El mundo actual, condicionado por la comunicación digital, contempla cómo se han modificado las formas y los espacios destinados para la producción de los textos, los dispositivos utilizados para su diseminación por el ciberespacio, los usuarios potenciales y los lugares de almacenamiento de la memoria, entre otras transformaciones sustantivas. En este contexto, el viaje, como lectores, que nos propone Presencias del pasado aporta claves de análisis desde la perspectiva de la historia cultural de lo social y proporciona elementos de comprensión de las profundas mutaciones a las que nos somete el mundo digital. La experiencia del texto se presenta, pues, como un antídoto, servirá de guía para circular por el desorden informativo del presente y ayudará a discriminar lo sustantivo de lo accesorio. Según el profesor Roger Chartier, a la Historia corresponde «procurar a los ciudadanos de hoy en día los instrumentos críticos que permiten rechazar las falsificaciones y establecer los conocimientos sin los cuales no hay democracia».
FRANCISCO M. GIMENO BLAY
1. «Presencias del pasado».
2. Concretamente en «Curiosidad, lectura y ocio en el Siglo de Oro», «Barroco y comunicación», «La construcción estética de la realidad», «Encuentros. Cervantes en Inglaterra, Inglaterra en Cervantes» y «Los hombres encantados».
3. «Edición y Universidad (siglos XV-XXI)».
4. «Esto no es una ego-historia. Generaciones de lecturas».
DISCURSOS
PRONUNCIADOS EN EL ACTO
DE INVESTIDURA
(31 de mayo de 2019)

Rectora Magnífica,
autoridades académicas,
compañeros de claustro,
señoras y señores:
El profesor Roger Chartier se definía a sí mismo, el 3 de marzo de 2019, como «un historiador del libro, de la lectura y de la cultura escrita» preocupado por desentrañar las «modalidades sucesivas de la relación» existente «entre libro y texto, objetos escritos y discursos, materialidad y lectura». Ahora bien, este afán que ha centrado su atención en la Edad Moderna y ha mostrado especial interés, entre otras, por la literatura española del Siglo de Oro no ha alejado su mirada de sus preocupaciones como ciudadano que asiste atónito, como la mayoría de todos nosotros, a las manipulaciones burdas de la realidad producidas en la esfera digital, y que incluyen mentiras y falsedades dentro de un espacio de aparente libertad. El profesor Chartier se ha preguntado constantemente cómo hacer frente a todas aquellas coerciones que, en la actualidad, obstaculizan la difusión del conocimiento y socavan, al mismo tiempo, la vida democrática. Su trayectoria investigadora le ha proporcionado algunas claves que ha expuesto recientemente en el libro Cultura escrita y textos en red . 1
El universo de estudio transitado por el profesor Roger Chartier queda perfectamente delimitado por los verbos producir y consumir aplicados a la historia de la cultura escrita de una sociedad determinada. Se trata de dos momentos de singular relieve en el proceso comunicativo, identificados con los mundos del autor y del lector, utilizando la expresión de Augusto Roa Bastos, que Mario Benedetti describió con los versos: «El autor no lo hizo para mí / yo tampoco lo leo para él».
El primer aspecto, producir la cultura escrita , abarca un amplio espacio que atraviesa el tiempo histórico que media entre la tardía antigüedad y el presente. No siempre los autores han mantenido la misma relación con los textos que producen, fruto de su imaginación o estudio, y, además, solo en épocas recientes se han regulado los derechos de autor, el copyright , a los que el profesor Chartier ha dedicado, en ¿Qué es un autor? 2o «Figures d’auteur», 3entre otros, una interesantísima reflexión sobre el autor a partir de un celebérrimo texto de Michel Foucault.
Aunque la cultura escrita de la época impresa introdujo variaciones sustantivas que afectaron a las formas de circulación de los textos, algunas de sus características fueron herederas de la época manuscrita. No debemos olvidar que el texto, abstracto sensu , no existe. Existe gracias a un objeto material, el libro, que posibilita el encuentro entre el autor y el lector. Este encuentro se halla mediatizado muy especialmente por la pléyade de mujeres y hombres que intervienen en el proceso de elaboración de los textos, como ha puesto de relieve en La main de l’auteur et l’esprit de l’imprimeur 4y en «El texto entre el autor y el editor». 5En opinión de Jorge Luis Borges, «el libro no es un ente incomunicado, es una relación, es un eje de innumerables relaciones». Hemos descubierto, con la investigación llevada a cabo por el profesor Chartier, la legión de personas que han contribuido a vertebrar el proceso comunicativo del que han formado parte los textos que el tiempo y nuestros antepasados nos han legado. La materialidad de los textos los hizo tangibles, y nosotros los recordamos por la relación que con ellos establecimos cuando los descubrimos por primera vez; a este respecto, no se puede olvidar la interesantísima reflexión «¿Qué es un libro?», recogida en el libro ¿Qué es un texto? , editado en Madrid por el Círculo de Bellas Artes. 6
La materialidad con la que los textos se presentan al lector, la que posibilita el encuentro creativo, no la gobierna el azar; son muchas las personas que intervienen en su configuración definitiva. El profesor Roger Chartier, guiado de la mano de don Quijote en su visita a la imprenta barcelonesa (cap. II, LXII), nos ha enseñado a indagar el entramado de los actores responsables, analizando sus competencias y actuaciones; don Quijote, Víctor Alonso de Paredes, Quevedo, Lope, Calderón, le han descubierto el mundo en el que se produjeron los libros. La concurrencia de todos ellos genera una tensión, o quizá un conflicto, entre la voluntad del autor, los intereses editoriales y las prácticas mecánicas que intervienen en el proceso productivo. Múltiples han sido las contribuciones del profesor Chartier en este sentido, en el que recordaré la monumental obra Histoire de l’édition française , codirigida con Henri-Jean Martín. 7
Analizando las prácticas de escritura de una sociedad, el profesor Chartier ha distinguido, asimismo, entre las estrategias de dominación del poder –el cual se sirve de ellas para organizar y controlar una sociedad imponiéndole sus normas– y las prácticas de apropiación por parte de quienes, siendo conscientes de la importancia de los vehículos de comunicación, se adueñan de ellos con la intención de utilizarlos en su propio beneficio. De ese modo la cultura escrita y la literatura de época moderna transitan Entre poder y placer , 8como ha recordado certeramente en múltiples ocasiones. Vivir al margen de la cultura escrita se ha convertido, a través de la historia, en un estigma, cuando no una lacra, soportada y padecida por los analfabetos. Y en este contexto, la pluralidad de competencias alfabéticas se vislumbra como el reflejo de una sociedad injusta que distribuye sus riquezas de manera desigual. El analfabetismo ha golpeado y golpea, todavía hoy, a las clases sociales más desprotegidas y, muy especialmente, a las mujeres, a las que, históricamente, ha marginado. El profesor Chartier ha indagado la relación existente entre «escritura y memoria» a propósito del «librillo» de Cardenio, sirviéndose de la aventura del hidalgo manchego relatada en los capítulos XXIII-XXIV de la primera parte. 9
Me referiré a continuación al segundo aspecto del proceso comunicativo, el relativo a la recepción de la cultura escrita. A las manos del lector llega un producto manufacturado, el libro, que le permite acceder a la lectura del texto. Este encuentro ha sido percibido por muchos como un momento creativo. Así, por ejemplo, Italo Calvino aludía a este afirmando: «Leer es ir al encuentro de algo que está a punto de ser y aún nadie sabe que será». Los lectores, además, según Michel de Certeau, «son viajeros: circulan sobre las tierras del prójimo, nómadas que cazan furtivamente a través de los campos que no han escrito». En esta encrucijada concurren, por un lado, la coerción del sistema impuesto y, por otro, la libertad del individuo que lo subvierte en su propio beneficio. Sin olvidar que, como dijo Borges, «una literatura difiere de otra, menos por el texto, que por la forma en que se lee». A las formas de apropiación de los textos ha dedicado el profesor Chartier una parte importante de sus investigaciones, entre las que destacaría dos: la Historia de la lectura en el mundo occidental , codirigida con el profesor Guglielmo Cavallo, 10y Libros, lecturas y lectores en la Edad Moderna . 11Roger Chartier ha expuesto con meridiana claridad la historicidad de un objeto de análisis que aparentemente era difícil de comprender, teniendo en cuenta que la lectura en múltiples ocasiones no deja huella de su existencia. La ausencia de indicios le ha obligado a localizar la información para su estudio en las representaciones que la literatura y las artes en general han proporcionado de esta práctica cultural, viéndose obligado a sortear toda clase de convenciones y modas que las condicionan; ha advertido, además, que la lectura lleva pareja siempre una puesta en escena por parte del lector.
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