(19) Cada mañana salía a dar un paseo. (RAE 2009: 1756).
Los valores aspectuales se perciben particularmente al considerar que la combinación con predicados atélicos da lugar a una lectura de continuidad (RAE 2009: 1758, §. 23.12j) mientras que con predicados télicos la interpretación resulta progresiva (RAE 2009: 1762, §. 23.12t) o de conato (RAE 2009: 1759, §. 23.12n). La última propiedad hace referencia a un valor de intencionalidad ilustrado en ejemplo (20).
(20) Yo salía de casa en ese preciso momento. (RAE 2009: 1760, subr. en orig.)
En este caso, la forma salía equivale a ‘iba a salir’ o ‘me disponía a salir’ y enfoca la intención inmediata.
Dada su complejidad en cuanto a sus rasgos, el imperfecto posee una multitud de usos modales o desviados que integran la descripción de sueños o imaginaciones (RAE 2009: 1749, §. 23.11b) y la expresión de cortesía (RAE 2009: 1750, §. 23.11f). Además, puede emplearse como imperfecto lúdico en juegos infantiles para asignarse papeles entre los jugadores (RAE 2009: 1750, §. 23.11d).
Finalmente, otra función del imperfecto es un valor de ruptura (RAE 2009: 1761, §. 23.12p) que se utiliza en textos narrativos en combinación con predicados télicos. El así llamado imperfecto narrativo forma parte del lenguaje culto, y expresa una disociación de una acción específica al presentarla “como desenlace de otras introducidas secuencialmente” (RAE 2009: 1761).
Tanto el imperfecto y el indefinido son tiempos simples, y así formalmente contrastan con el perfecto compuesto. Este, que por su generación en el latín vulgar posee equivalencias en todas las lenguas románicas (→4.4.2), no presenta una imagen panhispánica homogénea, por lo que será tratado en más detalle en la sección sobre la variación (→4.2.3). La diferencia yace en la relación con el momento del habla: mientras que las acciones marcadas con el indefinido se presentan como completadas y enteramente disociadas del presente, el perfecto compuesto necesita interpretarse con un valor relativo. Este valor se sigue del hecho de que el auxiliar (el verbo haber) está conjugado en presente.
Un uso especial del indefinido seguido de su perfectividad y del marcaje de las fases iniciales de una acción es su combinación con los verbos estativos saber y conocer . En estos casos, nos hallamos ante una coerción en el sentido de Moens & Steedman (1988, →3.5). Así, la forma supo puede traducirse con “enterarse de algo, adquirir conocimiento de ello” (RAE 2009: 1739, §. 23.9j). Asimismo, el verbo conocer equivale a “tener conocimiento de algo” cuando se combina con un tiempo imperfectivo (tanto con el presente como con el imperfecto), y “entrar en contacto con alguien” cuando aparece en una forma perfectiva (RAE 2009: 1739, §. 23.9j).
En estos usos se evidencia también la similitud entre el perfecto (21) y el indefinido (22), mientras que ambos tiempos contrastan con el imperfecto (23).
(21) He sabido la noticia.
(22) Supe la noticia.
(23) Sabía la noticia.
Es, sin embargo, esencial advertir que las traducciones mencionadas son aproximaciones que no se corresponden de manera absoluta con el uso perfectivo con estos tiempos en todos sus usos (Palancar 2005). 2 Cuando se produce un efecto de coerción, el uso de las formas supo y conoció frente a sabía y conocía representa un caso claro del margen de la gramática. Mientras que puede considerarse que el contraste entre acciones puntuales únicas y costumbre habituales repetidas representa un uso del núcleo de la gramática, las interacciones entre los estados saber y conocer y el aspecto gramatical conciernen a la interfaz entre sintaxis y semántica.
Otro fenómeno parecido se trata en el estudio de Slabakova & Montrul (2008) quienes comentan el siguiente ejemplo en el cual también interfieren implicaturas pragmáticas:
(24) Los González vendían la casa pero nadie la compró.
(Slabakova & Montrul 2008: 463)
En (24) se combina, de manera no-prototípica, un predicado télico con el imperfecto. La segunda parte de la frase justifica la razón: el indefinido, en el mismo contexto, implicaría una conclusión de la acción, y consiguientemente resultaría contradictorio con la negación añadida. Solo el imperfecto, en cambio, deja abierta la conclusión de la acción, ya que “se oculta al oyente cualquier información relativa a sus límites” (RAE 2009: 1743, §. 23.10a). Por tanto, el imperfecto en combinación con un verbo télico elimina el entrañamiento de un término, y resulta compatible tanto con una culminación como con la interrupción de la realización (→3.5). El uso también representa una coerción especial en la que interactúan aspecto gramatical y léxico.
Como ha mostrado de Swart (1998, 2000), dichas interacciones entre los distintos niveles aspectuales que, de manera similar, se encuentran también en otras lenguas con un marcaje aspectual del imperfecto o progresivo son casos claros del fenómeno de la coerción. Las contradicciones que se producen a causa de la combinación entre la telicidad y la imperfectividad solo pueden resolverse al tener en cuenta todos los correspondientes rasgos pragmáticos, semánticos y gramaticales.
4.2.2 La oposición imperfecto-indefinido – ¿temporal o aspectual?
A primera vista, los tres tiempos parecen corresponder de manera biunívoca a los tres tipos del aspecto gramatical: imperfectivo, perfectivo y perfecto. No obstante, la alta multitud de distintas designaciones para los tiempos verbales no se debe únicamente a la independencia del desarrollo de varias gramáticas, sino también al hecho de que hay varios planteamientos sobre la naturaleza de los usos de las formas verbales. En general, pueden distinguirse dos posiciones contrarias: la asunción de la prevalencia del tiempo de la que se siguen las propiedades aspectuales como efecto, y la de la prevalencia del aspecto según la cual la aspectualidad es la propia causa de dichos efectos.
Siguiendo la tradición del gramático Andrés Bello que en su gramática favoreció los términos Pretérito y Copretérito sobre Perfecto e Imperfecto (cf. Bello 1847), algunos trabajos teóricos como el de Rojo (1990) defienden el punto de vista de que el sistema verbal español se deja caracterizar por rasgos puramente temporales, y por lo tanto deícticos.
Al presentar de manera cronológica varias etapas de la organización de los tiempos por parte de la Real Academia Española, Rojo (1990) argumenta que históricamente hubo varias confusiones entre los términos perfecto/imperfecto, terminado/no-terminado y absoluto/relativo. En cuanto a la aspectualidad, que en español está inseparablemente entretejida con la temporalidad, Rojo ve uno de los motivos de estas confusiones en el hecho de que varios términos se crearon en el contexto de otras lenguas como el griego cuyo sistema verbal no igualaba al latín del que el español heredó su gramática.
En la misma línea de investigación, Giorgi & Pianesi (1997) –al aportar en este caso ejemplos del italiano que corresponden a fenómenos equiparables en español y en otras lenguas románicas– sostienen que el imperfecto puede entenderse como un presente en el pasado (‘ present-in-the past-reading’ ; Giorgi & Pianesi 1997: 174) e igualmente lo definen únicamente a partir de rasgos temporales.
En un artículo más reciente, Giorgi & Pianesi (2004) amplían estas deliberaciones, y propugnan la idea de que mientras el indefinido y el perfecto (a menudo, en su conjunto llamados “perfectivos) sí corresponden a la idea de terminatividad (cf. Giorgi & Pianesi 2004: 273), no es el caso que el imperfecto equivalga a acciones no-terminadas. Respecto a su aspectualidad, en cambio, las formas del imperfecto se muestran neutras, porque el evento puede haber sido llevado a término o no (cf. Giorgi & Pianesi 2004:274).
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