Por otra parte, también se pueden observar los procesos tratando de no generar prejuicios sobre la forma en que éstos tendrían que dar resultados; por el contrario, se trata de observar como son los intercambios en la definición de metas y objetivos, los procesos de toma de decisiones, el seguimiento y la evaluación de acciones, el resultado que de esto se obtiene, también nos puede decir que tipo de gobernanza se genera, pero esta vez, sin la carga normativa. De estos ejercicios de investigación es que nacen procesos que se pueden denominar gobernanza autoritaria o vertical, o democrática, entre muchas más que dan cuenta de la microfísica del poder en las interacciones sociales.
ACOTANDO A LA GOBERNANZA
El análisis de forma general sobre el comportamiento del concepto de gobernanza concuerda con el subcapítulo anterior (“Gobernanza y sus concepciones”), donde se pueden encontrar dos grandes grupos de estudios, ambos ligados a los estudios y análisis de redes, pero, por otra parte, se encuentran aquellos que contienen preceptos normativos íntimamente acompañados de las directrices propias de la sociedad civil y su carga positiva como mecanismo organizador de preferencias y necesidades, y sus formas de interacción con entes públicos y privados, y una concepción más general del concepto, que alude a todas las relaciones para la resolución de problemas públicos en los que pueden intervenir actores estatales, sociales y privados; o entendida como toda relación de poder en la arena pública en la que interviene más de un actor.
Dentro de este último tipo de estudios de gobernanza se encuentran aquellos que dan cuenta de las redes de política pública, en las que se incluyen todo tipo de éstas, formales o no, organizadas, semiorganizadas o improvisadas, y sus diversas formas de interacción, choque, negociación y creación de concensos y disensos, más o menos estables, que muestran la segmentación del poder dentro de la arena pública.
De estos dos grandes grupos se pueden encontrar algunas variedades de estudios que, más o menos, se contienen en la enunciación de los tipos de conceptos propuestos por Zurbriggen (2011), específicamente los referentes al concepto dos (acotado a redes organizadas) y el tres que se refiere a la concepción amplia de gobernanza (que supone una pérdida de hegemonía por parte del Estado), pero que de alguna manera hacen alusión a las redes de política pública, pero con diferente naturaleza.
Como se ha mencionado en este texto, así como en otros trabajos similares, existe una cantidad importante de estudios ligados a los contenidos normativos del concepto de gobernanza. Por lo tanto, resulta necesario dar cuenta de conceptos alejados de esta idea normativa, no porque no sea útil, sino porque es necesario crear contrastes que permitan ver las vicisitudes del ejercicio del poder, no como predefinido con reglas claras y procedimientos claros y determinados, sino como una realidad cambiante que somete a la sociedad a constantes roces, que deriva del conflicto y la oposición, del desencuentro y que, precisamente, son éstos los procesos que permiten dar salida al conflicto en soluciones más o menos estables, donde la diversidad de actores pone en juego sus intereses y busca lograr que éstos permanezcan vigentes en la agenda pública y sean llevados a la generación de programas y políticas públicas, los cuales están contenidos en el cuarto concepto que establece Zurbriggen (2011), ya que la definición general de éste permite observar el comportamiento social y sus interacciones desde esta perspectiva.
Así, la gobernanza también da cuenta de estos espacios, que no forzosamente responden a mecanismos formales que dan como resultado el cauce para la atención de la diversidad de problemas públicos derivados de reglas bien definidas y de procesos claros y transparentes; dando así espacio para el estudio de la microfísica del poder (Bassols, 2011), donde las estrategias e intenciones no son siempre claras, las alianzas y negociaciones no se muestran a simple vista, y las técnicas para el control y manipulación de grupos resultan, en cierta forma, comunes pero no visibles.
A esta forma de gobernanza, Arellano, Sánchez y Retana (2014) la denominan gobernanza “a secas”, o gobernanza “más allá de la moda”. Si recordamos parte de la definición vertida en la definición general que menciona que la gobernanza es la totalidad de interacciones entre entes públicos, privados y sociales, en la resolución de problemas públicos; es decir, toda interacción, por lo que la esencia sería dar cuenta de estas interacciones; así, cualquiera de los enfoques aquí descritos y aquellos que no se han descrito en el presente, son parte de las formas de gobernanza existentes.
Pero la generalidad del concepto también permite acotar lo que denominaron gobernanza a secas, entendida como: “[…] una estructuración de un proceso de toma de decisiones entre diversos actores, grupos u organizaciones […]” (Arellano, Sánchez y Retana, 2014:121), parte que coincide con el cuarto concepto que refiere Zurbriggen (2011), pero agregan: “[…] tiene que ver en mayor medida con la forma en que se organiza y estructura la autoridad y la decisión para llevar a cabo ciertos fines definidos por alguien o por algunos” (Arellano, Sánchez y Retana, 2014:121; Fukuyama, 2013).
Los autores argumentan que en la gobernanza a secas se da cuenta de quién y cómo ejerce el poder; dentro de una variedad de actores colectivos e individuales insertos en una arena de intereses en conflicto susceptibles de ser considerados como problemas públicos.
En esta concepción, por lo tanto, no es que se aleje de los preceptos normativos, simplemente, lo que trasciende es desenmarañar las urdimbres del poder, lo que Bassols (2011) denomina la microfísica del poder; es decir, dar cuenta de las herramientas, tácticas, alianzas, argumentos y, en general, de toda forma utilizada para llevar a cabo un fin determinado, en este caso, lograr que la toma de decisiones favorezca a los intereses de ciertos actores insertos en la arena pública.
Por lo tanto, podemos acotar en dos grandes grupos a los estudios y formas de acceder a gobernanza. El primero, ligado a las cargas normativas, que en muchos de los casos terminan siendo una receta llena de buenos deseos, ya sea que se observa a la gobernanza como una tecnología de gobierno para el diseño, evaluación y aplicación de políticas públicas o como mecanismo soportado en redes que da cuenta de procesos preestablecidos para dirimir problemas públicos. El segundo grupo la considera como una herramienta sociológica para el análisis de las relaciones entre sociedad, mercado y gobierno; sobre todo si se entiende que dichas relaciones son conflictivas y, por lo tanto, sus resultados no siempre son asequibles; por el contrario, las reacciones son inciertas, así, puede dar resultados contrarios o no planeados, generando acciones no diseñadas, diseños de acciones no ejecutadas y resultados no planeados (Arellano, Sánchez y Retana, 2014).
INCIDENCIA DE LA GOBERNANZA EN LO RURAL
Como se menciona al inicio del presente texto, no es el fin de éste proporcionar una definición de la gobernanza en lo rural, pero sí proporcionar elementos generales aplicables a cualquier espacio de interacción social; sin embargo, presentamos un breve acercamiento en el cual se hace énfasis en la diferenciación de definición de intereses colectivos y los significantes de la interacción en espacios rurales, donde lo simbólico adquiere mayor peso sobre las decisiones colectivas.
Dicho lo anterior, resulta pertinente recordar lo expuesto por Bevir (2013), cuando realiza la crítica a la visión sajona de gobernanza, donde, entre otras cosas, menciona que esta visión resulta reduccionista y que deja de lado el hecho de que estas redes son producto de fluidas acciones contingentes y conflictivas de personas diversas, provenientes de un mundo caótico, quienes crean, piensan, viven, luchan y se organizan de formas variadas y complejas.
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