Gabriel Di Leone
La edad de la indecencia- incluye Incendio Intencional(1997) -
colección última salida / 9
ISBN 978-9915-9313-8-8
Todos los derechos reservados.
1ª edición, Montevideo, Uruguay, Junio de 2018.
1ª edición ebook 2021
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Ilustración de cubierta: Roberto Poy
Cuidado de edición: Gonzalo Fonseca
Conversión a formato digital: Libresque
Desde la tradición literaria al verso libre, lo paródico, la ironía y el humor, el poeta escapa a los paradigmas. Su obra toma distancia de toda opacidad o elogio a la dificultad y construye un canal de proximidad con el lector. Cierto desenfado, la inclusión del paisaje en bruto, sin afeites, eludiendo el exceso de juegos verbales endogámicos, aliviada la mochila de decálogos y catecismos.
La escritura de Di Leone va en busca de la complicidad del lector. Una recorrida en bus turístico por el Punta del Este de la fama rápida, de lo efímero, pero sostenido por la vida y muerte de seres humanos ordinarios, aún vulgares, que en sus vidas y amores proletarios sostienen el espectáculo.
Poesía cívica en tiempos de cosa inane, asoman acá memorias de la generación: Gelós Bonilla, Conti, Lerena, y asoma la desmemoria de tiempos que todo lo olvidan.
Si el tema de la poesía sigue siendo la maravilla la estrategia de Di Leone es ir en busca de ella en los sitios menos privilegiados. Territorios hasta ahora invisibles obtienen existencia en su literatura. La poesía de Gabriel contribuye a fundar un paisaje literario.
Esta primera versión digital de La edad de la indecenciaincluye Incendio intencional, segundo libro de Di Leone ( civiles iltetrados , 1997).
(1997)
llegué
luis terminaba de rodear
maldonado
con un círculo de
ochenta y cinco millones
de hectolitros de gasoil
encendió
un fósforo y me dijo
-muéstrame
una mujer justa
y perdonaré esta ciudad-
no supe qué decirle.
no escribiré acerca de aquella mujer
acerca de su cuerpo de dragón de mil ojos
sus pétalos no escribiré su blusa
su rito orgásmico
si hubiera yo tenido una ciudad para encerrarnos
sería este el séptimo año de la guerra
desde las murallas
mis manos sobre sus pechos
veríamos morir a mis amigos
y a mi hermano el guerrero cubrirse
de inútil gloria
Lástima de amor
:no será cantado por los ciegos
:no escribiré acerca de aquella mujer.
oh, hemingway, tu tigre ha dado
que hablar
Más que nieve / lectores escritores
o aprendices degollados de un zarpazo.
Tú sabes,
hay que negarse a escribir para cierta gente
en
cambio sí de cosas inmediatamente
incomprensibles,
así de aquel amigo
que me gustaría estuviera verlo
desear conversar un post coito con la
de Liniers,
recordar o intentarlo /su pulso con la
20, el reel
realista trabajoso de corvina
o
disfrutar del mismísimo olvido
:fiesta,
tú dijeras
nada de palabras como
fascismo, destierro,
biexiliados,
como quiera se
llamen
los vueltos que no
lograron quedarse,
algo falla en tu escritura
:este tipo
-aunque tal vez
haya perdido
el arte de conversar
no beba ron
ni aguante
una caminata de veras-
este tipo
merece entreleer que ya no quedan peces en
el Golfo de México / para los pescadores
artesanales
y más: que México no
es dueña de golfo alguno y nada
tiene él que hacer
en esa ciudad temblona
hundiéndose
bajo dosel de smog
:un día tendrá un ataque
de poesía o de algo y
saldrá a cazar sobre
aquel techo negro
hasta morir de
gangrena o fastidio
:nadie
se explicará
qué hacía un hincha de
Peñarol
a tal altura.
(tus
campanas, oh, Hemingway
han,
pongamos al actor vociferante
encima
de su propio ataúd
que se le diga en medio
de la función
que debe
ocuparlo en silencio
Ocurra que una amante engañada
le dispare a las rodillas
cuando más alto sonaba el rock
Pongamos al actor
de veras en apuros
whisky y baba
en la comisura
miedo brillando en su mentón
a ver si queda claro que
el héroe está en el texto
y el otro es apenas
siempre
un hombre
en desgracia
figueredo (poeta, otro)
Por más hambre de Vallejo
es hambre de París
morirse
ante
prestigios eminentes
No
es lo mismo
esta olvidada inverosímil piedra de la siesta
estarse
solo con las palabras
entre un juego de gente impenetrable
gente con el corazón dentro del cráneo
a quién le hablaba allá Vallejo
a quién
él aquí
a la vista de las vacas lentas
no es
y es
lo mismo l’Arc du Trioumph
que el cerro
Pan de Azúcar
tan a la vez mundo insuficiente
para inventarse un poeta y entonces
para qué insoportable comparece
deja
constancia de derrumbe
cambia
la progenitura del octosílabo
por un puchero de Spengler
Apollinaire y Torres y
Lorca en Nueva York
se baja con una grappa el hemisferio
(ajenjo mallarmiano traducido
a mamúa pandeazuquense)
anuncia heroico ininteligible
“el actor va a cesar”
a qué propósito quién
lo puso sobre este pueblo
como un caballo ebrio
sobre un tábano.
llanto por la felicidad de pablo goncalvez
Si hubieras crecido en los sesenta
PG
hoy estarías en carrera
-casco azul, casado con hija de héroe antropófago-
Vienes del fondo del inconsciente colectivo
como un bólido cósmico,
quemas
bajo la bóveda de los cráneos
:mira:
cuántos vuelven la cara ante esta página
porque tiene tu nombre
pero no llores
calza tus lentes de Jaime Olsen y
sonríe
alimenta
esta catarsis:
que podamos insultarte
lincharte en verbales sueños
vociferar
vaciar de cobardía
el almacén de la memoria
Superman no vendrá
Jaimito de reloj derretido ni a tu señal de
llanto
ni a tu crimen
-aún tu madre llegó
tarde-
quédate ahí
es justo que te detengas
puesto que
detuviste la música
en aquellas chicas:
jugaste mal
ahora todos
podemos aullar en tribuna/les
encanta a los de la TV
cumple tu rol hasta
el final
no llores
:somos tu público
pagamos
tenemos derecho
a ser
exigentes.
si no hay un poema
con la palabra placar es
porque ya no se usa esconder cadáveres
hay impunidad para la ropa sucia
la sangre de las pantallas
para niños
no hay palabra de guardar ni extranjera ni eufónica
sí condones hiperrealistas en color veinte no
importa
si no hay vagina o pene en tal dimensión
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