Las personas de una cierta edad que padecen de arteriosclerosis y presión arterial elevada deben modificar, en primer lugar, la dieta. Hay que reducir el consumo de huevos, queso, legumbres y carne, y habituarse a sustituir estos alimentos por menús a base de alforfón y arroz integral, ya que tienen un efecto hipotensor. El alforfón se puede preparar de la misma manera que el arroz integral. Basta un poco de ingenio para conseguir con ellos una dieta variada y agradable. Prepara estos alimentos con muy poca sal y condiméntalos preferiblemente con plantas aromáticas. Toma, además, ensaladas de hortalizas crudas en abundancia, aliñadas con aceite y limón o suero de leche, pero nunca con vinagre. Evita, en cambio, las especias picantes. Puedes incluir también en esta dieta verduras cocidas suavemente al vapor que no produzcan flatulencias. En primavera, es recomendable el consumo de ajo de oso crudo ( Allium ursinum ), en ensaladas o cocido al vapor. Si conoces esta planta y la puedes recolectar en tus paseos primaverales, tú mismo puedes prepararte un vino de ajo de oso con esta planta y un poco de licor. Emparentado con el ajo de oso tenemos el ajo normal, cuya beneficiosa acción sobre la hipertensión y la arteriosclerosis es bien conocida. Dentro de la fitoterapia, podemos beneficiarnos de plantas como el muérdago 1y el espino blanco. Si sigues al pie de la letra estos consejos, de buen seguro que conseguirás unos buenos resultados.
Padecimientos del corazón
Si al corazón le cuesta realizar su trabajo, conviene llevar en el bolsillo unas pasas de uva e irlas masticando lentamente durante el trabajo. La musculatura del corazón lo agradecerá. Así mismo, masticar puntas o brotes de romero crudas y en ayunas también es bueno para el corazón.
En caso de padecer dolores persistentes en este órgano, si no se trata de una afección grave, se puede conseguir un rápido alivio con una tisana hecha con las membranas internas duras (leñosas) de las nueces, hirviéndolas en agua unos minutos y dejando reposar luego (tapadas) unos diez minutos. Esta tisana actúa con prontitud y produce un efecto calmante. Los dolores acaban por desaparecer, al cabo de un tiempo, si se toma con regularidad.
Es evidente que las afecciones graves del corazón no pueden curarse con estos sencillos remedios. En tales casos, existen otros recursos y procedimientos naturales que requieren más dedicación, por lo que los abordaremos más adelante.
El ardor de estómago o pirosis gástrica se manifiesta en forma de sensación de quemazón en el estómago y de eructos ácidos repetidos. Contra este trastorno disponemos de remedios sencillos y eficaces, incluso hasta cuando la sensación de acidez sube hasta percibirla en la boca. Un remedio que nos puede ayudar mucho es la patata. Se ralla una patata cruda lo más finamente posible y se exprime. El jugo obtenido se rebaja con agua caliente en una cantidad dos o tres veces superior. Deberá tomarse siempre recién preparado: en ayunas por la mañana, antes de la comida del mediodía y, por la noche, antes de acostarse. Este jugo no se debe dejar reposar ni conservar mucho tiempo. Si con este procedimiento no desaparece totalmente el ardor, se puede tomar una cucharadita de ceniza de madera (carbón vegetal medicinal) con un poco de agua tibia después de las comidas; para ello, se vierte el agua tibia sobre la ceniza, se remueve y se toma, acto seguido, toda la mezcla. En vez de ceniza también puede triturarse carbón de madera, preferiblemente de tilo; se mezcla con un poco de agua, copos de avena o cualquier otro cereal y luego se ingiere todo junto. El remedio es fácil de tomar y suele neutralizar la acidez. Si no se desea ingerir la ceniza, se vierte sobre ella agua caliente, se deja reposar un poco, luego se filtra con un paño y se toma el agua resultante, con lo que los resultados también suelen ser buenos. Otro buen remedio para neutralizar el exceso de acidez en el estómago es la arcilla medicinal tomada con un poco de agua. Si no disponemos de ella, nos pueden sacar momentáneamente del apuro un par de sorbos de leche cruda. Así mismo, los copos de avena crudos, masticados en seco y bien ensalivados pueden producir el mismo efecto y son preferibles y menos problemáticos que tomar bicarbonato sódico. Para conseguir un resultado más profundo, estable y duradero, y que el jugo gástrico vuelva a segregarse con normalidad, es indispensable seguir una dieta más suave con poca sal y evitar los productos de repostería, el azúcar blanco y los condimentos fuertes. Otro buen remedio para estos casos es la centaura menor en forma de infusión o de extracto.
Si estos remedios no solucionan el problema de forma totalmente satisfactoria, pudiera ser que la acidez estuviera provocada por trastornos en la vesícula biliar o por lombrices intestinales. En tales casos hay que combatir directamente estas causas.
Para combatir este trastorno, la toma regular de los jugos de patata y col durante unas semanas o meses, en crudo, puede resultar más efectiva que algunos medicamentos patentados y caros. El tratamiento consiste en tomar tres veces al día, antes de las comidas, el jugo de una patata de pequeño tamaño y, por lo menos, medio decilitro de jugo de col, también tres veces al día, en la sopa o después de las comidas. Para poder conseguir una verdadera curación, conviene tomar también carbón vegetal (tal como se expone en el apartado anterior) y seguir un régimen alimenticio adecuado. Si vamos a añadir estos zumos crudos a la sopa, hay que hacerlo en el plato y no cuando se está cocinando.
Si no toleras bien los dulces ni los fritos ni las comidas grasientas es señal de que tu hígado no trabaja lo suficientemente bien y, por lo tanto, conviene que estés alerta. Tomados en pequeñas cantidades, los rábanos actúan beneficiosamente sobre el hígado. No así si nos excedemos en su consumo. No hay que tomar más de una cucharadita de jugo de rábano al día.
También el jugo de zanahoria recién obtenido actúa de forma favorable en los trastornos hepáticos. Quien no disponga de una licuadora puede tomarlas crudas, finamente ralladas. Incluso ante un trastorno hepático grave, una dieta de zanahorias de uno o dos días de duración puede obrar milagros. Para reforzar el efecto favorable del zumo de zanahoria, se tomarán ensaladas a base de endivias, diente de león u otras plantas amargas indicadas para estos casos.
Para que el hígado se restablezca pronto y cesen los vómitos de bilis hay que evitar las comidas grasientas, fritos, dulces y, en estos casos también, las frutas y los zumos de frutas.
Para disponer de una buena dieta para el hígado, conviene seguir las siguientes recomendaciones:
Desayuno: un vaso de zumo de zanahoria, una tostada o pan crujiente sueco con muy poca mantequilla o con extracto de levadura, junto con una cucharada sopera de germen de trigo.
Comida: sopa de verduras, arroz integral o patatas cocidas con su piel, junto con una ensalada de hortalizas crudas (endivias, zanahoria u otras hortalizas frescas, preferentemente de sabor amargo). Completaremos el menú con verduras cocidas al vapor. En cambio, evitaremos cualquier tipo de fritura y postre dulce.
Para hacer una dieta variada, podemos seguir el siguiente plan: Primer día: arroz integral, bulbos de hinojo y ensaladas diversas. Segundo día: patatas cocidas con su piel, un poco de requesón, un poco de mantequilla fresca y ensaladas diversas. Tercer día: sopa de verduras, bocadillo o sándwich de pan integral o pan crujiente sueco untado con un poco de mantequilla y un poco de extracto de levadura y unas rodajas de cebolla, ajo y tomate, junto con ensaladas diversas. A media tarde: «café» (malta) de cereales malteados con un poco de leche, pero sin azúcar.
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