Un miembro de la familia Steinway lo urgió desde Nueva York para que visitara los Estados Unidos. Se precipitó a estudiar inglés y decidió aceptar la invitación para ocupar un puesto de catedrático en Boston. El salario propuesto era tres veces la suma que recibía en Moscú. Había otro estímulo más por el hecho de que su viejo amigo Arthur Nikish se había establecido en Boston como director de orquesta. No obstante, tras instalarse en Estados Unidos en 1891, Busoni pudo contemplar su estancia como un periodo de transición. La carrera que buscaba desarrollar era la de un virtuoso pianista viajero. Con tal idea en mente determinó situar su hogar en Berlín. El primer gran éxito de Busoni fue en 1898, después de una serie de cuatro conciertos dados para ilustrar la historia y el desarrollo del concierto para piano . Busoni tocó los conciertos de Bach, Beethoven, Mozart, Hummel, Mendelssohn, Schumann, Chopin, Hensel, Brahms, Liszt y Rubinstein.
La energía de este hombre simplemente no tenía fronteras. A principios del siglo organizó una serie de conciertos en Berlín con el nombre de «Las tardes de orquesta» donde bajo su dirección se interpretó una gran cantidad de música contemporánea. Entre las obras se encontraban las composiciones de Elgar, Delius y Schönberg. Busoni fue promotor de la música moderna; influyó a muchos de sus alumnos y otros músicos. En su libro «Esbozo de una nueva estética musical», aclaró su filosofía sobre la música y cómo hay que hacer para alcanzar la libertad en ella. Sus composiciones para piano se consideran difíciles de interpretar debido a las demandas físicas para los ejecutantes. Cuando Busoni presentó su Concierto para piano , Op. 39, él, como Brahms, fue acusado de inmediato de haber escrito no un concierto , sino una sinfonía con piano obligado . La acusación no era injusta; de hecho, era una sinfonía en forma y proporciones y la parte de piano era tan difícil que pocos pianistas podían tocarla.
Busoni también compuso algunas óperas, entre las cuales se encuentra Doctor Fausto , la más famosa. Esta permaneció incompleta hasta el momento de su muerte, y fue completada más tarde por su alumno Philip Jarnach. Busoni fue un músico que se había adelantado a su época. Sus ideas sobre la música parecían radicales y desconcertantes para los críticos pero alentadoras para sus seguidores. Lamentablemente, Busoni se convirtió en una figura periférica en el mundo de la música después de su muerte. Pero su legado permaneció vivo a través del arte de sus alumnos: Egon Petri, Kurt Weill, Edgard Varese, Stefan Wolpe, Percy Grainger, Vladimir Vogel, Guido Guerrini y Woldemar Freeman, entre muchos otros. El Concurso Internacional Ferruccio Busoni fue instituido para conmemorar sus contribuciones al mundo de la música.
Revista QUID Nº 68, febrero 2017
FRÉDÉRIC CHOPIN. el romántico
Frédéric Chopin (1810—1849)
«Una noche del mes de mayo, la sociedad se había reunido en el salón grande. Liszt tocaba un nocturno de Chopin, y según su costumbre, lo adornaba a su manera, agregándole trinos, trémolos y calderones, que no existían en él. Chopin había dado muestras de impaciencia y le dijo a Liszt con su sentido del humor inglés:
– Te ruego, querido, que si me haces el favor de tocar un fragmento mío, toca lo que está escrito, o bien dedícate a otra música. Solo Chopin tiene derecho a cambiar a Chopin.
– ¡Y bien…Toca tú mismo! – respondió Liszt, y se puso de pie, un poco molesto.
– De buena gana – contestó Chopin.
En ese momento, apagó la lámpara una mariposa aturdida, que se quemó las alas en aquella. Alguien quiso volver a encenderla.
– ¡No! – exclamó Chopin – . Al contrario, apaguen todas las velas, me basta con el claro de luna».
Este es un fragmento del libro de Bernard Gavoty llamado Chopin , en el cual el escritor, que es un gran admirador de la música del compositor, nos cuenta acerca de la vida de un artista único, para quien el piano era un universo misterioso y un deseo mayor.
El primer contacto del compositor con la música fue muy lamentable para los padres de Frédérik: escuchó una marcha militar y se puso a llorar. Desde el comienzo de su vida rechazó la música ruidosa. Criticaba a las «fanfarrias de cobre» de su amigo Berlioz, a quien le gustaba el sonido de la orquesta sinfónica. A Chopin le impactaba la música «que habla a media voz» y por eso su legajo artístico no incluyó ni sinfonías ni óperas. Su predilección exclusiva por el piano fue única en la historia musical. A pesar de las conquistas de Beethoven a través del mismo instrumento, las obras de Chopin marcaron un antes y un después en el área del piano.
Chopin nació en 1810 en Żelazowa Wola, Polonia. Lamentablemente, no hay ningún retrato suyo de cuando era niño y tampoco comentarios acerca de su carácter en la infancia. Sólo se sabe que era de naturaleza impulsiva y emprendedora. Le gustaba hacer bromas entre sus amigos y reír sin motivos. Las primeras lecciones de piano estuvieron a cargo de su hermana mayor Ludwika. Más tarde, en 1816, pasó a manos de Wojciech Żywny. Para el cumpleaños del maestro, Frédérik le dedicó la Polonesa en La bemol mayor . Fue la primera de sus partituras. Las lecciones se terminaron en 1822. El profesor se dirigió a su discípulo con las siguientes palabras: «Yo no tengo más nada que enseñarte». Además de clases de música, el futuro compositor había recibido una muy buena educación general: hablaba fluidamente francés y alemán y con gran interés estudiaba la historia de Polonia. También sabía dibujar, y en lo que se destacaba mejor era en la caricatura. Su talento mímico era tan brillante que, con facilidad, podría haber sido un actor teatral. Aunque sus padres Nicolas Chopin y Tekla Justyna Krzyzanowska no hacían nada en especial para promover la joven carrera de Frédérik, éste se convierte rápidamente en el mimado de los salones. Se habla de él como de un segundo Mozart. Pianista nato, supera con gran facilidad las dificultades del teclado, su memoria no lo traiciona nunca y su talento para componer le permite ofrecer sus primeras obras al público a los 7 años.
Desde la infancia reveló su amor por la naturaleza de su tierra natal y por la música del pueblo. En los días de sus paseos suburbanos podía pasar un largo rato bajo la ventana de alguna casita campesina donde sonaba el canto folklórico. Sus vacaciones de 1825 las pasó en Szafarnia. Hacía numerosas excursiones y realizaba breves estancias en el campo. Le escribía a sus padres con gran placer: «El aire es fresco, el sol brilla deliciosamente y en el estanque detrás de la ventana las ranas cantan sus maravillosas canciones todas las noches». La sonoridad de su entorno se reflejó posteriormente en sus incorporables polonesas, mazurcas y valses. Pero, como les ocurre a muchos artistas, para seguir su vocación tenía que ir a conocer el mundo y hacer que el mundo lo conozca a él. Aunque, ¡qué pocas ganas tenía de esto! «Nada me atrae fuera de nuestro país», confesaba a sus amigos.
En el Conservatorio de Varsovia conoce a su primer amor, la cantante Konstancja Gladkowska. En una carta a su amigo Woyciechwsky, Chopin escribe: «Parece que ya tengo mi ideal al cual estoy sirviendo fielmente y que está siempre en mis sueños». Bajo la impresión de este sentimiento Frédérik compone una de sus más bellas canciones que se llama El deseo ( Si yo brillara en el cielo como el sol ). ¿De qué manera amaba Chopin a Konstancja? No como a una mujer, sino como a una sombra, o más bien como a una idea, como un pretexto para la música y la nostalgia.
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