Tras haber sido superados por los soviéticos en el acceso al espacio, el presidente Kennedy pronunciará el 25 de mayo de 1961 un discurso clave para la historia de la era espacial:
(...) este país debe comprometerse en conseguir el objetivo, antes del final de esta década, de enviar un hombre a la Luna y traerlo de regreso a la Tierra sano y salvo (...).
Estas palabras desencadenarán una serie de programas de preparación que conducirán hasta las misiones Apolo.
El programa Mercury había comenzado en 1961 con el objetivo de poner un hombre en el espacio. Iniciado con el corto vuelo de Shepard, los vuelos se alargarán después del discurso de Kennedy, para demostrar que era posible permanecer en el espacio durante mucho tiempo. Limitada por las prestaciones de los misiles reconvertidos en lanzadera, la cápsula Mercury podía transportar un solo astronauta y llegó a permanecer en órbita hasta 34 horas. El relevo de Mercury llegará con el programa Gemini a partir de 1965. La cápsula Gemini, más grande, podía transportar dos astronautas y permaneció en el espacio hasta 4 días. Más importante aún, este programa realizó muchas de las pruebas que serían necesarias para el éxito de la misión Apolo: se comprobaron las capacidades de maniobra de los astronautas en el espacio fuera de la cápsula y, sobre todo, se realizaron varios encuentros en el espacio, entre cápsulas Gemini y otros cohetes, maniobras que serán imprescindibles para el viaje a la Luna.
DE LA TIERRA A LA LUNA
Los soviéticos fueron los primeros en enviar sondas a la Luna: primer impacto sobre el satélite (1959), primer aterrizaje suave sobre éste (1966) y primer satélite puesto en órbita a su alrededor (1966). Pero su avance sobre EE. UU. se redujo considerablemente a partir de 1966, después de la muerte de Koroliev, padre de la astronáutica soviética. En ese momento el programa estadounidense se acelera con el final del programa Gemini y el comienzo del programa Apolo, que empezó con el desarrollo del potente cohete Saturno.
Figura 5. Despegue de la lanzadera Saturno V con la misión Apolo 11. © NASA.
La lanzadera Saturno fue y sigue siendo una de las más gran des jamás construidas, con 110 metros de altura (incluyendo las tres fases de la lanzadera y el vehículo Apolo) y más de 2.700 to neladas al despegue. No sólo por esto las misiones Apolo fue ron grandes proezas tecnológicas, sino que además la gran can ti dad de maniobras en el espacio necesarias para la misión aumentaban considerablemente la probabilidad de fracaso. En el despegue, el cohete Saturno levantaba al vehículo Apolo, que se componía de tres módulos: el módulo de mando, donde iban los astronautas durante el despegue y durante la entrada en la atmósfera al regreso; el módulo de servicio, que contenía lo necesario (combustible, oxígeno, baterías, agua, etc.) para el viaje de ida y vuelta, y el módulo lunar, con el que dos de los tres astronautas iban y volvían a la superficie a partir de la órbita lunar, donde les esperaba el tercer astronauta en el módulo de mando.
A pesar del éxito del programa, éste empezó de forma dramática con la muerte de tres astronautas en un incendio de la cápsula durante un ensayo en el área de lanzamiento de Apolo
1. Después de este accidente se hicieron varias mejoras, entre ellas la de rellenar la cápsula con nitrógeno y oxígeno, mezcla menos inflamable que el oxígeno puro que se había utilizado hasta entonces. Se llevaron a cabo varios vuelos sin tripulación para verificar todos los componentes. Más tarde, las misiones Apolo 7 hasta Apolo 10, ya tripuladas, verificaron progresivamente todas las maniobras, y llegaron hasta ponerse en órbita alrededor de la Luna, pero sin aterrizar.
El 16 de julio de 1969 despegaba de Cabo Cañaveral, en Florida, la misión Apolo 11, con los astronautas Neil Armstrong, «Buzz» Aldrin y Michael Collins. Cuatro días más tarde, mientras Collins los esperaba en órbita alrededor de la Luna dentro del módulo de regreso, Armstrong y Aldrin se posaron sobre la superficie de la Luna a bordo del módulo lunar. Neil Armstrong, que fue el primero en marcar su huella sobre la su perficie polvorienta de la Luna, mientras millones de telespectadores lo observaban en directo desde la Tierra, pronunció la famosa frase: «Es un pequeño paso para un hombre, y un salto enorme para la humanidad».
Figura 6. Buzz Aldrin en la Luna, delante del módulo lunar. © NASA.
Después de esta primera misión, otras seis naves serán lanzadas, hasta Apolo 17 en diciembre de 1972, con el objetivo de explorar la superficie lunar y de traer muestras de regreso a la Tierra. Sólo Apolo 13 sufrirá un accidente en vuelo que impedirá llevar a cabo la misión, epopeya que Ron Howard llevará a las pantallas de cine en 1995. Tras seis días de incertidumbre y de trabajo de los equipos de seguimiento de la NASA, los astronautas consiguieron regresar sanos y salvos. Después de tan sólo seis misiones, la exploración de la Luna cesó. El objetivo principal, poner un hombre sobre la Luna antes que los soviéticos, había sido conseguido: en el contexto de la época, ya no tenía sentido seguir gastando dinero «únicamente» por razones científicas. De este modo, el 14 de diciembre de 1972, durante la misión Apolo 17, Gene Cernan fue el undécimo y último hombre en caminar sobre la superficie de la Luna. Desde entonces no hemos vuelto.
EL ESPACIO DESPUÉS DE APOLO
Tras la decepción de haber sido batidos en la carrera lunar, los soviéticos decidieron concentrarse en la construcción de estaciones espaciales, verdaderos laboratorios volantes, en órbita alrededor de la Tierra. Por su parte, los estadounidenses se concentraron en el desarrollo de un sistema de transporte espacial que debía ser revolucionario: el transbordador espacial.
Figura 7. La Tierra sobre el horizonte de la Luna, visto por los astronautas de Apolo. © NASA.
Y al mismo tiempo otros países emprendían la marcha hacia el espacio, primero los europeos y más tarde los japoneses, los chinos, los indios y los brasileños. El espacio se globaliza progresivamente y un nuevo ímpetu aparece. Pero antes de ver hacia dónde nos dirigimos en la conquista del espacio, veamos cuáles son los sistemas que nos permiten ir y permanecer en el espacio y para qué los utilizamos: cohetes, lanzaderas, satélites, sondas, estaciones espaciales y naves tripuladas.
Конец ознакомительного фрагмента.
Текст предоставлен ООО «ЛитРес».
Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.
Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.