ULLLA RAMERA
Mariamaria
Spanische Ausgabe
Dieses ebook wurde erstellt bei
Inhaltsverzeichnis
Titel ULLLA RAMERA Mariamaria Spanische Ausgabe Dieses ebook wurde erstellt bei
Mariamaria Mariamaria ULLLA RAMERA Literótica - Novela Información legal Texto: © Copyright by Ullla Ramera Portada: © Copyright by Ullla Ramera Editora: ramera e-ditions, Birkenallee 6, D-96191 Trunstadt by neobooks schreib@ulrich-ramer.eu Imprenta: epubli, Serviço do neopubli Ltd, Berlin 2016 ISBN 978-3-7380-7739-1 Printed in Germany Información bibliográfica de la Biblioteca Nacional Alemana La Biblioteca Nacional Alemana representa esta publicación. Dados detallados en la red: http://dnb.d-nb.de Para Luisa
1 Jordán en el seno
2 Aparición
3 Dar y Recibir
4 Iniciación
5 La salutación angélica
6 Entrando en el sueño
7 La mudanza
8. El auténtico
9 Un ángel en la tierra
10 La prima
11 Anunciaciones
12 Éxodo
13 Tierra prometida
14 Parto casero
Glosario
Impressum neobooks
ULLLA RAMERA
Literótica - Novela
Información legal
Texto: © Copyright by Ullla Ramera
Portada: © Copyright by Ullla Ramera
Editora: ramera e-ditions, Birkenallee 6,
D-96191 Trunstadt by neobooks
schreib@ulrich-ramer.eu
Imprenta: epubli, Serviço do neopubli Ltd, Berlin 2016
ISBN 978-3-7380-7739-1
Printed in Germany
Información bibliográfica de la Biblioteca Nacional Alemana
La Biblioteca Nacional Alemana representa esta publicación.
Dados detallados en la red: http://dnb.d-nb.de
Para Luisa
El agua murmura, el agua aumenta su caudal.
Aquí estaba ella tumbada en el césped de la orilla. Su minifalda con rayas verticales blanco-rosas, se deslizaba bastante para arriba, los pies balanceando en el agua tibia del Jordán cuyas olas suaves, con movimientos infinitos y ligeramente murmurantes, lamían las pantorrillas delgadas hasta las rodillas. El fuerte sol de la tarde cerró los párpados de Mariamaria y debajo sus sueños empezaron a pestañear.
De hecho, se hundió en un agradable ensueño, en el cual el viento de pensamientos y sueños estaba soplando la cortina de sus recuerdos hacia adelante y atrás y le dejaba adivinar fragmentariamente lo que había vivenciado en las últimas semanas. ¿O ella sólo pensaba haber vivenciado esto?
¿Por qué se había dado cuenta de que todas las personas en la calle viraban la cabeza hacia ella? Sí, todas las personas, no sólo los hombres más jóvenes y sus precursores adolescentes, también mujeres, niñas, ancianas y ancianos clavaban las miradas en ella. Sintió que todos volvieron la cabeza hacia ella, no tenía que cerciorarse.
Ella era Mariamaria, cierto, ¿y qué? ¿Ella era algo especial? Era un poco más alta que sus compañeras y amigas, pues bien, con la tez un poco más morena, y la naturaleza había ondulado su cabello de color castaño ligeramente, sus ojos marrones eran maquillados raramente con las manos inexpertas, y, sus labios carnosos, bastante oscuros, mal había pintado artificialmente. Pero, por supuesto: Ella ya estaba un poco encantada con su apariencia, ella no se vio arrogante, Dios sabe que no, pensaba… ¿Quién, ya volvería la cabeza por un gansito? …Ella estaba simplemente feliz y satisfecha.
¿O era eso lo que fascinaba los ojos de la gente?
De repente ya no estaba tan cierta aunque ella no sabía exactamente por qué debería estar insegura, especialmente, cuando siempre entraba en su mente si, a lo mejor, debería haber una explicación muy diferente por qué las personas la miraban. Poco a poco se acordó de que en las últimas semanas no había dormido tranquila, se había agitado bajo su cobertor presionando su cara contra la almohada de muchas veces. ¿A quién Mariamaria podría contar eso, como ella mismo no sabía precisamente lo que estaba aconteciendo en su sueño, y cuáles eran las sombras que se deslizaban de nuevo detrás de sus párpados?
Probablemente aún hacían falta muchos sueños en la orilla del Jordán con sus piernas balanceando en el agua, para que las piedrecillas del mosaico de su memoria - o de su imaginación - puedan ser reestructuradas para una imagen razonablemente visible.
Para hoy, en esta tarde soleada de agosto, sólo una vez, de flujos de pensamientos y una inundación de imaginaciones a partir de las cuales ella creía que el Jordán podría saber sobre eso, el Jordán le daría la respuesta, o tal vez iría a devolverlas. ¡ Qué líquidos podrían causar cualquier cosa! Desde luego que en el colegio en la clase de química ella ya había oído hablar sobre eso, pero esta tarde ella percibió como el Jordán la obligó y mandó sus presentimientos flotantes a sus piernas descubiertas.
Y cuanto más tiempo dormitaba en el borde del río, Mariamaria sintió eso, sintió el Jordán en sus suelas y en las pantorrillas desnudas, sintió, medio adormecida, como el río empujó los fantasmas desordenados y no descifrados hasta el seno, pasando por sus piernas y rodillas.
¡Qué cosquilleo latente que, a través de su vientre, todavía plano, y por su pecho movido, por la respiración, llegó a su frente, de alguna manera agradable, sí! El mensaje codificado, enviado por el Jordán realmente no atizó - aún - ninguna tempestad debajo del pelo rizado, tal vez fue un poco más abajo, ella no podía realizarlo en estos momentos, no, ninguna tempestad, sino un centellear suave que ella todavía no había sentido.
¿Cuánto tiempo estará tumbada aquí, con las piernas balanceando en el agua del Jordán? Después de que el sol había comenzado a quedarse más bajo y los rayos menos fuertes permitían a los ojos de Mariamaria parpadear bien lentamente debajo de las largas pestañas oscuras, sus manos tantearon la realidad de la naturaleza que la rodeaba: La izquierda sintió la hierba bajo sus caderas y la transición entre la piel y el tejido, la derecha tenía que darse cuenta de que sus piernas ya no estaban cubiertas por la falda. Sus mejillas se pusieron todavía más rojizas que el sol del verano ya había hecho, se apoyó sobre sus codos y miró cautelosamente a su alrededor, pero no podía ver a nadie cerca de ella. ¿Quién va a tumbarse en el sol ardiente del mediodía?
Por lo menos Mariamaria estaba terriblemente avergonzada, en qué apariencia había vivenciado su ensueño. ¡Sólo si alguien la hubiera visto! Ella tenía vergüenza como una pecadora atrapada, en fin sus padres la habían educado desde la infancia para la castidad y en cada oración de la noche ella se había comprometido a preservar una imagen impecable de niña y posteriormente de mujer. Esto también no debería cambiar nada, y esta misma tarde se le había ocurrido que se despertó tan ardiente, y tal vez también había soñado libertina y desenfrenadamente, pero eso realmente no lo sabía.
Tomó el dobladillo de su camiseta azul celeste entre pulgar e índice y comenzó a secar las gotas de sudor sobre su barriga y en el hoyuelo de su ombligo, también entre sus piernas, secó el resto de la humedad que nunca había notado antes, y, finalmente borró el último terror de su ceño fruncido.
El tejido de color azul celeste de la parte superior de su t-shirt con tirantes se había vuelto sudor oscuro, y el calor sofocante del sol de la tarde produjo bordes blancos alrededor de las manchas empapadas. Ojalá que sus amigas no presenten preguntas punzantes por los bordes de sudor y la cara de langosta roja. A los padres podría, sin embargo, explicar que había jugado al baloncesto con los jóvenes vecinos carpinteros, pero no, la idea tal vez no era tan buena, porque, en fin, no se juega baloncesto con los muchachos vecinos de minifalda y sandalias, y, además, tanto el padre, pero más aún la madre se dieron cuenta de que Josip, el mayor de los dos, había arriscado al menos un ojo en su hija. Y en este sentido él, absolutamente, no se distinguió de todas las otras personas que estaban mirando a Mariamaria a cada paso. Pero Josip, a pesar de todo, era - casi - el único a quien no le habría llevado mal las miradas calurosas y, sin embargo, inquietas.
Читать дальше