Una vez leí en un libro de Jorge Bucay que todo aquello que te cuesta un esfuerzo enorme, superior a tu voluntad y deseo, se convierte en algo que se pospone; que se posterga hasta ni saber cuándo, generando en nosotros la creencia limitante (y falsa) de «no poder» con ello; que es mejor aceptar la realidad: no queremos «eso», o no nos gusta tanto como pensamos; que deberíamos descartar ese objetivo, pues no es un deseo real y verdadero. Sin embargo, y aun estando de acuerdo con él, yo creo que no deberíamos confundir el esfuerzo que hay que hacer para obtener o llegar a cualquier objetivo que se precie, con el «quiero todo, pero sin tener que implicarme o esforzarme».
Cada uno sabe, o al menos debería, qué es lo que de corazón quiere y lo que no. Y qué está dispuesto a dar o perder en pro de eso que lo haría tan feliz. Sabiendo hasta dónde vamos a llegar, sabremos hasta qué punto nos queremos esforzar y si nos merece la alegría (o no) dicho esfuerzo.
Por otro lado, y siempre unido a esto, tenemos la disciplina. Es bastante improbable que una persona obtenga algo con poca disciplina. Debemos tener un equilibrio entre lo disciplinado y la anarquía total. Si somos disciplinados e invertimos nuestro tiempo en vez de perderlo, llegaremos lejos. Tan lejos como queramos, pero siempre sabiendo que hemos dado todo lo que teníamos.
En capítulos posteriores te hablaré de cómo implantar hábitos y cómo aprovechar más las horas de tu vida y ser más productivo. Verás que si los pones en práctica, obtendrás una satisfacción mayor que si dejas que el tiempo sea el que planifica tu vida y no viceversa. Y, como me gusta decir, no lo hagas porque yo lo digo. Compruébalo por ti mismo y si te da resultados óptimos, adelante, sigue con ello.
Siempre he dicho que la suerte es para los mediocres y que la «mala» suerte no existe o no se da en todas las circunstancias. El factor real, la gran mayoría de las veces, es «causa y efecto». Eso que se llama comúnmente en nuestra sociedad «mala suerte» en un examen, sea de oposición o no; en un trabajo; en las relaciones, sean de pareja o no; en tu físico…, es la consecuencia directa de no prepararse o de no trabajar en ello. Si nunca lees, no te preparas, no estudias; si nunca asistes a formaciones, cursos, congresos; si no quieres madrugar ni pelear por lo que quieres, no escuchas experiencias de otras personas que te puedan ayudar; si no ahorras nada ni inviertes, si no duermes bien, si a menudo te excedes, no te alimentas bien ni haces deporte…, no puedes culpar a nadie. Eso es responsabilidad individual. Si soy suficientemente capaz de estudiar y trabajar lo necesario y voy preparada a la oposición, al examen o a la entrevista de trabajo; si cuido por norma mi cuerpo y mi mente, no debo esperar que la suerte me acompañe. Ya que sé de buena fuente que tengo las circunstancias favorables de mi lado y eso me hará vencer las pequeñas limitaciones que se me presenten. Y empezaré a ser responsable y dejaré de quejarme y de culpabilizar a la mala suerte.
La fórmula no secreta del éxito: TÚ
Hace unos años, un amigo me dijo (y cito palabras textuales): «Tú, es que siempre consigues lo que quieres». Yo en ese momento me quedé un tanto sorprendida por su apreciación, pero en el fondo sabía que su afirmación era absolutamente verdadera.
Eso me dejó marcada y a lo largo de los años he comprendido y aceptado que sí, que consigo todo lo que quiero y que cuando no lo obtengo, busco la fórmula, manera, forma o sinónimo que le quieras poner, para al final tener lo que deseo.
Tal vez mis palabras te suenen a egocentrismo, pero nada más lejos de la realidad. El egocentrismo se trata de hacer alarde, allá donde vayas, de tus logros, y de querer ser más que otros y destacar a toda costa. Yo lo que promuevo, y quiero que tú integres, es mi fórmula mágica del éxito: TÚ.
Que proviene de:
empoderamienTo
Único
Donde sabes de antemano que el «no» no existe.
Donde probarás y probarás opciones hasta alcanzar tu objetivo.
Donde todas tus células creerán en ti.
Donde tus neuronas solo generarán pensamientos positivos que te llevarán a resultados tan óptimos como ellos.
Donde el esfuerzo valdrá la alegría y la felicidad que te proporcionarán.
Donde el número de plazas de oposición no es importante. ¡UNA YA ES TUYA!
Donde ser y esencia van de la mano para que tu autenticidad no se vea empañada por la aprobación externa o el qué dirán.
Y así podría seguir eternamente escribiendo «dondes». No obstante, quiero que empieces a hacerlo tú. Te dejo un espacio para ti, para que escribas con el corazón y plasmes todo aquello que le quieras decir a tu cerebro. Déjate llevar y empieza tu fórmula mágica del éxito desde ahora mismo.
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Reflexión personal sobre mi historia pasada
No reniego de ella. Me ha hecho ser como soy y le doy las gracias por ello.
No quisiera deshacer ninguno de los momentos vividos ni de las experiencias tenidas. Me han formado como mujer.
No dejo de pensar que simplemente es pasado y con un buen aprendizaje queda en solo eso: algo pasado.
Tu reflexión personal de tu historia pasada
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