EMBOSCADA EN DALLAS
PEDRO J. SÁEZ
EMBOSCADA EN DALLAS
EXLIBRIC
ANTEQUERA 2022
EMBOSCADA EN DALLAS
© Pedro J. Sáez
Diseño de portada: Dpto. de Diseño Gráfico Exlibric
Iª edición
© ExLibric, 2022.
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ISBN: 978-84-19092-80-9
PEDRO J. SÁEZ
EMBOSCADA EN DALLAS
A mi nieta Penélope.
Índice
Prólogo Prólogo Cuando el Lincoln negro descapotable en el que viajaba el presidente se detuvo en la explanada del hospital principal de Dallas, poco podían hacer ya los médicos; sin embargo, teniendo en cuenta quién era el paciente, estuvieron cuarenta minutos intentando lo imposible. John F. Kennedy había sido asesinado ese 22 de noviembre de 1963. A la convulsión natural que le sigue a la muerte violenta de un presidente, había que añadir el hecho de que, para muchos, Kennedy no era un presidente cualquiera. Su juventud y carisma, su esposa, así como el carácter novedoso de su lenguaje político fueron, entre otros, factores que multiplicaron el impacto en Estados Unidos: las intrigas, el hampa, la inoperancia tanto del FBI como de la CIA; el asesinato de Lee Harvey Oswald a manos de Jack Ruby; la trayectoria improbable de un proyectil, etc. El presidente Lyndon B. Johnson designó la Comisión Warren para llevar a cabo la investigación oficial del magnicidio, pero nadie creyó en sus conclusiones. «Todo el mundo odiaba a Kennedy menos la gente». Estas fueron las palabras que pronunció Saint John Hunt, hijo de un agente de la CIA vinculado al asesinato, quien dibujó el esquema de la conspiración poco antes de morir. Como tantos otros, su testimonio fue inmediatamente desacreditado, ya que la mezcla de la propaganda con la autosugestión resulta, por lo general, implacable. Sirva esta introducción para contextualizar todo lo que el lector se va a encontrar en esta obra, una novela que hasta hace apenas un par de meses no era sino un manuscrito más sobre la mesa de este editor. A veces, basta con leer el primer párrafo de una obra para intuir la calidad de la misma; sin embargo, con Emboscada en Dallas tuve que continuar con la lectura. Seguí y seguí. No podía parar de leer. Primero, con cierto interés, que poco a poco se fue convirtiendo en una emoción cada vez más latente. Y después, con una gran dosis de admiración: no podía creer que fuera tan buena. Pero sí, estaba ante una de esas novelas cargadas de giros narrativos, magistralmente escrita por Pedro J. Sáez y con una profusa labor de documentación detrás, de esas que se hacían antaño. En definitiva, una obra que hará las delicias del lector habitual de historias de intriga y espionaje. Carlos Torres Director editorial de ExLibric
Introducción
1.Helsinki. Finales de 1974
2.Se abre la veda
3.Plan «Sibelius»
4.¡Que viene el lobo!
5.Caza mayor
6.Todo tiene un principio
7.Aires mexicanos
8.El señor Scott
9.Un duro golpe
10.El comodín Baker
11.La muerte llama a la puerta
12.Los Kennedy
13.Trabajando para la mafia
14.La política como negocio
15.Una fecha
16.Dos chivos expiatorios
17.La trama de Nueva Orleans
18.Despejando el camino
19.Final de trayecto
20.¿Solo dos actores?
21.El desenlace
Anexo
Prólogo
Cuando el Lincoln negro descapotable en el que viajaba el presidente se detuvo en la explanada del hospital principal de Dallas, poco podían hacer ya los médicos; sin embargo, teniendo en cuenta quién era el paciente, estuvieron cuarenta minutos intentando lo imposible. John F. Kennedy había sido asesinado ese 22 de noviembre de 1963.
A la convulsión natural que le sigue a la muerte violenta de un presidente, había que añadir el hecho de que, para muchos, Kennedy no era un presidente cualquiera. Su juventud y carisma, su esposa, así como el carácter novedoso de su lenguaje político fueron, entre otros, factores que multiplicaron el impacto en Estados Unidos: las intrigas, el hampa, la inoperancia tanto del FBI como de la CIA; el asesinato de Lee Harvey Oswald a manos de Jack Ruby; la trayectoria improbable de un proyectil, etc. El presidente Lyndon B. Johnson designó la Comisión Warren para llevar a cabo la investigación oficial del magnicidio, pero nadie creyó en sus conclusiones.
«Todo el mundo odiaba a Kennedy menos la gente». Estas fueron las palabras que pronunció Saint John Hunt, hijo de un agente de la CIA vinculado al asesinato, quien dibujó el esquema de la conspiración poco antes de morir. Como tantos otros, su testimonio fue inmediatamente desacreditado, ya que la mezcla de la propaganda con la autosugestión resulta, por lo general, implacable.
Sirva esta introducción para contextualizar todo lo que el lector se va a encontrar en esta obra, una novela que hasta hace apenas un par de meses no era sino un manuscrito más sobre la mesa de este editor. A veces, basta con leer el primer párrafo de una obra para intuir la calidad de la misma; sin embargo, con Emboscada en Dallas tuve que continuar con la lectura. Seguí y seguí. No podía parar de leer. Primero, con cierto interés, que poco a poco se fue convirtiendo en una emoción cada vez más latente. Y después, con una gran dosis de admiración: no podía creer que fuera tan buena. Pero sí, estaba ante una de esas novelas cargadas de giros narrativos, magistralmente escrita por Pedro J. Sáez y con una profusa labor de documentación detrás, de esas que se hacían antaño. En definitiva, una obra que hará las delicias del lector habitual de historias de intriga y espionaje.
Carlos Torres
Director editorial de ExLibric
Introducción
Mal menor
La lectura rápida de esas dos palabras, en principio y aparentemente, parecería que entrara en contradicción con otros principios éticos o morales que indican que nunca es lícito cometer ningún mal 1. Sin embargo, Aristóteles en el Libro II de su Ética, bascula en su elección: de dos males, el menor ha de ser siempre elegido.
Aristóteles definía la virtud como término medio entre dos vicios, proponiendo que es aconsejable caer en el vicio menos erróneo antes que en el más erróneo cuando no se pueda acertar con la virtud, algo parecido a lo que defendía Cicerón, añadiendo un matiz importante al poner como ejemplo de la opción del mal menor no una salida cómoda, sino un ejemplo de heroísmo. Pero en el pensamiento filosófico, a medida que pasa el tiempo, como en muchas otras cosas, aparecen nuevas visiones y las cosas cambian.
El cristianismo, en la época de las persecuciones, pasó de proponer un pacifismo radical a justificar las guerras tras cristianizarse el Imperio romano en el siglo IV. A partir de entonces, se teorizaron las causas de la guerra justa, siempre para restablecer la paz y reparar la injusticia recibida. En la Edad Media se recoge ya en el VIII Concilio de Toledo: «si un peligro inexcusable nos lleva a perpetrar uno de dos males, debemos escoger el que nos haga menos culpables».
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