactancia permiten que otros bucerros se alimenten de ellas. Fotografías: Luis Alberto de la Cruz-Cruz.
Figura 3. Sistema de crianza de bucerros con nodrizas en Costa Rica. Se recomienda que cada nodriza tenga entre dos y cuatro bucerros
Fotografía: Luis Alberto de la Cruz-Cruz.
Otro de los comportamientos maternos importantes es el cuidado y protección de la cría, reportes de Venezuela señalan que los búfalos domésticos muestran conductas defensivas similares a las de los búfalos silvestres, independientemente del tipo de sistema de crianza; así, cuando las crías están en peligro, las búfalas forman círculos a su alrededor y los machos se colocan frente a ese círculo manteniéndose vigilantes, actitud distinta a la que asumen los vacunos que más bien tienden a dispersarse[31].
En general, en las especies precociales los recién nacidos pueden seguir a sus madres poco después del nacimiento, claramente las crías nacen con sistemas motores y sensoriales relativamente maduros para levantarse y acompañar a sus madres, ya que naturalmente son especies gregarias que viven en grandes grupos que están en constante movimiento en busca de alimento [19d]. No obstante, las búfalas, al igual que los vacunos y otros ungulados silvestres, suelen esconder a los bucerros (Figura 4); se ha visto que las madres regresan por la noche o algunas veces durante el día para amamantarlos [5f], aunque en un estudio de Brasil se encontró que esta conducta de «esconderse» es principalmente a elección del bucerro [19e]. Por el contrario, en los pequeños rumiantes (especialmente en los ovinos) las madres sirven de guía para escapar del peligro o de situaciones de amenaza, por lo que se conocen como «especies seguidoras» [20c].
Se sabe que los terneros vacunos pueden reconocer a su madre a través de los sonidos que esta emite dentro de las primeras 24 horas, aunque en presencia de la madre los terneros no vocalizan con frecuencia debido, posiblemente, a una estrategia de supervivencia para evitar atraer depredadores [3c], lo que también se ha observado en los búfalos. Lo anterior se convierte en un problema cuando los búfalos se mantienen en condiciones de pastoreo continuo en grandes extensiones de terreno, ya que es necesario asegurarse que después del parto los bucerros ingieran calostro, además se debe dar atención y cuidado al ombligo, lo que se complica debido a esta conducta natural en la especie [23b].
Figura 4. Madre en vigilancia y bucerro escondido en la vegetación. Los bucerros permanecen quietos en un lugar mientras la madre se alimenta
Fotografía: Álvaro Salas.
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