Herman Melville - Moby Dick o la Ballena

Здесь есть возможность читать онлайн «Herman Melville - Moby Dick o la Ballena» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Moby Dick o la Ballena: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Moby Dick o la Ballena»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

"Llamadme Ismael. Hace unos años —no importa cuánto hace exactamente—, teniendo poco o ningún dinero en el bolsillo, y nada en particular que me interesara en tierra, pensé que me iría a navegar un poco por ahí, para ver la parte acuática del mundo. Es un modo que tengo de echar fuera la melancolía y arreglar la circulación."
"Moby-Dick" es una novela de Herman Melville publicada en 1851. Narra la travesía del barco ballenero «Pequod», comandado por el capitán Ahab, junto a Ismael y el arponero Quiqueg en la obsesiva y autodestructiva persecución de un gran cachalote blanco.

Moby Dick o la Ballena — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Moby Dick o la Ballena», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Cavilé un rato sin comprender del todo la razón de esto. El Padre Mapple disfrutaba de tan amplia reputación de sinceridad y santidad, que no podía sospechar que persiguiera la notoriedad por ningún simple truco de escenografía. No, pensé; debe haber alguna razón sensata para esto; además, debe simbolizar algo invisible. ¿Podrá ser entonces que por ese acto de aislamiento físico simboliza su retirada espiritual desde el tiempo, desde todas las ataduras y conexiones externas de este mundo? Sí, pues reconfortado con la carne y el vino de la Palabra, para este fiel hombre de Dios, el púlpito, como veo, es una fortaleza de autocontención; una altanera Ehrenbreitstein, con una perenne fuente de agua entre sus muros.

Pero la escala de gato no era en aquel lugar el único rasgo extraño tomado de las anteriores navegaciones del capellán. Entre los cenotafios de mármol a ambos lados del púlpito, la pared que le daba respaldo estaba adornada con una amplia pintura representando un valiente navío en lucha con una terrible tempestad a lo largo de una costa a sotavento, toda rocas negras y níveas rompientes.

Pero arriba, por encima de la turbonada volante y las oscuras nubes fugitivas, flotaba una pequeña isla de luz del sol, desde la cual irradiaba un rostro de ángel; y ese claro rostro lanzaba una visible mancha de radiosidad sobre la desarbolada cubierta del barco, algo así como aquella placa de plata que ahora está inserta entre las tablas del Victory donde cayó Nelson. «Ah, noble navío —parecía decir el ángel—: sigue luchando, sigue luchando, oh, tú, noble navío, y mantén firme el gobernalle; pues, ¡mira!, el sol irrumpe, y las nubes se disipan: está cerca el más sereno azur.»

Tampoco el propio púlpito carecía de huellas de ese mismo gusto marinero que había dado lugar a la escala de gato y la pintura. Su frontal con paneles era a semejanza de un buque de proa muy llena, y la Santa Biblia descansaba en una pieza prominente en voluta, configurada como el pico de una proa, en forma de cabeza de violín.

¿Podía haber algo más lleno de significado? Pues el púlpito es siempre la parte más a proa de la tierra, y todo lo demás queda atrás; el púlpito precede al mundo. Desde allí, se da el primer grito de alarma ante la tormenta de la rápida ira de Dios, y la proa debe aguantar el primer envite. Desde allí se invoca por primera vez al Dios de las brisas buenas o malas para que dé vientos favorables.

Sí, el mundo es un barco en su viaje de ida, y es un viaje sin vuelta, y el púlpito es su proa.

IX.— El sermón

El Padre Mapple se irguió, y con suave voz de autoridad sin arrogancia, ordenó a la gente dispersa que se apretara:

—¡Trozo de estribor, allí! ¡Fuera de babor! ¡Trozo de babor, a estribor! ¡A crujía, a crujía!

Hubo un sordo ruido de pesadas botas marinas entre los bancos, y un roce más ligero de zapatos de mujer, y todo volvió a quedar en silencio, y todas las miradas en el predicador.

Él se detuvo un momento; luego, arrodillándose en la proa del púlpito, plegó sus grandes manos morenas sobre el pecho, levantó los ojos cerrados, y ofreció una oración tan hondamente devota que parecía estar arrodillado y rezando en el fondo del mar.

Acabado esto, con prolongados tonos solemnes, como el continuo doblar de una campana en un barco que se hunde en alta mar en la niebla, comenzó a leer así el siguiente himno, pero, hacia las estrofas finales, cambió de acento e interrumpió en una repiqueteante exultación gozosa:

Las costillas de horror de la ballena

alzaban sobre mí su arco funesto;

la ola de Dios, con claro sol, pasaba

y me llevaba a lo hondo, a ser juzgado.

Vi abrirse las quijadas del infierno,

con penas y dolores que no acaban;

sólo puede contarlo quien lo sufre:

oh, en desesperación me sumergía.

Entre el espanto negro, clamé a Dios,

al que apenas podía creer mío;

él inclinó su oído a mis querellas,

Y la enorme ballena me soltó.

En mi auxilio voló deprisa, como

cabalgando en un fúlgido delfín;

claro y terrible igual que los relámpagos

brilló el rostro de Dios mí salvador.

Mi canto para siempre contará

esa hora de miedo y de alegría;

yo doy toda la gloria a mi Señor;

suya es toda la gracia y el poder.

Casi todos se unieron al himno, que creció y subió por encima del aullar de la tormenta. Sucedió una breve pausa; el predicador pasó lentamente las hojas de la Biblia, y por fin, plegando la mano sobre la página buscada, dijo:

—Amados compañeros de tripulación, remachemos el último versículo del capítulo primero de Jonás… «Y Dios había preparado un gran pez para que se tragara a Jonás.»

»Compañeros, este libro, que contiene sólo cuatro capítulos —cuatro filásticas—; es uno de los cordones más pequeños en el poderoso cable de las Escrituras. Y sin embargo ¡qué profundidades del alma sondea el profundo escandallo de Jonás! ¡Qué lección más fecunda es para nosotros este profeta! ¡Qué cosa más noble es ese cántico en el vientre del pez! ¡Qué grandiosidad y qué estruendo de ola! Sentimos el flujo que nos cubre, lo sondeamos hasta el fondo algoso de las aguas; nos rodean las algas y la broza marina. Pero ¿qué es esa lección que enseña el libro de Jonás? Compañeros, esta lección es un cabo de dos cordones; una lección para todos nosotros como hombres pecadores, y una lección para mí como piloto del Dios vivo. Como hombres pecadores, es una lección para todos, porque es un relato del pecado, de la dureza del corazón, de los terrores repentinos, del rápido castigo, el arrepentimiento, las oraciones y finalmente la liberación gozosa de Jonás. Como pasa con todos los pecadores de este mundo, el pecado de este hijo de Amittai estuvo en su deliberada desobediencia al mandato de Dios —no importa ahora cuál fuera ese mandato, ni cómo se lo transmitiera—, que él encontró duro mandato. Pero todas las cosas que Dios quiere que hagamos nos resultan duras de hacer —recordadlo— y, por tanto, más a menudo nos manda que intenta persuadirnos. Y si obedecemos a Dios, debemos desobedecernos a nosotros mismos, y en este desobedecernos a nosotros mismos consiste la dureza de obedecer a Dios.

»Con este pecado de desobediencia en él, Jonás sigue ofendiendo aún a Dios, al tratar de huir de Él. Cree que un barco hecho por hombres le va a llevar a países donde no reine Dios, sino sólo los Capitanes de este mundo. Merodea por los muelles de Joppe, y busca un barco rumbo a Tarsis. Aquí nos acecha, quizás, un significado que hasta ahora no se ha advertido. Según toda explicación, Tarsis no podía ser otra ciudad que la moderna Cádiz. Ésa es la opinión de los doctos. ¿Y dónde está Cádiz, compañeros? Cádiz está en España; a tanta distancia por mar, desde Joppe, como podía haber navegado Jonás en aquellos días antiguos, cuando el Atlántico era un mar casi desconocido. Porque Joppe, la moderna Jaffa, compañeros, está en la costa más oriental del Mediterráneo, en la costa siria; y Tarsis o Cádiz, a más de dos mil millas de allí, en la misma salida del Estrecho de Gibraltar. ¿No veis, pues, compañeros, que Jonás trataba de huir de Dios a todo lo ancho del mundo? ¡Hombre miserable! ¡Oh, el más vergonzoso y digno de todo desprecio; con sombrero gacho y mirada culpable, escapándose de su Dios; rondando entre las embarcaciones como un vil ladrón que tiene prisa de cruzar los mares! Tan desordenado e inquietante es su aspecto, que si en aquellos días hubiera habido policía, Jonás, sólo por la sospecha de algo malo, habría sido detenido antes de tocar cubierta. ¡Qué claramente es un fugitivo! Sin equipaje ni sombrerera ni maleta ni saco de lona; sin amigos que le acompañen hasta el muelle para despedirle. Al fin, después de mucho buscar vacilando, encuentra la nave para Tarsis, que recibe lo último de su cargamento; y al subir a bordo para ver al capitán de la cabina, todos los marineros dejan un momento de izar las mercancías para observar las perversas miradas del desconocido. Jonás lo ve, y en vano trata de tener aspecto de tranquilidad y confianza; en vano ensaya su miserable sonrisa. Fuertes intuiciones sobre ese hombre aseguran a los marineros que no puede ser inocente. A su manera, juguetona, pero seria, uno susurra al otro: “Jack, ha robado a una viuda’, o: “Joe, fíjate en ése; es un bígamo”, o: “Harry, muchacho, me parece que es el adúltero que se escapó de la cárcel en la vieja Gomorra, o uno de los asesinos desaparecidos de Sodomá’. Otro corre a leer el cartel pegado a la empalizada del muelle en que está amarrado el barco, ofreciendo quinientas monedas de oro por la captura de un parricida, y conteniendo la descripción de su persona. Lo lee, y mira a Jonás después de leer el cartel, mientras que todos sus comprensivos compañeros se agolpan ya en torno a Jonás, preparados a echarle una mano. Jonás, asustado, tiembla, y, reuniendo en la cara toda su valentía, no hace sino tener más aspecto de cobarde. No quiere confesar que se sospecha de él; pero eso mismo ya es muy sospechoso. Así que se las arregla como puede, y, cuando los marineros encuentran que no es el hombre que se anuncia, le dejan pasar, y él baja a la cabina.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Moby Dick o la Ballena»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Moby Dick o la Ballena» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Moby Dick o la Ballena»

Обсуждение, отзывы о книге «Moby Dick o la Ballena» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x