Índice
Presentación
Fruta de la pasión
nadia lartigue y juan francisco maldonado
La diáspora salvaje
isaura leonardo
Las caderas que nos mintieron
jorge comensal
Chuchumbé, champeta y reguetón
antonio nieto
Cómo convertirse en un policía de la lengua y fracasar en el intento
yásnaya elena a. gil
Pobre diabla
irasema fernández
Azul Caribe en los tiempos de J Balvin
ollin velasco
Reguetón, el nuevo pop
rafa g. escalona
A ella le gusta la gasolina
efraín constantino estrada
Falsas mitologías
ingrid solana
Neandertales del mundo uníos (y perread)
gabriel elías
Bomba sexual
zulema de la rúa
Más zorras que los cazadores
patricia salinas
Osmani García, domador de leones
jorge carrasco
Era mi fiesta de 23 cuando mi tía de 80 perreó hasta el suelo
nicté toxqui
Todo lo sólido se desvanece en el parce
rodrigo garcía bonillas
Instrucciones para el gran perreo
goyo desgarennes
Tres dembow fuera del Caribe
rodrigo del río joglar
Tres poemas
tilsa otta
El reguetón al frente de la revolución
ana teresa toro
Elogio del reguetón
carolina sanín
Ilustradores
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El reguetón está en todos lados. Vibra estruendoso en el punto álgido de cualquier fiesta. Anima a la multitud en algún galerón de una colonia popular o enciende una reunión de amigos en el patio trasero de una casa. Varios kilómetros más lejos, impulsa gritos vehementes en un bar fresa o calienta las espuelas en un baile lleno de vaqueros. Su reino no solo es la noche, sino también el paisaje sonoro de cualquier ciudad al mediodía. Sale de la bocina del auto que reparte las tortillas o del camión del gas por la mañana. Se desparrama desde las ventanas o las puertas abiertas para inundar las calles de todo barrio. Suena en las escuelas y los mercados. Va vestido de alta costura en la premiación de los Grammy y se pasea como un magnate con cadenas adiamantadas en Spotify. Ante la mirada estupefacta de los conservadores, agita los cuerpos pícaros de los niños y las tres libras de cadera de las abuelas. Se canta en protestas y marchas para derrocar presidentes, pero también es el soundtrack de cualquier viaje a la playa. Y lo más insólito: ha invadido sin pudor la boca de quienes nunca habían tenido interés en aprender español, pero que ahora cantan al sexo y al amor con el slang callejero del Viejo San Juan o Medellín.
El reguetón está más vivo que nunca decepcionando a quienes, hace más de una década, le vaticinaron su pronta y merecida extinción. Los intelectuales —algunos— lo han aceptado; las feministas se contonean con su beat libertario. Quienes siempre habían sentido pudor al bailar ahora tocan el piso con las nalgas mientras una multitud entusiasta les aplaude en círculo. Para unos, el reguetón ha dejado de ser un gusto culposo para erigirse como sinónimo de lo cool; para otros, sigue siendo una despreciable vulgaridad.
¿Qué ha pasado a lo largo de dos décadas para que el reguetón saliera de contrabando de los callejones puertorriqueños hasta erigirse como el género musical más escuchado y bailado en el mundo? ¿Qué sensibilidades profundas anima para despertar al mismo tiempo el odio encarnizado de sus detractores y la euforia de los danzantes? ¿Por qué, durante años, las personas se avergonzaron de escucharlo? ¿Por qué se le sigue acusando de misógino y cosificador como si no existiera el neoperreo, ese reguetón hecho por mujeres para otras mujeres fuera del perreo convencional dominado por hombres? Aunque se ha masificado y vuelto mainstream, el reguetón así como se consolida también evoluciona y se bifurca.
Ahí, en medio del sudor y los vaivenes del perreo, había una discusión seductora. En un inicio invitamos a amigxs con quienes habíamos compartido fiestas y mezcales a escribir y dibujar sus opiniones para abrir esta conversación; los textos y las ilustraciones integrarían el segundo número de una revista que murió muy pronto. No obstante, al ir descubriendo más ideas y puntos de vista seguimos con el proyecto, invitamos a más artistas y escritorxs cuyo trabajo conocimos en su mayoría por internet, para integrar ahora un libro sobre reguetón: una primera aproximación a tan ubicuo fenómeno sociocultural. Este volumen que presentamos contiene diversos textos e imágenes; entre cuentos, poemas, artículos, ensayos e ilustraciones de colaboradorxs de México, Cuba, Chile, Colombia, Perú y Puerto Rico, reunimos una antología que editamos a lo largo de 2018, 2019 y parte del 2020.
Este libro es una invitación a otear genealogías, ecos, transvases, derivas, contradicciones, ligerezas, posibilidades del reguetón como expresión social, cultural y política de nuestros tiempos. Es una invitación a perrear juntos y en la fiebre del baile preguntarnos, medio en broma, medio en serio, si el reguetón le ha arrebatado al punk su picosa efervescencia; o a la cumbia, la música norteña y el pop, su omnipresencia. Mientras los culos se agitan, queremos saber qué nos dice esta música sobre nuestros cuerpos y liviandades, sobre sus pudores y deseos; qué de nuestros sueños, luchas, aspiraciones o vergüenzas. Ahora que es la banda sonora del coqueteo, el drama y la cotidianidad, ¿qué nos revela sobre nuestras sociedades, lenguas y modos de relacionarnos? ¿Cómo narra nuestras formas de amar, coger y gozar?
¡Venga! Sumérjanse en este libro y lean con la cadencia reguetonera del ayer y del presente. Bailen, contonéense liberando el culo. Que vamos pal perreo. Siempre.
Patricia Salinas y Juan Pablo Ruiz Núñez
Oaxaca de Juárez, noviembre de 2020
Te recomendamos leer bailando mientras escuchas esta playlist de las rolitas mencionadas en el libro:
Y ver los videos:
Nadia Lartigue y Juan Francisco Maldonado
Mientras me acerco a la espesura, siento cada vez más claramente un cambio en la temperatura del ambiente, y poco a poco nuevos olores empiezan a aparecer. La densidad de la vegetación produce un microclima ligeramente más fresco, ligeramente más húmedo, un poco más oscuro, en el que la tierra y los troncos absorben los sonidos. Voy bajando con cuidado, poniendo atención a cada paso que doy sobre la tierra húmeda, o sobre la hierba o las hojas caídas que empiezan a descomponerse. Con mi mano toco la corteza de un árbol delgado que me resulta suave. Mi playera se atora con una rama, la retiro descubriendo un poco mi cintura que alcanza a tocar la rama también.
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