En cambio, es necesario destacar que esta es una relación contingente, flexible y frágil, forjada por tensiones internas persistentes y acciones controvertidas. Esta flexibilidad y fragilidad mantienen con vida a las organizaciones sociales a medida que se adaptan y se transforman en el tiempo y el espacio. Esta flexibilidad también permite que la violencia cambie durante largos periodos de tiempo. Este cambio rara vez es completamente aleatorio, pero a menudo ocurre en los términos y en la línea de las organizaciones sociales poderosas. En este contexto, el crecimiento constante de los poderes organizativos e ideológicos contribuye al aumento continuo de la capacidad para actuar de manera violenta. Dado que las estructuras burocráticas no son un entorno natural para los seres humanos, la burocratización conlleva cierto grado de permanencia: las organizaciones sociales necesitan expandirse para poder sobrevivir. Esto también se aplica a la ideología; a medida que la burocratización se expande, también lo hace la necesidad de justificar el proceso. Por lo tanto, la dinámica de la violencia organizada sigue arraigada en el funcionamiento de los poderes organizativos e ideológicos, así como su capacidad para penetrar en el mundo de las microinteracciones. Veamos cómo funciona esta cuestión en la práctica.
1 Brubaker (2004: 186) va aún más lejos, argumentando que es necesario deconstruir la idea de agrupación y reemplazar la categoría analítica de «grupo» con conceptos mucho más dinámicos, como esquemas cognitivos, categorías prácticas, idiomas culturales, rutinas organizacionales, marcos discursivos, proyectos políticos, etc.
2 A través del análisis de los datos arqueológicos, paleontológicos y biológicos, Turner (2007: 23) demuestra que, contrariamente a la perspectiva evolutiva del sentido común, donde los simios han superado a los monos, señala que «los humanos son descendientes de especies que perdieron en la competencia con los monos», y se vieron obligados a bajar de los árboles y a empezar a asentarse en el suelo, donde se vieron expuestos al ataque de carnívoros depredadores. En este contexto, su supervivencia dependía de la capacidad para mantener esos vínculos sociales débiles: «Para limitar el tamaño de los grupos de simios en la cubierta forestal, la selección natural encontró una solución a este problema potencial programando a los monos para un patrón de dispersión en las hembras que, en esencia, rompe el grupo en la pubertad, debilitando los lazos entre todos los adultos, para que puedan moverse solos o en pequeñas partidas temporales en busca de alimento por la cubierta forestal».
3 Como Chapman (1970: 82) señaló hace mucho tiempo, la lógica coercitiva de la vigilancia conduce inevitablemente a percibir a todos los individuos como infractores de la ley: «la complejidad de la administración en las sociedades modernas es tal que si todas las leyes y ordenanzas policiales fueran a ser universalmente impuestas, todos los ciudadanos serían delincuentes».
4 Como señala Mann (2014: 12), el cambio de la caza-recolección a la agricultura tuvo varios resultados negativos, como el deterioro de la salud: «Los primeros agricultores tenían más deficiencias nutricionales y enfermedades dentales que los cazadores-recolectores, porque dependían de un abanico más estrecho de cultivos alimentarios; además, la mayor densidad de población produjo más enfermedades infecciosas, situación que aún era peor por la proximidad a las enfermedades de los animales domesticados».
5 Las redes de Twitter parecen ser un poco más grandes, pero todavía están muy por debajo de los 100 o 200 miembros.
6 Los estudios de Hawthorne se encargaron de analizar los niveles de productividad en la cadena de montaje según las condiciones de iluminación ambiental. El experimento demostró que la productividad de los trabajadores aumentaba sin importar el tipo de cambio realizado (más luz o menos luz); y que, cuando los investigadores habían completado su estudio, esta volvía a sus niveles normales. Se llegó a la conclusión de que el aumento de la productividad no estaba vinculado a factores ambientales como la luz, sino que se generaba por la mayor motivación de los trabajadores cuando estaban siendo observados.
7 Aunque algunas grandes corporaciones, como las japonesas, han intentado proyectar un imaginario de parentesco y se han referido a sus compañías como «grandes familias» (Gerlach, 1992).
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