Palabra del Señor.
R. Gloria a ti Señor Jesús.
8. Después del Evangelio, se puede hacer una breve homilía. Antes de comenzar la procesión, el sacerdote, el diácono o un ministro laico dice con estas u otras palabras:
Queridos hermanos, imitemos a la muchedumbre que aclamaba a Jesús, y vayamos en paz.
O bien:
Vayamos en paz.
En este caso todos responden:
En el nombre de Cristo. Amén.
9. Y comienza la procesión hacia la iglesia donde se va a celebrar la misa. Si se emplea el incienso, va delante el turiferario con el incensario humeante, seguidamente el acólito u otro ministro que porta la cruz adornada con ramos o palmas según las costumbres del lugar, en medio de dos ministros con velas encendidas. A continuación, el diácono llevando el libro de los Evangelios, el sacerdote con los ministros y, detrás de ellos, los fieles, que llevan los ramos en las manos. Durante la procesión, los cantores, junto con el pueblo, cantan los siguientes cantos u otros apropiados en honor de Cristo Rey:
Antífona 1
R. Los niños hebreos, llevando ramos de olivo, salieron al encuentro del Señor, aclamando: «Hosanna en el cielo».
Esta antífona se puede repetir entre los versículos de este salmo:
Salmo 23
Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos. R.
¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso. R.
Ese recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Esta es la generación que busca al Señor,
que busca tu rostro, Dios de Jacob. R.
¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las puertas eternales:
va a entrar el Rey de la gloria.
¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, héroe valeroso,
el Señor valeroso en la batalla. R.
¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las puertas eternales:
va a entrar el Rey de la gloria.
¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios del universo:
él es el Rey de la gloria. R.
Antífona 2
R. Los niños hebreos extendían mantos por el camino y aclamaban: «Hosanna al Hijo de David, bendito el que viene en nombre del Señor».
Esta antífona se puede repetir entre los versículos de este salmo:
Salmo 46
Pueblos todos, batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor altísimo es terrible,
emperador de toda la tierra. R.
Él nos somete los pueblos
y nos sojuzga las naciones;
él nos escogió por heredad suya:
gloria de Jacob, su amado.
Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas. R.
Tocad para Dios, tocad;
tocad para nuestro Rey, tocad.
Porque Dios es el Rey del mundo:
tocad con maestría. R.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado.
Los príncipes de los gentiles se reúnen
con el pueblo del Dios de Abrahán;
porque de Dios son los grandes de la tierra,
y él es excelso. R.
Himno a Cristo Rey
Pueblo:
R. ¡Gloria, alabanza y honor!
¡Gritad Hosanna,
y haceos como los niños hebreos
al paso del Redentor!
¡Gloria y honor al que viene
en el nombre del Señor!
Cantores:
1. Como Jerusalén con su traje festivo,
vestida de palmeras, coronada de olivos,
viene la cristiandad en son de romería
a inaugurar tu Pascua con himnos de alegría. R.
2. Ibas como va el sol a un ocaso de gloria;
cantaban ya tu muerte al cantar tu victoria;
Pero tú eres el Rey, el Señor, el Dios Fuerte,
la Vida que renace del fondo de la Muerte. R.
3. Tú, que amas a Israel y bendices sus cantos,
complácete en nosotros, el pueblo de los santos;
Dios de toda bondad que acoges en tu seno
cuanto hay entre los hombres sencillamente
bueno. R.
10. Al entrar la procesión en la iglesia se canta el siguiente responsorio u otro canto que haga alusión a la entrada del Señor:
V. Al entrar el Señor en la ciudad santa, los niños hebreos profetizaban la resurrección de Cristo, proclamando, con ramos de palmas: «Hosanna en el cielo».
R. Hosanna en el cielo.
V. Como el pueblo oyese que Jesús llegaba a Jerusalén, salió a su encuentro, proclamando, con ramos de palmas: «Hosanna en el cielo».
R. Hosanna en el cielo.
11. El sacerdote, al llegar al altar, lo venera y, si lo juzga oportuno, lo inciensa. Después va a la sede, se quita la capa pluvial si la ha usado, y se pone la casulla y, omitidos los demás ritos iniciales de la misa y, según la oportunidad, el Señor ten piedad, dice la oración colecta de la misa y continúa como de costumbre.
Forma segunda: Entrada solemne
12. Cuando no es posible hacer la procesión fuera de la iglesia, la entrada del Señor se celebra dentro de la iglesia, por medio de una entrada solemne antes de la misa principal.
13. Los fieles se reúnen o en la puerta de la iglesia o en la misma iglesia, teniendo los ramos en las manos. El sacerdote, los ministros y una representación de fieles se dirigen a un lugar apto de la iglesia, fuera del presbiterio, donde la mayor parte de los fieles pueda ver el rito.
14. Mientras el sacerdote se dirige al lugar indicado, se canta la antífona: Hosanna u otro canto adecuado. En este lugar se bendicen los ramos y se proclama el Evangelio de la entrada del Señor en Jerusalén, como se ha indicado más arriba (nn. 5-7). Después del Evangelio, el sacerdote con los ministros y algunos fieles se dirigen al presbiterio por la iglesia; mientras tanto se canta el responsorio: Al entrar el Señor (n. 10) u otro canto apto.
15. Cuando ha llegado al altar el sacerdote lo venera, después va a la sede, y, omitiendo los ritos iniciales de la misa y, según la oportunidad, el Señor ten piedad, dice la oración colecta. Después la misa continúa como de costumbre.
Forma tercera: Entrada simple
16. En las restantes misas de este domingo en las que no se hace la entrada solemne, se hace memoria de la entrada del Señor en Jerusalén como entrada simple.
17. Mientras el sacerdote se dirige al altar, se canta la antífona de entrada con el salmo (n. 18) u otro canto que haga alusión a la entrada del Señor. El sacerdote, llegado al altar, lo venera y se dirige a la sede. Después de hacer la señal de la cruz, saluda al pueblo y la misa prosigue como de costumbre. En otras misas, en las que no es posible cantar una antífona de entrada, el sacerdote, inmediatamente después de llegar al altar y venerarlo, saluda al pueblo, lee la antífona de entrada y prosigue la misa como de costumbre.
18. Antífona de entrada
Cf Juan 12,1.12-13; Salmo 23,9-10
Seis días antes de la solemnidad de la Pascua, cuando Jesús iba a la ciudad de Jerusalén, salieron a su encuentro los niños: en las manos tomaron ramos y aclamaban gritando: «Hosanna en las alturas: Bendito tú que viniste con abundante misericordia. Portones, alzad los dinteles, que se alcen las puertas eternales: va a entrar el Rey de la gloria. ¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, Dios del universo, él es el Rey de la gloria. Hosanna en las alturas: Bendito tú que viniste con abundante misericordia».
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