Mancinelli, Elena
El bien en cuestión. Figuras del goce en Platón y Aristóteles - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Miño y Dávila, 2022.
Archivo digital (descarga y online)
ISBN 978-84-18929-20-5
Thema: QDTS [Filosofía social y política]; JMAF1 [Psicoanálisis lacaniano]
BISAC: PHI019000 [Philosophy / Political]; PSY026000 [Psychology / Movements / Psychoanalysis]
Edición: Primera. Febrero de 2022
ISBN: 978-84-18929-20-5
Depósito legal: M-32385-2021
© 2022, Miño y Dávila srl / Miño y Dávila editores sl
Diseño: Gerardo Miño
Armado y composición: Eduardo Rosende
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Índice
Prólogo, por Gerardo Arenas
Introducción
Capítulo I. Platón: el ilusionista de la felicidad
Introducción
I. El espejo: el teatro de operaciones en los libros I y II de República
II. El lazo político imaginario y... ¿el pastor sin imagen?
III. El organismo: la polis en el límite del espejo
IV. El organismo, el cuerpo, el alma y los tipos de bienes en el libro II
V. Taxonomía política de la afectividad: el caso de los guerreros
VI. De las identidades a la identidad total: la imagen del alma del filósofo gobernante en el libro IV
VII. Del ideal a la escena imaginaria primordial: El filósofo en los ojos del demos y el demos en los ojos del filósofo
VIII. El Otro, el placer y el displacer del filósofo liberado de la caverna
IX. La distribución de la (in)felicidad
X. El padre es un nombre que cae: degradación política y figura paterna
XI. El filósofo y el tirano en el espejo del sueño
XII. Del “no quiere saber nada de eso” al “todo saber”: tirano e invención del filósofo gobernante
Capítulo II. Aristóteles tiene razón
Introducción
I. El hombre sensato: saber qué no ser
II. El hombre sensato sabe tener
III. Dar o perder la razón
IV. ¿Una sociedad de amos?
V. ¿Ética del malestar o del bienestar?
VI. El calculador ideal
VII. No sabe por qué lo hace
VIII. El amigo es el hombre bueno en el espejo
IX. La clase media y la ilusión de no ser una idea
X. El semblante imposible y la disolución del orden político
Enlace
Capítulo III. Entre el bien y el orden, el estilo: el goce en Antígona y en Sócrates
a) Sócrates: la voz del deseo
Introducción
I. Sócrates. El estilo en cuatro pasos y... un axioma
II. Hacer falta al amo e imposible al esclavo: Sócrates entre el discurso histérico y el discurso del analista
III. Sócrates: el ideal en el rechazo del nombre del padre
b) Antígona, la solitaria
Introducción
I. De saber tapar la castración de Edipo a rebelarse por amor en el nombre
II. La filosofía ante Antígona: la expulsión en Platón y la domesticación pedagógica en Aristóteles
III. De (algunas) mentiras está hecho el camino del verdadero orden: el caso de República de Platón
Conclusiones
Apéndice. Variaciones sobre la tragediaVoz travestida y rostro de la tragedia. Notas sobre Las malas de Camila Sosa Villada, El desierto y su semilla de Jorge Barón Biza, y Oración de María Moreno
I. La voz travestida de la tragedia
II. El rostro del mal absoluto
III. La profanación de una oración
Bibliografía
Agradecimientos
A Juan, Iñaki y Maite
Una voz se hace escuchar en estas páginas. Y no se dirige sólo a nosotros, sus lectores. Desde el seminario que Lacan da en París, viaja hasta la Grecia clásica y, una vez allí, con risueña insolencia interpela a Platón y Aristóteles para hacerles notar que definir al hombre como animal racional no yerra la esencia de lo definido menos que decir de éste que es un bípedo implume. Los cuerpos hablantes no sólo gozan de mil y una formas que nada tienen de racionales ni caracterizan a los animales: están habitados por ese inextinguible deseo de gozar que constituye la base y el motor de la cultura. Esta voz se dirige al maestro y al discípulo, y les recuerda que tales son los seres acerca de los cuales ambos filosofan y, disfrazada de hetaira, les enrostra el modo en que uno y el otro, con sus respectivas filosofías, cierran los ojos ante la falta y, por eso mismo, ante el carácter deseante de los seres humanos. ¿Podría acaso desconocerlo una ética?
Para demostrar que no, la voz echa mano de dos eximios dramaturgos de esa época dorada y de dos de los personajes con que ellos pintaron la tensión trágica entre el buen orden de la polis y el deseo inclaudicable que lo excede: la Antígona de Sófocles y el Sócrates de Platón. Es que el discurso lacaniano gira en torno a las malaventuras del deseo y a las triquiñuelas del goce, y de ese modo brinda herramientas útiles para explorar el irreductible hiato entre el buen orden universal y la dignidad singular.
El resultado de esa exploración constituye el núcleo de este libro, que, además de mostrarnos que Sócrates, en calidad de héroe trágico, resulta ser el reflejo invertido de la igualmente heroica Antígona, deja al desnudo el movimiento gracias al cual Platón sustrae su propio cuerpo en República para remplazarlo por el doble de riesgo que allí se juega el pellejo, y retrata el gesto inaugural hecho por Aristóteles para construir su ética, a saber, valerse de la razón como instrumento para silenciar aquellos modos de gozar que escapan al dominio del amo —un amo cuyo goce queda así velado.
Dejar al descubierto ese movimiento y ese gesto nos permite entender qué truco de prestidigitador debió de haber sido consumado para lograr sustituir tanto los goces corporales como los deseos independientes de la necesidad por la salud del organismo como fuentes de toda metáfora antropomórfica de la homeostasis política. Las formas que entonces puede adquirir el irreductible residuo de semejante sustitución van desde las andanzas de los Hermocópidas hasta la guerra misma contemporánea de la noche en que esas fechorías tuvieron lugar.
Si la función del padre puede definirse como el modo tradicional de crear un orden allí donde la naturaleza no legisla, un corolario no menor de esta exploración consiste en el cuestionamiento de la inveterada idea de que la declinación del nombre del padre es un mero avatar histórico resultante de la acción conjugada del capitalismo y la ciencia, y en hacer de esa misma declinación una suerte de mito fundante para el pensamiento político occidental. El psicoanálisis no podrá sino beneficiarse de las implicancias de este corolario.
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