Fenescidas las guerras de Castilla y tomada possessión por el rey don Enrique, 50don Bertrán de Claquí se bolvió para Francia donde tenía sus estados. Este don Bertrán de Claquí, según escriven los choronistas de Aragón, havía vendido, por los años de mil y trezientos setenta y cinco al rey don Enrique, Soria y Molina por gran suma de dineros, y que al tiempo de su partida, el rey le quedó deviendo quarenta mil francos de oro, por los quales le entregó en rehenes a don Juan Remírez de Arellano, y a Pero Gómez y a doña Isabel de Villegas, y que estas rehenes embargó el duque de Girona y governador general en la Corona de Aragón, porque no se las llevase don Bertrán de Claquí en Francia. E, por ende se assentó el negocio que Pero Gómez y doña Isabel se entregassen al vezconde de Roda, hermano del don Bertrán de Claquí, con condición que si el rey de Aragón dentro de seis semanas pagase veinteiún mil franco de oro, se le restituyessen Pero Gómez y doña Isabel, e si no los pagasse, que les entregasse el vezconde a su hermano don Bertrán. E que el rey de Aragón pagaría, por delibrar a don Juan Remírez de Arellano, quinze mil francos de oro.
Tornando a proseguir nuestra historia del don Francisco de Perillós, vezconde de Roda, hallamos por los antedichos // historiadores que, año de mil y trezientos setenta quatro, el rey de Aragón le embió con sus galeras en el reino de Inglaterra para tratar confederación y aliança con el duque Delencaustre. Y a la buelta, en la costa de Granada, fue preso y llevado ante el rey Mahometo de Granada, y le mandó tener preso por represalia de una nave del rey de Granada que en los mares de Túnez le havía tomado Pero Benaldo, capitán de galeras del rey de Aragón. E assí se procuró la deliberación del embaxador preso con la reintegración de la nave al rey agareno.
Puesto en libertad el vezconde de Roda y buelto a Barcelona, hizo su relación de la embaxada que se le encomendara y del viaje, captiverio y trabajos que havía passado, y por el rey le fue todo admitido ha grande servicio y en mucha parte gratificado. E pues se hallava a la fin de la jornada de su hedad, desseava el descanso de su persona. Empero el mundo, que suele acarrear desassosiegos a los coraçones generosos, bien assí lo acarreó ha este vezconde de Roda, que estando un día en presencia del rey don Pedro de Aragón, en Barcelona, un cavallero nombrado don Juan Remírez de Arellano, natural de Navarra y camarero del rey de Aragón, y muy servidor del rey don Enrique de Castilla, e al qual don Enrique le havía dado en Castilla los Cameros, Yanguas, Cervera, Malda y otros lugares, porque en las guerras de Castilla contra don Pedro el Cruel le havía muy bien servido. Y este don Juan Remírez de Arellano pretendía que sus servicios fueron mayores que los de los otros cavalleros, lo que no pudo sofrir de oírlo el vezconde de Roda, que sentía lo contrario, y por ello respondió:
— Vós, siendo camarero del rey, tratastes con el infante de Mallorca que hiziesse guerra al rey. Y hos lo provaré en campo que fue assí.
Y el Arellano respondió que se lo defendería. Entonces, || 7el rey de Aragón mandó al don Juan Remírez de Arellano que dentro de noventa días bolviesse de su viaje, que iva a la sazón para Castilla en el reino de Aragón, para responder en campo de batalla al vezconde de Roda por su disculpa, sino que procedería contra él por orden devido, pues que era su camarero mayor y heredado en el su reino de Aragón. Y el don Juan Remírez de Arellano, tomada licencia del rey de Aragón, púsose en camino para Castilla. Y quando llegó al rey don Enrique de Castilla, diole parte del desafío. Entonces, el rey de CastilIa, por escusar al don Juan Remírez de Arellano de la batalla, embió un cavallero suyo al rey de Aragón con cartas de crehencia. Y el cavallero llegó a Barcelona, donde a la sazón estava el rey de Aragón, al qual dio las cartas, y de palabra dixo assí:
— Señor, el rey de Castilla, mi amo, hos saluda y embía esta carta en crehencia mía, la qual explicaré en secreto, o en vuestro consejo y quando mandaredes.
El rey le mandó asignar para el segundo día. Y el rey mandó llamar a los de su consejo, y estando presentes la reina, su muger, el conde de Urgel, el conde de Ampurias y el obispo de Valencia, que todos estos eran primos hermanos y sobrinos del rey, y el conde de Cardona y don Lope Ferrández de Luna, arçobispo de Çaragoça, y muchos otros cavalleros, y con licencia del rey de Aragón, el cavallero de Castilla dixo esto que se sigue:
— Señor, mi amo, el rey de Castilla, vos haze saber que don Juan Remírez de Arellano le dixo que, passando por vuestro reino y en vuestra presencia, el vezconde de Roda lo reptó, diziéndole que él, siendo vuestro camarero, que havía sido en consejo en que el infante de Mallorca, vuestro enemigo, entrasse con gente de guerra por vuestro reino ha vos hazer guerra, sobre lo qual el dicho don Juan Remírez se lo puso a las manos para se || combatir con él sobre esta acusación. E que vós, señor, le distes plazo e término de noventa días, dentro los quales el dicho don Juan Remírez se adereça de armas y cavallos para venir a la jornada a defender su fama y verdad. E sed cierto, señor, que para el día asignado, él será en campo. Pero, señor, el rey dize que bien sabéis que don Juan Remírez es leal cavallero, y sirvió a vós y ha él muy bien en las guerras que huvistes con el rey don Pedro de Castilla. E que, por ende a él le desplaze mucho en estremo porque fue assí reptado en vuestro reino, en vuestra corte y en vuestra presencia. E por tanto, vos ruega que mandéis cessar este riepto y que don Juan Ramírez sea vuestro servidor leal, como siempre lo fue, porque vós, señor, podéis creer bien que don Juan Remírez nunca tal cosa hizo, y que esto no es otra cosa sino por algunos ordenada que quieren mal al don Juan Remírez.
El rey de Aragón le respondió que no mandaría cessar el riepto, e que si don Juan Remírez no acudía al plaço, que proseguiría contra él, según por fueros y derechos de Aragón hallaría que se deviesse proceder.Y el cavallero respondió:
— Señor, pues que vuestra alteza manda que el riepto no cesse y que don Juan Remírez venga a mantener su campo, mi amo, el rey de Castilla, dize que pues queréis favorescer al vezconde de Roda, que él no puede escusar de ayudar a don Juan Remírez de Arellano, mayormente en guardar su fama, e que él le embiará para el día y campo aplazado a mantener su verdad, pero porque don Juan Remírez sea seguro en el dicho campo, que para aquel día él embiará acá el su pendón con trez mil lanças de cavalleros y escuderos, para que tengan el campo seguro a don Juan Remírez de Arellano.
E como el rey de Aragón le oyó, respondió con algún enojo diziendo:
— Pues que assí lo quiere el rey don Enrique de Castilla, la guerra es cierta entre él y mí.
El castellano respondió: || 7v
— Señor, el rey, mi amo, es vuestro amigo. Y en quanto a lo que toca a su parte no será guerra, ni entiende otra cosa hazer, sino lo que he dicho.
E los del consejo y ayuntamiento dixeron al rey que acordase sobre ello para en otra hora responder. Entonces salióse el cavallero castellano y el rey trató con los de su consejo del negocio. E como desseavan servir al rey don Enrique el conde de Ampurias, el obispo de Valencia, el conde de Pradas, hermano del marqués de Villena, y el arçobispo de Çaragoça, todos estos señores dixeron al rey que sería bien que fuesse amigo del rey don Enrique, considerando las muchas buenas obras que le havía hecho en la defensión de los reinos de Aragón y de Valencia contra el rey don Pedro de Castilla; e que no devía dar lugar a que entrassen en guerra los reyes y reinos. E concluhido esto en el consejo real, el rey mandó al don Francisco de Perillós, vezconde de Roda, que pues bien honrado quedava dello, que se dexasse de proseguir el riepto. E dio por quito a don Joan Ramírez de Arellano y los reyes continuaron su buena paz y amistad como denantes la tenían.
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