Joan Johnston - La novia huída

Здесь есть возможность читать онлайн «Joan Johnston - La novia huída» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современные любовные романы, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La novia huída: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La novia huída»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Con tres hermanos mandones y sobreprotectores vigilándola permanentemente, Tate Whitelaw encontraba imposible convertirse en mujer. Todavía pensaban en ella como una niñita. Por lo tanto Tate dejó la propiedad familiar para caer directamente en los brazos viriles de Adam Philips. ¡Ella le demostraría a todo el mundo que era una adulta con todas las de la ley!
Lo último que el endurecido ranchero Adam Philips quería era socorrer una damisela en apuros. ¡Ya había tenido bastante de mujeres perdidas! Pero sus instintos protectores prevalecieron. Pronto se encontró consolando a Tate en sus brazos… y en su cama. Y cuando los hermanos de ella aparecieron, escopetas en mano, verse atrapado le pareció, repentinamente, una buena idea…

La novia huída — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La novia huída», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Quiero que dejes a esos chicos en paz.

– ¿Chicos? A mí me parecen hombres hechos y derechos. Desde luego, tienen edad suficiente para decidir si quieren o no quieren pasar su tiempo conmigo.

Adam se quitó el sombrero y lo golpeó contra su muslo.

– Maldita sea, Tate. ¡Eres una cría! ¡Estás jugando con fuego y te vas a quemar! No puedes andar por aquí medio desnuda y no esperar…

– ¿Medio desnuda? ¡Supongo que estás bromeando!

– ¡Esa camiseta no deja mucho a la imaginación! Puedo ver tus pezones con toda claridad.

Tate bajó la vista y comprobó por primera vez que sus dos pezones sobresalían con toda claridad bajo la tela de la camiseta. Decidió defenderse con descaro.

– ¿Y qué? Supongo que estás bastante familiarizado con la anatomía femenina, ¿no? Además, no eres mi padre ni mi hermano. ¡No tienes ningún derecho a decirme lo que puedo y lo que no puedo llevar puesto!

Ya que los sentimientos eróticos que estaba experimentando Adam en esos momentos no tenían nada de fraternales ni paternales, no discutió con ella. Sin embargo, sí se había erigido en guardián de Tate en ausencia de su padre y sus hermanos. Como tal, sentía el deber se advertirla de los peligros que podía acarrearle ir vestida de aquella manera.

– Cuando un hombre ve a una mujer con ese aspecto, normalmente se le ocurren ideas -dijo en tono razonable.

Tate lo miró fijamente.

– ¿Qué clase de ideas?

– Ideas equivocadas.

Tate sonrió traviesamente y batió sus pestañas como si fueran dos mariposas.

– Creía que no estabas interesado en mí.

– Basta ya, Tate.

– ¿Basta, qué?

– En primer lugar, deja de pestañearme

Tate hizo morritos como un niño al que acabaran de quitarle un caramelo.

– ¿Quieres decir que no está funcionando?

Estaba funcionando. Demasiado bien. Tate era lo suficientemente precoz como para resultar encantadora. Y Adam estaba encantado a pesar de su deseo de no estarlo. Sintió que su cuerpo empezaba a excitarse cuando Tate apartó la mirada de sus labios y la deslizó hasta su boca, a su pecho y finalmente hasta su entrepierna… que estaba poniendo en escena un buen espectáculo para ella.

– Lo estás pidiendo a gritos -dijo Adam entre dientes.

Tate volvió a batir sus pestañas.

– ¿Y voy a conseguirlo?

– ¡Ya es suficiente!

Lo próximo que supo Tate fue que Adam se la había echado al hombro como si fuera un saco de patatas y que se dirigía a grandes zancadas hacia la casa.

– ¡Bájame! -gritó-. Estoy muy incómoda, Adam.

– ¡Te lo mereces! No te has preocupado en lo más mínimo por mi comodidad durante las pasadas tres semanas.

– ¿A dónde me llevas? ¿Qué piensas hacerme?

– ¡Algo con lo que voy a disfrutar mucho!

¿De verdad pensaba hacerle el amor? ¿Sería rudo o suave? ¿Cómo debía comportarse? ¿Habría unas normas específicas que seguir para tratar a vírgenes? Aunque a Tate nunca le habían preocupado demasiado las normas. Pero se sentía nerviosa y ansiosa por el encuentro que se avecinaba. Finalmente, Adam tendría que reconocer que entre ellos había fuerzas que escapaban a su poder y a las que no debían resistirse.

La repentina oscuridad del interior de la casa dejó a Tate momentáneamente cegada. Pero cuando su vista empezaba a adaptarse al nuevo ambiente, salieron de nuevo a la luz y volvió a quedar cegada. Tras unos pasos, sintió que Adam la bajaba de su hombro:

Apenas tuvo tiempo de darse cuenta que se hallaban en el patio cuando Adam la sostuvo en brazos. Mirándola con una amplia sonrisa en el rostro, dijo:

– ¡Puede que esto te refresque! -y, sin ninguna ceremonia, la hundió en el estanque de agua que rodeaba la fuente.

Tate se irguió de inmediato, balbuceando.

– Pero… ¿pero qué? -parpadeó furiosamente, tratando de apartar el agua de sus ojos.

– ¿Qué pasa, señorita Tate? ¿Vuelves a pestañearme? Supongo que tendré que volver a sumergirte.

Adam dio un paso hacia ella y Tate se alejó hasta el otro extremo del estanque.

– ¡Me vengaré por esto! ¡Canalla! ¡Sinvergüenza!

Adam rió. Hacía tanto tiempo que no lo hacía que el sonido de su risa atrajo a María hasta la ventana para ver qué era lo que encontraba tan divertido el señor Adam. Movió la cabeza y se llevó las manos al rostro al ver a la nueva administradora del rancho de pie en la fuente, empapada. Tomó una toalla del montón de ropa que acababa de planchar y salió rápidamente al patio.

Se la dio a Adam, diciendo en español:

– Esa no es forma de tratar a una joven mujer.

Los ojos de Adam se arrugaron en los extremos de risa.

– Lo es cuando se empeña en seducir a un hombre mayor.

María se quedó un instante sin aliento y se volvió a mirar a la empapada criatura que se hallaba en la fuente. De manera que así era como iban las cosas. Desde luego, no sería ella la que se interpusiera en el camino de una mujer que había sido capaz de hacer reír de nuevo al señor Adam.

– Asegúrese de secar a la señorita rápidamente. De lo contrario, puede que agarre un catarro.

María dejó a Adam con la toalla en la mano y una presumida sonrisa en el rostro.

En cuanto la asistenta se fue, se volvió de nuevo hacia Tate. Y la sonrisa desapareció rápidamente de su rostro. Por que la camiseta que hacía unos momentos era sencillamente reveladora, se había vuelto totalmente indecente ahora. Podía ver con toda claridad la carne de Tate a través del empapado algodón. El agua fría había hecho que sus pezones se endurecieran.

Sintió que se le secaba la boca. Su voz sonó extrañamente ronca al decir:

– Toma. Envuélvete con esto.

Pero no alargó la toalla hacia ella. La sostuvo para que Tate tuviera que salir del estanque y acercarse a él. Cuando la rodeó con la toalla, Tate temblaba y se arrimó a él.

– ¡Estoy helada! -dijo

Sin embargo, Adam estaba ardiendo. ¿Cómo lo lograba? Aunque en esa ocasión sólo podía culparse a sí mismo. Sintió la fría nariz de Tate enterrándose en su hombro mientras el apoyaba la barbilla en su mojado pelo. Aspiró su aroma a lilas y comprendió que no quería soltarla.

Frotó vigorosamente la espalda de Tate con la toalla, esperando disipar así la intimidad del momento.

– Mmm. Que agradable -murmuró ella. Adam sintió de inmediato que su cuerpo lo traicionaba, respondiendo con asombrosa rapidez al ronco sonido de la voz de Tate. Se apartó un poco de ella, negándose a admitir su deseo. De hecho, sintió una clara necesidad de negarlo.

– No voy a hacerte el amor, Tate.

Ella se quedó helada en sus brazos. Alzó la cabeza y lo miró a los ojos.

– ¿Por qué no, Adam? ¿Es que no te parezco atractiva?

– ¡No! Por supuesto que me pareces atractiva… -Adam gruñó al darse cuenta de lo que acababa de admitir.

– ¿De verdad soy atractiva?

¿Qué le habrían estado contando sus hermanos para hacerle dudar de sí misma de aquella manera?, se preguntó Adam.

– ¿Es porque no visto como una señorita?

La única objeción de Adam a la ropa que llevaba Tate era su reacción a ella.

– Aunque hayas oído decir lo contrario, la ropa no hace al hombre… ni a la mujer.

– Entonces debe ser porque soy virgen -dijo Tate.

Adam sintió que se ruborizaba.

– Tate, no puedes ir por ahí hablando de eso con tanta naturalidad.

– ¿Ni siquiera a ti?

– ¡Sobre todo a mí!

– ¿Por qué no?

Ya estaban otra vez. Adam hizo que Tate se volviera y la empujó con suavidad hacia la casa manteniendo un brazo apoyado sobre sus hombros.

– Creo que ya va siendo hora de que te cambies de ropa.

La traviesa sonrisa de Tate reapareció en su rostro.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La novia huída»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La novia huída» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La novia huída»

Обсуждение, отзывы о книге «La novia huída» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x