Afinar el instrumento implica también aprender a cuidarnos para poder ofrecer a otros nuestra mejor versión… una tarea especialmente relevante para los que somos de propósitos amplios y agendas llenas, y fundamental para poder expresar nuestro potencial. Una tarea que empieza por trabajar en los hábitos más básicos: el famoso «Mens sana in corpore sano»21, que en su sentido original se refiere a la necesidad de mantener un espíritu –y no solo la mente– equilibrado en un cuerpo también equilibrado. Entre esos hábitos básicos están el sueño, el ejercicio físico, la alimentación, la gestión del estrés o la toma de conciencia de nuestros ciclos vitales y fisiológicos. A estos factores, que influyen de forma directa en nuestra química y en el equilibrio de nuestros neurotransmisores, les añadiremos además una serie de elementos que también tienen que ver con el cuidado, y que son fundamentales para mantener nuestros niveles de energía elevados, como son el cultivo de relaciones poderosas y de una mirada que nos permita sentirnos esponjados y esponjosos, y no precarizados. Descubriremos también que autocuidado y autocompasión son el alimento de la inspiración, y el sustrato que hace posibles los círculos virtuosos.
Una vez revisados los ingredientes propios de esas revoluciones privadas, pasaremos a descubrir los que tienen que ver con las revoluciones públicas, que nos permitirán expresar de forma más completa ese ser expandido en la relaciones, contextos y ecosistemas de los que formamos parte.
Comenzaremos por los dos que corresponden a actualizar versiones para poder liberar una reacción en cadena en nuestros entornos. El primero se refiere a lo que yo llamo «vivir en la influencia». El mundo necesita un liderazgo colectivo construido más allá de los límites de los liderazgos individuales que nos permita afrontar los retos de manera más consciente, abarcadora y estratégica. Un liderazgo que no pide permiso, ejercido por personas discernientes y necesariamente liberado de las cúpulas de las organizaciones y las sociedades, que ponga a trabajar nuestras fuentes de poder, por pequeñas que nos parezcan, para convertirlas en influencia y que no se constriña a la autoridad nominal o formal. La reflexión nos llevará a revisar juntos algunas distinciones clave en torno a los conceptos de poder e influencia, que tanto han evolucionado con los tiempos y las circunstancias, y que tan necesario es renovar para adaptarlos a estructuras líquidas, a los fenómenos sociales recientes y al creciente protagonismo de organizaciones y configuraciones poco «estructuradas». Descubriremos cómo transitar el camino del control a la influencia, un camino que requiere un cambio de herramientas y de paradigma muy difícil para muchos, y también la importancia de cultivar redes de relaciones más compactas o dispersas dependiendo de la extensión de mundo que nos apliquemos a cambiar.
La siguiente estrategia tiene que ver con algo fundamental para los tiempos que vienen: la necesidad de practicar un liderazgo generoso. El mundo necesita liderazgos ejercidos desde la valentía, la generosidad y el coraje. Liderazgos que inviertan en futuros mejores, en potencial, en oportunidades, en las personas y en sus fortalezas. Liderazgos de agenda grande, que aborden relaciones y proyectos con el objetivo de contribuir, y no midiendo continuamente qué pueden obtener en el proceso o llevando una rigurosa contabilidad destinada a asegurar que nunca dan más de lo que reciben. Solo esos liderazgos generosos transforman los futuros de equipos, organizaciones e instituciones, expanden territorios, desarrollan a otros, o imaginan mejores futuros en común en lugar de conformarse con futuros condicionados a las externalidades positivas de ciertas agendas individuales. Solo esos liderazgos pueden prescindir del reconocimiento ajeno (en sus múltiples formas y reencarnaciones) para actuar desde la conciencia y la libertad.
Terminaremos revisando las dos estrategias que tienen que ver con aplicarnos a transformar la realidad. La primera de ellas –«actúa de forma impecable»– se refiere a la necesidad, especialmente en los tiempos que corren, de hacer acopio de una voluntad y disciplina férreas para abordar las transformaciones con solidez y sin tomar atajos. Y de hacerlo desde una mezcla de flow (flujo, fluir) y grit (determinación), ambos factores críticos para lograr avanzar en defensa de nuestras causas. Los tiempos nos exigen mantenernos fieles a nuestra intención más pura, hacer lo máximo que podamos, cuidar los detalles y perseguir los mejores resultados de la forma más acertada –que no perfecta– a nuestro alcance, sin desconocer el componente de oportunidad, fundamental para el éxito, y sin caer en la inercia. Nos exigen también que emprendamos acciones que nos aseguren un mínimo consumo de energía para el máximo rendimiento, eliminando gestiones y patrones de comportamiento no esenciales o inconsistentes con quienes somos para poder enfrentarnos bien pertrechados a lo desconocido.
La última estrategia tiene que ver con descubrir y recordar que en el fondo todo es un juego. No tiene esto nada que ver con el cinismo que a veces adoptamos para poder seguir adelante con el corazón protegido. Se trata más bien de teñir la imagen que tenemos tanto de nosotros mismos como de los otros con grandes dosis de irreverencia, amabilidad, sentido del humor y compasión. De ponerle a nuestras vidas un poco de «mediterraneidad», conservando intactos al mismo tiempo un cierto candor y un compromiso firme con el mundo que nos rodea. De entender que en todos los sistemas y organizaciones existe un juego que se va volviendo más complicado a medida que vamos ascendiendo por la pirámide, un juego que tenemos que comprender y aprender a jugar, especialmente si pretendemos aportar algo a la agenda grande. Y de aceptar que, para poder transformarlo, debemos jugarlo limpiamente y sin perdernos en él en lugar de juzgarlo o desdeñarlo.
Como pronto descubriréis, cada una de estas dimensiones o estrategias incluye un contenido que podríamos denominar «teórico», en el que analizaremos y compartiremos referencias, modelos y aproximaciones tanto conceptuales como prácticas y que aparece tejido con historias de muchas de las personas a las que he tenido el privilegio de encontrarme en el camino. Cada capítulo incorpora además el perfil de una persona o grupo de personas que para mí representan esa dimensión, explicando su trayectoria, lo que simbolizan y qué pueden tener que aportarnos como referentes. Todas las dimensiones incluyen además herramientas concretas y una sección con preguntas que espero os sirvan para guiar vuestra reflexión y os permitan decidir acciones concretas a llevar a cabo en este momento de vuestras vidas, tanto en la esfera personal como en la profesional.
Mi experiencia me permite declarar que poner en marcha estas estrategias os hará la aventura de liderar –y de vivir– más placentera, plena y exitosa, así que me atrevo a animaros a intentarlo. Ojalá las historias que aparecen en estas páginas sean tan inspiradoras para vosotros como lo han sido para mí. Ojalá os sirvan también para construir un espacio donde vuestra propia sabiduría se pueda revelar. Y ojalá las compartáis con muchos «otros», porque los tiempos hacen más urgente que nunca crear y alimentar espacios de conversación y acción donde diseñar e impulsar lo que deseamos en lugar de quejarnos de lo que hay y de lo que vendrá. Este libro es al mismo tiempo mi estrategia para encontrarme con muchas otras personas «inoculadas» con quienes construir nuevos mañanas basados realmente en el futuro. Cuento con vosotros para promover esos espacios de encuentro. Nada puede merecernos más en este momento.
19Kairós, el «tiempo de Dios». Ya hablamos de ello en el Prólogo.
20Covey, Stephen R. (2011). «7 hábitos de la gente altamente efectiva». Paidós Ibérica. Sin duda uno de los mejores de libros de Management que se ha escrito, que resiste con fuerza el paso del tiempo.
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