Benito Pérez Galdós - Torquemada en la hoguera

Здесь есть возможность читать онлайн «Benito Pérez Galdós - Torquemada en la hoguera» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Драматургия, foreign_antique, foreign_prose, foreign_dramaturgy, Зарубежные любовные романы, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Torquemada en la hoguera: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Torquemada en la hoguera»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Torquemada en la hoguera — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Torquemada en la hoguera», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Escribía Bailón aquellas necedades en parrafitos cortos, y á veces rompía con una cosa muy santa; verbigracia: «Gloria á Dios en las alturas y paz», etc … para salir luego por este registro:

«Los tiempos se acercan, tiempos de redención en que el hijo del Hombre será dueño de la tierra.

»El Verbo depositó hace diez y ocho siglos la semilla divina. En noche tenebrosa fructificó. He aquí las flores.

»¿Cómo se llaman? Los derechos del pueblo.»

Y á lo mejor, cuando el lector estaba más descuidado, les soltaba ésta:

«He ahí al tirano. ¡Maldito sea!

»Aplicad el oído y decidme de dónde viene ese rumor vago, confuso, extraño.

»Posad la mano en la tierra y decidme, por qué se ha estremecido.

»Es el hijo del Hombre que avanza, decidido á recobrar su primogenitura.

»¿Por qué palidece la faz del tirano? ¡Ah! el tirano ve que sus horas están contadas …»

Otras veces empezaba diciendo aquello de: «Joven soldado, ¿á dónde vas?» Y por fin, después de mucho marear, quedábase el lector sin saber á dónde iba el soldadito, como no fueran todos, autor y público, á Leganés.

Todo esto le parecía de perlas á D. Francisco, hombre de escasa lectura. Algunas tardes se iban á pasear juntos los dos tacaños, charla que te charla; y si en negocios era Torquemada la sibila, en otra clase de conocimientos no había más sibila que el Sr. de Bailón. En política, sobre todo, el ex-clérigo se las echaba de muy entendido, principiando por decir que ya no le daba la gana de conspirar; como que tenía la olla asegurada y no quería exponer su pelleja para hacer el caldo gordo á cuatro silbantes. Luego pintaba á todos los políticos, desde el más alto al más obscuro, como un atajo de pilletes, y les sacaba la cuenta, al céntimo, de cuanto habían rapiñado … Platicaban mucho también de reformas urbanas, y como Bailón había estado en París y Londres, podía comparar. La higiene pública les preocupaba á entrambos: el clérigo le echaba la culpa de todo á los miasmas, y formulaba unas teorías biológicas que eran lo que había que oir. De astronomía y música también se le alcanzaba algo, no era lego en botánica, ni en veterinaria, ni en el arte de escoger melones. Pero en nada lucía tanto su enciclopédico saber como en cosas de religión. Sus meditaciones y estudios le habían permitido sondear el grande y temerario problema de nuestro destino total. «¿A dónde vamos a parar cuando nos morimos? Pues volvemos a nacer: esto es claro como el agua. Yo me acuerdo—decía mirando fijamente á su amigo y turbándole con el tono solemne que daba á sus palabras,—yo me acuerdo de haber vivido antes de ahora. He tenido en mi mocedad un recuerdo vago de aquella vida, y ahora, á fuerza de meditar, puedo verla clara. Yo fui sacerdote en Egipto, ¿se entera usted? allá por los años de que sé yo cuántos … sí, señor, sacerdote en Egipto. Me parece que me estoy viendo con una sotana ó vestimenta de color de azafrán, y unas al modo de orejeras que me caían por los lados de la cara. Me quemaron vivo, porque … verá usted … había en aquella iglesia, digo, templo, una sacerdotisita que me gustaba … de lo más barbián, ¿se entera usted?… ¡y con unos ojos … así, y un golpe de caderas, Sr. D. Francisco…! En fin, que aquello se enredó, y la diosa Isis y el buey Apis lo llevaron muy á mal. Alborotóse todo aquel cleriguicio, y nos quemaron vivos á la chávala y á mí… Lo que le cuento es verdad, como ese es sol. Fijese usted bien, amigo; revuelva en su memoria; rebusque bien en el sótano y en los desvanes de su sér, y encontrará la certeza de que también usted ha vivido en tiempos lejanos. Su niño de usted, ese prodigio, debe de haber sido antes el propio Newton, ó Galileo, ó Euclides. Y por lo que hace á otras cosas, mis ideas son bien claras. Infierno y cielo no existen: papas simbólicas y nada más. Infierno y cielo están aquí. Aquí pagamos tarde ó temprano todas las que hemos hecho; aquí recibimos, si no hoy, mañana, nuestro premio, si lo merecemos, y quien dice mañana, dice el siglo que viene … Dios, ¡oh! la idea de Dios tiene mucho busilis … y para comprenderla hay que devanarse los sesos, como me los he devanado yo, dale que dale sobre los libros, y meditando luego. Pues Dios … (poniendo unos ojazos muy reventones y haciendo con ambas manos el gesto expresivo de abarcar un grande espacio) es la Humanidad, la Humanidad, ¿se entera usted? lo cual no quiere decir que deje de ser personal … ¿Qué cosa es personal? Fijese bien. Personal es lo que es uno. Y el gran Conjunto, amigo Don Francisco, el gran Conjunto … es uno, porque no hay más, y tiene los atributos de un ser infinitamente infinito. Nosotros, en montón, componemos la humanidad: somos los átomos que forman el gran todo; somos parte mínima de Dios, parte minúscula, y nos renovamos como en nuestro cuerpo se renuevan los átomos de la cochina materia … ¿se va usted enterando?…

Torquemada no se iba enterando ni poco ni mucho; pero el otro se metía en un laberinto del cual no salía sino callándose. Lo único que Don Francisco sacaba de toda aquella monserga, era que Dios es la Humanidad , y que la Humanidad es la que nos hace pagar nuestras picardías ó nos premia por nuestras buenas obras. Lo demás no lo entendía así le ahorcaran. El sentimiento católico de Torquemada no había sido nunca muy vivo. Cierto que en tiempos de Doña Silvia iban los dos á misa, por rutina; pero nada más. Pues después de viudo, las pocas ideas del Catecismo que el Peor conservaba en su mente, como papeles ó apuntes inútiles, las barajó con todo aquel fárrago de la Humanidad-Dios, haciendo un lío de mil demonios.

A decir verdad, ninguna de estas teologías ocupaba largo tiempo el magín del tacaño, siempre atento á la baja realidad de sus negocios. Pero llegó un día, mejor dicho, una noche en que tales ideas hubieron de posesionarse de su mente con cierta tenacidad, por lo que ahorita mismo voy á referir. Entraba mi hombre en su casa al caer de una tarde del mes de Febrero, evacuadas mil diligencias con diverso éxito, discurriendo los pasos que daría al día siguiente, cuando su hija, que le abrió la puerta, le dijo estas palabras: «No te asustes, papá, no es nada … Valentín ha venido malo de la escuela.»

Las desazones del monstruo ponían á D. Francisco en gran sobresalto. La que se le anunciaba podía ser insignificante, como otras. No obstante, en la voz de Rufina había cierto temblor, una veladura, un timbre extraño, que dejaron á Torquemada frío y suspenso.

«Yo creo que no es cosa mayor—prosiguió la señorita.—Parece que le dió un vahido. El maestro fué quien lo trajo … en brazos.»

El Peor seguía clavado en el recibimiento, sin acertar á decir nada ni á dar un paso.

«Le acosté en seguida, y mandé un recado á Quevedo para que viniera á escape.»

D. Francisco, saliendo de su estupor como si le hubiesen dado un latigazo, corrió al cuarto del chico, á quien vió en el lecho, con tanto abrigo encima que parecía sofocado. Tenía la cara encendida, los ojos dormilones. Su quietud más era de modorra dolorosa que de sueño tranquilo. El padre aplicó su mano á las sienes del inocente montruo, que abrasaban.

–Pero ese trasto de Quevedillo.... Así reventara.... No sé en qué piensa.... Mira, mejor será llamar otro médico que sepa más.

Su hija procuraba tranquilizarle; pero él se resistía al consuelo. Aquel hijo no era un hijo cualquiera, y no podía enfermar sin que se alterara el orden del universo. No probó el afligido padre la comida; no hacía más que dar vueltas por la casa, esperando al maldito médico, y sin cesar iba de su cuarto al del niño, y de aquí al comedor, donde se le presentaba ante los ojos, oprimiéndole el corazón, el encerado en que Valentín trazaba con tiza sus problemas matemáticos. Aún subsistía lo pintado por la mañana: garabatos que Torquemada no entendió, pero que casi le hicieron llorar como una música triste: el signo de raíz, letras por arriba y por abajo, y en otra parte una red de líneas, formando como estrella de muchos picos con numeritos en las puntas.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Torquemada en la hoguera»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Torquemada en la hoguera» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Benito Pérez Galdós - Fortunata y Jacinta
Benito Pérez Galdós
Benito Pérez Galdós - Trafalgar
Benito Pérez Galdós
Benito Pérez Galdós - Miau
Benito Pérez Galdós
Benito Pérez Galdós - Marianela
Benito Pérez Galdós
Benito Pérez Galdós - Doña Perfecta
Benito Pérez Galdós
Benito Pérez Galdós - Electra
Benito Pérez Galdós
Benito Pérez Galdós - La desheredada
Benito Pérez Galdós
Benito Pérez Galdós - La de Bringas
Benito Pérez Galdós
Benito Pérez Galdós - Misericordia
Benito Pérez Galdós
Benito Pérez Galdós - La Fontana de Oro
Benito Pérez Galdós
Отзывы о книге «Torquemada en la hoguera»

Обсуждение, отзывы о книге «Torquemada en la hoguera» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x