Harold Pinter - El montaplatos
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Ben: Acábala con eso, ¿quieres?
Pausa.
Gus: Hay varias cosas que quisiera preguntarle. Pero las veces en que lo veo, no consigo hacerlo. (Pausa.) He estado pensando en lo último.
Ben: ¿Qué último?
Gus: La muchacha. (Ben toma el diario y lo lee. Gus se levanta y mira a Ben, dirigiendo hacia abajo la vista.) ¿Cuántas veces vas a leer ese diario?
Ben (enojado): ¿Qué quieres decir?
Gus: Me pregunto que cuántas veces…
Ben: ¿Pero que estás haciendo? ¿Criticándome?
Gus: No, yo solamente…
Ben: Te voy a dar un buen golpe en la oreja como no pongas más cuidado.
Gus: Bueno, pero mira, Ben…
Ben: ¡No miro nada! (Dirigiéndose a la escena.) ¿Cuántas veces yo?… ¡Eso sí que es tomarse libertades!
Gus: No fue ésa mi intención.
Ben: Sigue por ese camino, amigo. Sigue, sí; sigue nada más.
Vuelve a la cama.
Gus: Yo estaba, simplemente, pensando en esa muchacha. (Se sienta en su cama.) No era una gran belleza, ya lo sé; pero, de todos modos… Un poco… floja. ¿No es cierto? ¡Qué cosa rara! En serio, no recuerdo un caso igual. Parece que no se mantuvieran firmes como los hombres. Una composición más suelta… como quien dice. ¿Qué manera de ensancharse, eh? ¡Estaba gruesa, sí! ¡Ahhh! Pero yo quería preguntarte… (Ben se incorpora en la cama y se aprieta los ojos con las manos.) ¿Quién limpia después que nos vamos? Tengo curiosidad por saberlo. ¿Quién hace la limpieza? A lo mejor, no limpian nada. Tal vez dejan las cosas como están, ¿no? ¿Qué te parece? ¿Cuántos trabajos hemos hecho? ¡Oh! No puedo contarlos. ¿Y si nunca limpian después que salimos?
Ben (lastimeramente): ¡Ganso! ¿Pero te has creído que somos los únicos en esta organización? Pon un poco de sentido común. Tienen secciones para todo. Gus: ¡Qué! ¿Limpiadores también?
Ben: ¡Idiota!
Gus: No, lo que me hizo pensar fue la muchacha…
Se oye un ruido metálico en el abultamiento de la pared, como de algo que desciende. Ben y Gus toman presurosos sus revólveres y observan la pared. El ruido se detiene. Silencio. Se miran. Ben hace un ademán nervioso en dirección a la pared. Gus se acerca despacio. La golpea con el revólver. Es hueca. Ben va hasta la cabecera de su cama, apuntando con el revólver. Gus deja su revólver en la cama y golpea la parte inferior del tablero del centro. Encuentra una juntura. Levanta el tablero. Aparece una puerta de servicio, la de un montaplatos. Sostenida por poleas, hay una caja vacía. Gus mira fijamente dentro de la caja. Saca un trozo de papel.
Ben: ¿Qué es?
Gus: Míralo.
Ben: Lee.
Gus (leyendo) : "Dos chuletas doradas con papas fritas. Dos budines de sagú. Dos tes sin azúcar."
Ben: Déjame ver eso.
Toma el papel.
Gus (para sí mismo): Dos tes sin azúcar.
Ben: ¡Huummm!
Gus: ¿Qué me cuentas de eso?
Ben: Bueno…
La caja sube. Ben apunta con el revólver.
Gus: ¿Por qué no nos dejan pensar? Tienen prisa por lo visto. (Ben vuelve a leer la nota. Gus mira por encima del hombro de Ben.) Eso es un poco… un poco extraño. ¿No te parece?
Ben (rápidamente) : No, no es extraño. Probablemente hubo un café aquí… y nada más. Arriba. Estas casas cambian de mano muy rápidamente.
Gus: ¿Un café?
Ben: Sí.
Gus: ¡Ah! ¿Quieres decir que ahí debajo estaba la cocina?
Ben: Sí, estas casas cambian de mano de la noche a la mañana. Entran en liquidación. Los dueños del negocio, ¿sabes?, llegan a la conclusión de que no produce lo bastante y se mudan.
Gus: ¿Luego los que estaban aquí descubrieron que no ganaban lo suficiente y se fueron?
Ben: ¡Por supuesto!
Gus: Muy bien, pero ¿quién es el dueño ahora?
Silencio.
Ben: ¿Qué quieres decir con eso de que quién es el dueño ahora?
Gus: ¿Quién maneja el negocio? Si alguien se fue, ¿quién vino?
Ben: Bueno, eso depende de…
Con estrépito y un golpe seco, desciende la caja. Ben prepara su revólver. Gus va hacia la caja y saca un papel.
Gus (leyendo) : "Sopa del día. Hígado con cebollas. Torta con mermelada."
Pausa. Gus mira a Ben. Ben toma la nota y la lee. Camina despacio hasta la puerta del montaplatos. Gus lo sigue. Ben mira adentro, pero no hacia arriba. Gus posa una mano en un hombro de Ben. Ben se la sacude. Gus se lleva un dedo a la boca. Se agacha dentro del hueco y mira rápidamente hacia arriba. Ben lo aparta alarmado, contempla la nota, tira en la cama su revólver y habla en forma decidida.
Ben: Sería mejor mandarles algo a los de arriba.
Gus: ¿Eh?
Ben: Convendría que les mandáramos algo.
Gus: ¡Oh, sí, sí! Tal vez tengas razón.
Los dos se sienten satisfechos con la idea.
Ben (con firme intención): ¡Pronto! ¿Qué tienes en la valija?
Gus: Poca cosa. (Va hasta la puerta y grita hacia arriba): ¡Un momento!
Ben: ¡No hagas eso!
Gus examina el contenido de la valija y saca las cosas una por una.
Gus: Bizcochos. Una barra de chocolate. Medio litro de leche.
Ben: ¿Nada más?
Gus: Un paquete de té.
Ben: Bueno.
Gus: No podemos mandar el té. Es el único que tenemos.
Ben: Bien, pero no hay gas. Sin gas no se puede hacer nada.
Gus: Quizás los de arriba nos manden un chelín.
Ben: ¿Qué otra cosa tienes ahí?
Gus (metiendo la mano en la valija): Un pastelito de coco.
Ben: ¿Un pastelito de coco?
Gus: Sí.
Ben: Nunca me dijiste que tuvieras tal cosa.
Gus: ¿No te lo dije?
Ben: ¿Por qué sólo uno? ¿No trajiste otro para mí?
Gus: No creí que te gustaran.
Ben: Bueno, de todos modos no podrás mandar un pastelito de coco solamente. Gus: ¿Por qué no?
Ben: Alcánzame uno de esos platos.
Gus: Está bien. (Va hacia la puerta izquierda y se detiene.) ¿Quieres decir que puedo quedarme con el pastel de coco?
Ben: ¿Quedarte con él?
Gus: Bueno, esos otros no saben que lo tenemos, ¿verdad?
Ben: No se trata de eso.
Gus: ¿Y no puedo quedármelo?
Ben: No. Trae el plato.
Gus sale por la izquierda. Ben mira dentro de la valija y saca un paquete de papas fritas. Gus entra trayendo un plato.
Ben (tono acusador, sosteniendo en alto las papas fritas): ¿De dónde ha salido esto?
Gus: ¿Qué?
Ben: Estas papas fritas.
Gus: ¿Dónde las encontraste?
Ben (lo golpea en el hombro) : ¡Ah, muchacho, estás haciéndome jugadas muy feas!
Gus: Las como solamente con cerveza.
Ben: ¿Y de dónde ibas a sacar la cerveza?
Gus: Estaba ahorrando para comprarla.
Ben: Esto no me lo voy a olvidar. Ponlo todo en el plato. (Apilan todo en el plato. La caja sube sin el plato.) ¡Un momento!
Permanecen de pie.
Gus: ¡Se fue!
Ben: ¡Todo por tu estúpida culpa, por las trampas que haces!
Gus: ¿Y ahora qué hacemos?
Ben: Tendremos que esperar a que baje. (Pone el plato sobre la cama y se carga la pistolera en el hombro; comienza a colocarse la corbata.) Será mejor que te prepares.
Gus va hasta su cama, se pone la corbata y empieza a acomodarse la pistolera. Gus: ¡Eh, Ben!
Ben: ¿Qué?
Gus: ¿Que pasa aquí?
Pausa.
Ben: ¿Qué quieres decir?
Gus: ¿Cómo es posible que esto sea un café?
Ben: Era un café.
Gus: ¿Has visto la cocina de gas?
Ben: ¿Y qué?
Gus: Sólo tiene tres quemadores.
Ben: ¿Y qué hay con eso?
Gus: Que no se puede hacer muchas cosas con tres quemadores, sobre todo en un lugar con mucho movimiento como éste.
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