En las comunidades rurales inglesas, las calumnias y difamaciones no se tomaban a la ligera. Aun en los estratos más bajos de la sociedad, el honor y el nombre eran valores que debían ser protegidos de todo aquello que pudiera devaluarlos. Una acusación pública de brujería, promiscuidad, robo o asesinato daba origen a una mala fama que aislaba socialmente a quien la recibiera y, con el tiempo, podía derivar en un proceso judicial y hasta una condena. 69 El sistema legal inglés contemplaba la peligrosidad de este tipo de rumores, por lo que existía la posibilidad de que los damnificados demandaran a aquellos que los hubiesen acusado verbalmente sin sostenerlo con pruebas. Según se representa en los panfletos, las brujas no confiaban en los canales legales establecidos para contrarrestar las calumnias que sufrían (después de todo, esos textos pretendían demostrar que no eran injurias, sino acusaciones con fundamento), por lo que, como Kemp en 1582, hacían justicia por mano propia. También fue el caso de Mother Sutton, quien en 1613 fue agredida física y verbalmente ( flinging stones at her and calling her Witch ) por el hijo de Master Enger, el acaudalado gentleman del cual era criada. La mujer y su hija Mary convocaron a sus espíritus para escarmentar al niño de la misma manera que Kemp había hecho con su cuñada: un periodo de padecimientos físicos, debilidad extrema, dolores insoportables, seguido del deceso. 70 Tan solo un año antes, nuevamente en el marco de los procesos de Lancashire, Elizabeth Device acabó con la vida de su vecino John Robinson por haberla acusado de ser madre de un hijo extramatrimonial fruto de una relación furtiva con un vendedor ambulante. El medio escogido por Device fue la magia nociva vehiculizada a través de imágenes de arcilla que representaban el cuerpo de la víctima y le trasladaban los daños que se produjeran sobre la figura, accionar recomendado por Ball, un espíritu en forma de perro. 71
En todos estos casos mencionados, los espíritus familiares cumplían un rol positivo en la vida de las brujas, de alguna manera su presencia era reconfortante por la compañía que otorgaban y provechosa porque realizaban acciones que –aunque perversas y criminales– eran necesarias y justas desde el punto de vista de aquellas, lo que demostraría que una absoluta demonización de su naturaleza no penetró por completo en las concepciones populares. 72 En los panfletos, las nociones de familiares y demonios confluían y se confundían, pero eso no implicaba que los primeros fuesen asociados popularmente con la forma en que la alta cultura teologal concebía a los espíritus diabólicos. 73
Portada del panfleto The Wonderfull Discoverie of Witchcraft (1613).
No obstante, como dijimos, la relación entre las hechiceras y los familiares era ambigua. La predisposición de los segundos para cumplir los deseos o llevar a cabo los planes de las primeras con frecuencia coincidía con su inclinación a defraudarlas o ponerlas en peligro. La relación de colaboración y el carácter servicial del familiar coexistían con engaños, amenazas y agresiones. De hecho, muchas de las acciones que a primera vista podían parecer favorables a las brujas, poco después demostraban ser todo lo contrario. Las dieciocho ovejas que Elizabeth Francis recibió por obra y gracia de Sathan desaparecieron al poco tiempo de haber sido vistas por primera vez, frustrando rápidamente las fantasías ganaderas de la bruja, que seguía siendo tan pobre como antes. 74 Situación extremadamente similar a la vivida más de medio siglo después por Chattox durante el festín gastronómico que disfrutó gracias a Fancie. A pesar de haber comido hasta el hartazgo, los alimentos ingeridos no habían logrado satisfacer su hambre. Elizabeth y Chattox, pues, estaban en deuda con sus demonios a pesar de haber sido engañadas con falsas promesas de emancipación de las ideas de necesidad y deseo. La situación de debilidad ante sus acreedores metafísicos también la vivió Joan Cunny en 1589, cuando sus familiares Jack y Jyll le ofrecieron sus servicios. Luego de aceptar la propuesta y prometerles su alma inmortal, los mandó a ordeñar el ganado de un terreno colindante, pero en lugar de entregarle la leche la usaron para alimentarse ellos mismos. 75 En los tres casos mencionados, los demonios –aunque por medio de engaños– habían cumplido sus compromisos, lo que obligaba a las brujas a hacer lo propio.
Los espíritus familiares consideraban muy seriamente los pedidos que les hacían a las hechiceras. Cuando les indicaban una tarea, lo más conveniente para aquellas era obedecer. El texto que mejor muestra qué ocurría en caso de que sucediera lo inverso es el ya referido The Wonderful Discoverie of Witches . Elizabeth Sowtherns era una de las hechiceras más temidas de Pendle Hill, lideraba una de las familias de practicantes de magia nociva que competían por acaparar la oferta de curaciones y maleficia en la región. 76 A pesar del respeto que infundía en quienes vivían cerca de ella, la posición frente a sus espíritus familiares era diferente. Dembdike fue víctima de todo tipo de actos de violencia por parte de sus diversos «ayudantes» espirituales. Uno de ellos tuvo lugar cuando desobedeció el pedido del gato Tibb de colaborar con Chattox y su hija Anne Redferne en la fabricación de figuras de arcilla a imagen y semejanza de los miembros de la familia Nutter para embrujarlos. La negativa derivó en que su demonio personal la empujara hacia una zanja, haciéndole perder la leche que llevaba en un recipiente y había obtenido mendigando. 77 A su vez, los problemas de visión que la aquejaban desde hacía años (al momento del juicio era una anciana octogenaria) se debían al accionar de Fancie, quien prácticamente le había quitado la vista ( most of her sigh ). 78 En otra oportunidad, el mismo espíritu, esta vez bajo la apariencia de un oso, la arrojó violentamente contra el piso solo porque aquella no le había dirigido la palabra. 79
A través de los últimos párrafos ha quedado claro que, en la demonología folclórica, los demonios eran entidades que entablaban un vínculo complejo con las brujas, capaces de favorecerlas y perjudicarlas por igual y con poca distancia temporal entre una acción positiva y una negativa. A partir de lo mencionado, los familiares pueden asociarse con la categoría antropológica trickster , utilizada para referir a espíritus amorales, aunque de inclinación maliciosa, caracterizados por su astucia y capaces de realizar un amplio abanico de acciones negativas, que iban desde la burla al asesinato, pasando por el robo, la amenaza y actos de vandalismo. 80
Hasta aquí hemos referido a las características generales que en la concepción folclórica tiene el vínculo entre los demonios y los brujos, en lo que sigue trataremos de hacer especial hincapié en el carácter somático de la relación entre ambos. El carácter corpóreo de los mencionados espíritus en el imaginario popular traía como una de sus consecuencias lógicas el hecho de que además de visibles fueran palpables. Más allá de los ya mencionados episodios de golpes y empujones, existían otras formas de contacto que demuestran la naturaleza eminentemente física del vínculo en cuestión. En efecto, los roces más frecuentemente relatados tenían una impronta íntima, en la que el romanticismo y la sexualidad se entremezclaban con escenas cercanas al vampirismo y la lactancia materna. El panfleto más añejo, The Examination and Confession of certayne Wytches , lo refleja claramente. Cuando Elizabeth Francis recibió al gato Sathan de manos de su abuela, esta le enseñó que debía alimentarlo con «pan y leche». Tras cumplir con la indicación, lo guardó en una canasta hasta que necesitara de sus servicios. 81 Cada vez que Elizabeth le encargaba una tarea a su familiar y era cumplida satisfactoriamente, lo premiaba no solo con alimentos convencionales como lácteos, panificados o un pollo, sino con una gota de su propia sangre, como ocurrió cuando mató a los cerdos de un vecino con el que había discutido. 82 Usar la sangre propia como alimento de por sí constituye un hecho llamativo, pero la forma en que aquella se entregaba no lo es menos: el familiar la succionaba directamente del cuerpo de la bruja. 83 Este modelo sería replicado en diferentes libelos, aunque con particularidades en cada caso. Mother Dutten, una de las cuatro brujas de Windsor cuyo juicio fue relatado en A Rehearsall both straung and true (1579), alimentaba a su demonio en forma de sapo con sangre que este obtenía del costado de su cuerpo ( from her own flanke ). Práctica repetida por su cómplice, Elizabeth Stile, a quien a su familiar Philip le aspiraba sangre tanto de la zona ubicada entre las costillas y la cadera como de las muñecas. 84 Todavía en este periodo la alimentación del familiar con sangre de la bruja coexistía con comida convencional: Mother Devell y Mother Margaret, también de Windsor, mezclaban su líquido vital con leche y pan respectivamente.
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