(35) Estaban a buen precio…
(36) Encendió un cigarrillo. La fiebre le daba al tabaco un gusto de miel. (ejemplos de Leonetti 2004:485)
Mientras en (35) una referencia posible podría ser una “mirada de desaprobación” (Leonetti 2004:485) de un amigo que implique una pregunta similar a “¿Por qué los compraste?”, en (36) la referencia ha de ser el acto de fumar. En ambos casos, estas referencias se infieren por el conocimiento del mundo compartido por los hablantes. Ideas parecidas son defendidas por seguidores de la Gramática Cognitiva (véase, por ejemplo, Doiz Bienzobas 2002, 2013, Jansen 2013, López García 2005): como el aspecto imperfectivo se corresponde a una visión ‘desde dentro’, solo al conocer el marco es posible interpretar la información. El aspecto perfectivo, en cambio, no necesita contexto.
El imperfecto “no contiene en su semántica ninguna orientación sobre cómo seleccionar el antecedente” (Leonetti 2004:502), con lo cual tal selección se efectúa en el nivel pragmático de acuerdo con el Principio de Relevancia (Leonetti 2004: 501, a base de Moeschler 1998). Así, Leonetti esboza paralelismos entre el imperfecto, los pronombres y los artículos indeterminados.
“La situación es perfectamente equiparable a la que surge al estudiar la interpretación de los pronombres: a veces estos carecen de antecedente lingüístico, pero son aceptables en el discurso” (Leonetti 2004:486).
En cuanto a los artículos indefinidos, existen dos tipos de lecturas posibles. En el caso de la interpretación fuerte, un sintagma como un estudiante corresponde a una lectura genérica o específica, mientras que la interpretación débil permite solamente una lectura existencial, inespecífica o cardinal. Solo en este último caso, se permite la combinación con propiedades como tener los ojos verdes o ser alto . Las lecturas fuertes, en cambio, únicamente pueden combinarse con estadios puntuales y específicos del tipo “me ha estado siguiendo” (ejemplos según Leonetti 2004:492). De esta manera se ve el paralelismo con el imperfecto que necesita una referencia concreta para recibir un significado igualmente concreto:
“una imagen parcial de algo que es parte de una entidad más compleja se interpreta satisfactoriamente cuando se es capaz de recuperar o inferir la información que ha quedado excluida por el enfoque y que constituye el fondo, el contexto, el soporte de la comprensión” (Leonetti 2004:494/95)
De esta manera, el pretérito indefinido corresponde a los artículos determinados, ya que sintagmas como el estudiante necesariamente son concretos. Con esta argumentación, Leonetti (2004) demuestra que la intuición de que el imperfecto se parece a los artículos y a los pronombres definidos (en la que se basan igualmente las afirmaciones sobre la anaforicidad) lleva justamente a la conclusión equivocada. Tanto las expresiones “se casaban” como “una estudiante” desencadenan preguntas como “¿en qué contexto?” y “¿cuál?”. Por otro lado, enunciados como “se casaron” y “la estudiante” tienen referentes ya establecidos: un momento especificado y una persona concreta.
Leonetti (2004) enlista algunos ejemplos más para demostrar que la necesidad del imperfecto por referirse a un marco bien definido:
(37) El tren salía a las ocho en punto.
(38) El partido empezaba a las 8,45.
(39) El tren disponía de todas las comodidades.
(40) El tren era cómodo y silencioso.
(Leonetti 2004: 497-500)
Mientras que en las frases (37) y (38) los predicados son télicos y puntuales, los ejemplos (39) y (40) contienen predicados atélicos. Solamente en los primeros casos, es posible que la frase obtenga una lectura modal de una previsión. En el caso de los verbos atélicos, en cambio, esta lectura resulta imposible. Es decir, Leonetti (2004) aporta ejemplos similares a Giorgi & Pianesi (2004), pero los explica de manera muy distinta. Recuérdese que en los ejemplos (27) y (28) se usaban únicamente eventos télicos.
Dado que el imperfecto, en ambos planteamientos, se contrasta con el indefinido, cabe plantear la cuestión de si puede entenderse como alternativa marcada. En la práctica, sin embargo, es difícil determinar cuál de ellos representa la forma marcada y cuál puede considerarse neutra o menos específica. Comrie (1976: 111) argumenta que esta dificultad se debe a los rasgos implicados en la oposición entre perfectividad e imperfectividad. Gutiérrez Araus (1997: 31), por ejemplo, afirma que, en la mayoría de las situaciones, el imperfecto puede sustituirse por el indefinido, pero no al revés. Eso es porque, mientras que el indefinido se define por ser un tiempo del pasado, el imperfecto es un tiempo del pasado que, además, está marcado por una simultaneidad.
Giorgi & Pianesi (2004), en cambio, defienden otro punto de vista: mientras que el indefinido marca la conclusión de una acción, el imperfecto permite ambas posibilidades. Según esta argumentación, únicamente el imperfecto resulta la opción adecuada, cuando una acción no se lleva a su término. Debería, por tanto, ser más fácil sustituir el indefinido por el imperfecto que viceversa. Dados los distintos usos modales del imperfecto, y la existencia de las varias implicaturas (→4.2.1), tal distinción tampoco parece adecuada.
Schwenter & Torres Cacoullos (2008: 2) argumentan que no deberían mezclarse los conceptos de marcaje y defecto. Mientras que la oposición entre marcado y no-marcado concierne al número de rasgos formales y semánticos, una forma por defecto es aquella que puede sustituir la otra. Tal diferencia se hace visible en el fenómeno del plural gramatical. Mientras que el singular, en muchas lenguas, no se marca de manera morfológica, y por lo tanto manifiesta la opción no-marcada, no puede usarse como forma por defecto cuando se hace referencia a un sintagma nominal en plural. La aparición del imperfecto o del indefinido, asimismo, no es aleatoria. En contraste a otros fenómenos gramaticales, sin embargo, depende de una multitud de rasgos de los cuales algunos se consideran subjetivos y altamente dependientes de la perspectiva del hablante. Esta dependencia se discute en la siguiente sección.
4.2.3 El funcionamiento gramatical frente a la perspectiva subjetiva
Dado que un intercambio entre indefinido e imperfecto, en muchos casos, no afecta el estado de la gramaticalidad de la oración, pueden diferenciarse dos factores generales que influyen en la competición entre dos o más formas verbales: por un lado, la variación lingüística y, por otro lado, la perspectiva subjetiva con la cual el hablante pretende expresar ideas concretas. Especialmente este último criterio es crucial a la hora de interpretar los datos de estudios empíricos.
En cuanto a la variación en el sistema verbal, un ejemplo bien conocido consiste en el uso del perfecto compuesto. Gutiérrez Araus (1997: 21) diferencia entre dos sistemas que, según la autora, se corresponden con las regiones geográficas de España e Hispanoamérica. En ambos sistemas, el perfecto puede emplear la función de un pasado continuativo-resultativo (una acción que sigue continuando en el presente). En comparación con el español europeo, no obstante, el uso del perfecto es bastante menos frecuente (Sánchez Lobato 1994). Solo en el español europeo peninsular el perfecto también tiene el valor del antepresente que tiene una relación estrecha con los complementos adverbiales que subrayan la relación entre el momento del habla y el evento ( esta semana, este año y este siglo; Gutiérrez Araus 1997: 24). Propio del sistema americano, el perfecto también puede utilizarse con un valor enfatizador que puede usarse en narraciones o en artículos de prensa para sugerir una actualidad que afecta el oyente o lector (Gutiérrez Araus 1997: 25).
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