E. M Valverde - Sugar, daddy

Здесь есть возможность читать онлайн «E. M Valverde - Sugar, daddy» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Sugar, daddy: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Sugar, daddy»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Una colaboración empresarial y el deseo de complacer la voluntad de su madre, hará que Areum caiga en manos del Señor Takashi, un hombre narcisista que disfruta corrompiendo personalidades débiles y llevándolas a su mundo sádico. Areum aprenderá a malas que las rosas más bellas también poseen las espinas más dañinas y difíciles de olvidar, y que la maldad del ser humano a veces es simplemente innata y autodestructiva.

Sugar, daddy — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Sugar, daddy», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Kohaku me podía hacer sonreír hasta cuándo estaba en sus peores, ¿pero quién le hacía reír a él?

...

Se oían mis zapatos subiendo aquel tramo de escaleras, el compás asesino y amenazador en dirección a su despacho. Ahora que ya había visto el artículo con las fotos, debía tener una charla con él.

Le iba a matar

Pero la puerta estaba entreabierta, algo que me desconcertó dado su obsesivo control. Tal vez la había dejado entreabierta para tenderme una trampa, tal vez secretamente tenía ganas de verme.

—Takashi –irrumpí en el despacho abriendo la puerta de un golpe, y mi mirada cayó sobre su figura sedente, rellenando papeles como si no hubiese hecho nada malo. La gota que colmó el vaso fue su sonrisa felina, como de orgullo por su perversidad.

—¿Qué formas son esas de dirigirte a mí? –no se dignó a mirarme, ni tampoco a borrar esa desvergonzada línea de su cara, estaba demasiado ocupado rellenando los putos documentos–. Siéntate nena, en un momento estoy contigo.

¿Estaba tomándome el pelo o qué?

Me acerqué a su descomunal escritorio con otros fines, y con el brazo barrí todo lo que había en la superficie. Todo cayó como una estruendosa cascada de agua al suelo, y solo oí cómo Takashi hizo una inhalación profunda antes de mirarme con dureza. Probablemente le había molestado, pero lo ignoré y proseguí.

—¡¿Qué coño has hecho?! –estampé las manos abiertas en su escritorio, ahora vacío–. ¿Cómo te atreves a hacer públicas las fotos? Vas a tener una charla con mi abogado, y te vas a pudrir en la cárcel –solté las palabras atropelladamente, sin importarme que se estuviese levantando de la butaca–. Te voy a denunciar por acoso, intimidación, manipulación, chantaje...¡y seguro que alguna más!

El sprint que hizo me tomó desprevenida, y solté un grito cuando me cogió del pelo y me reclinó sobre su escritorio con demasiada brusquedad.

—¡No! ¿Qué haces?

Sus piernas se clavaron a los lados de las mías para inmovilizarme, y percibí su musculatura cuando se pegó a mi espalda, aplastándome un poquito. Mi mejilla dolió por el impacto contra la madera, aturdiéndome momentáneamente los sentidos. pero preferí no pensar en la comprometida posición.

Menudo desalmado sexual, joder, ¿pero qué clase de enfermo era?

—¿Qué?, ¿ahora ya no eres tan valiente? –tiró de mi pelo con fuerza, acercando mi oreja a su boca, y me sentí increíblemente humillada con cada sílaba que arrastró–. He hecho lo que tendría que haber hecho desde que me comenzaste a vacilar: cada vez que me enfades, haré pública una foto. He empezado con la más suave, ya que tener un amiguito a tu edad no es para tanto... ¿pero vandalizar las calles de Tokio? Tskk...no quiero saber qué dirá la prensa si finalmente alguien pone nombre y cara a los graffitis que arruinan el barrio más rico de la ciudad –me apretó las mejillas como si fuese el amo del lugar–, serás el foco constante de atención. Y siendo coreana... –dijo, como decepcionado–, te destrozarán en cuestión de días.

Me dolía tanto el poco tacto con el que me estaba tratando...

—¿Qué te he hecho yo para que me trates así? –volví a pegar la mejilla a la madera, cerrando los ojos para no llorar, escondiendo la cara–. ¿T-Te divierte acosar a una adolescente? ¿Tan triste es tu vida?

—¿”Acosar”? –repitió serio, acariciando mis costados–. Yo creo que solo soy dinamismo para tu aburrida vida, Areum, ¿hace cuánto no tenías una experiencia que te quitase el sueño por las noches? –tiró de mi cintura y se pegó por completo, marcando su dura erección. Se me fue la sangre de las venas; ¿por qué se me erizaron los pelos de la nuca?–. ¿Lo notas? Solo te he puesto en tu lugar y ya me he excitado.

Solo le faltaba decir que mi lugar estaba en la cocina para darme luz verde y darle otro bofetón, era repugnante.

—Ayer fui muy benevolente cuando te propuse el contrato –su voz se hacía pesada conforme me clavaba más las caderas, y me comenzaron a sudar las palmas de las manos a cámara lenta, a arder el vientre–, ¿y qué haces tú? Rechazarme y venir a mi despacho con complejo de heroína.

—... –no dije nada a pesar de que tenía ruido mental en la cabeza. Una sensación que no quería sentir bajó a mi intimidad, y no sabía qué hacer.

—A veces es mejor cerrar la boca en el momento justo –me apremió Takashi, inclinándose encima de mí con una reverencia de amante, el calor de su cuerpo sofocando mi cara de rojo. Me quedé hiper quieta con lo que me susurró, con la saliva –. Si todavía tuviéramos Corea anexionada a Japón...ten por seguro que ya te habría lavado la boca con jabón y cosido los labios. No habrías durado nada allá, nena.

No sabía cómo responder, ni tampoco encontré una voz para manifestarlo. Tenía claro que no me iba a escuchar, ¿así que para qué hablar?

—Areum-ssi –el diminutivo que hizo en mi lengua nativa me sacó una sonrisa amarga; vaya, Takashi sabía algo de coreano–, ¿no te dije que odio el traje este? –descubrió mi oreja, y besó la piel con un erotismo que pocas veces había sentido, con cuidado, con atención, con morbo–. Tienes demasiadas capas encima –serpenteó la mano por mi pecho, zigzagueando bajo la chaqueta hasta acunar mis senos, no agresivo sino como un caballero, y ese era el dilema, que tenía mucho tacto cuando le interesaba. ¿Notó mi pulso alterado?–, ¿te gusta que te toque así? –preguntó ladino en mi oído, y al ver que no pude contestar, cambió el tono a uno protector–. Ven, nena.

Me cogió la cara dulcemente desde atrás, y me atrajo dominante hasta que nuestros labios chocaron. Apretó mis pechos con ansia, sacándome así un gimoteo sensible a traición. Lloré al darle esa satisfacción de verme mal, y cuando se separó para mirarme, sonrió complacido.

—No seas así...bésame bien –se lamentó, trazando tétricamente la línea bajo mi pómulo–. Tengo el correo con más fotos preparado en borradores, un click y la prensa las publicará –atrapó una gota salada de mi mejilla con su lengua, y el tétrico gesto solo me hizo llorar más. Era imposible llevarle la contraria.

Takashi se levantó en silencio y se sentó en su butaca, dejándome ahí tirada en su escritorio. Tardé unos minutos en incorporarme, de lo anulada que me sentía. Tiró suave de mi muñeca, ofreciendo confidente su regazo, sus brazos grandes y abiertos, una mirada íntima. Me senté sin decir mucho, sin entender mucho, y comenzó un suave sendero vertical por mi pelo, mimándome sobre sus piernas, sin segundas intenciones.

No sé por qué, pero apoyé la frente en su pecho y lloré en silencio mientras él calmaba el ruido mental. Pretendí que era el pecho de Kohaku pero ni siquiera oí latidos, confirmando mi teoría de que no tenía corazón. Qué extraño era compartir algo tan íntimo con él.

¿Era esta actitud reposada la verdadera personalidad de Takashi? Así no daba miedo.

—Señor Takashi –susurré decaída, con los ojos pesados de llorar y de cansancio, y la mejilla caliente contra su camisa–. Deme la pluma.

Con una sonrisa imposible de ocultar, me entregó el contrato y la pluma, y firmé mi sentencia de muerte abrazada y sin saber lo que unos meses con él me podían cambiar.

8. [cambio de actitud]

Areum

Señor Takashi. Honoríficos. Uniforme. Sumisión

Las normas no eran difíciles, pero sí degradantes de llevar a cabo.

—¿A que no ha sido tan difícil? –levantó mi barbilla 90º, examinándome como si me fuera a comprar, midiendo la longitud de mis pestañas y las finas curvas de mi nariz. Grité cuando de repente me atrajo del cuello para besarme, y giré la cara.

—Tengo una duda –dije pensativa, mis piernas todavía temblando. Me ponía extra nerviosa notar la gruesa protuberancia de sus pantalones contra mi costado, ¿de verdad se ponía así por mí? Oh...–, ¿se ha esperado a tener mi firma para poder tocarme?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Sugar, daddy»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Sugar, daddy» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Sugar, daddy»

Обсуждение, отзывы о книге «Sugar, daddy» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x