– Pero el tío Frank, la tía Elly y Sam solo van a estar aquí dos semanas, y ya hemos perdido media hora.
– No te preocupes. Probablemente también se marchen con retraso -intentó consolarla Luke-. Así equilibraremos la situación.
– Voy a ver si los veo -dijo Josie-. No, tú quédate aquí, mamá. No deberías caminar demasiado.
– Querida, solo llevo cuatro meses de embarazo… Puedo moverme perfectamente.
– Josie tiene razón -terció Luke-. Nos quedaremos aquí. Muy pronto tendremos que anunciar la gran noticia.
– Mamá, si es un niño, ¿lo llamaremos George?
– ¿Quieres ponerle a tu hermano el nombre de un perro? -le preguntó Luke.
– Era un perro muy bueno -replicó Josie, desafiante.
– Es lo mismo…
– ¿Os callaréis de una vez? -los interrumpió Pippa-. No quiero oír más discusiones hasta que nazca él o ella, lo que sea.
– Él -declaró Luke, rotundo-. Yo quiero un niño.
– ¡Eres un redomado machista! -lo atacó Josie, en tono de broma.
– No lo soy -se defendió-. Lo que pasa es que ya tengo una hija, y me temo que mis nervios no podrán soportar otra -no obstante, mientras lo decía, le dio un beso en la cabeza.
– Me preguntó cómo será Sam… -comentó Josie.
– Yo solo sé lo que me contó Elly -dijo Pippa-. Tiene once años, lo adoptaron durante las últimas navidades y, al parecer, es un gran chico. Es callado y un poquitín tímido, pero Elly está convencido de que tú le curarás esa timidez.
– ¡Por supuesto que sí! -le confirmó la niña-. Bueno, voy a intentar buscarlos -y se fue corriendo.
Pippa ya se volvía para decirle algo a su marido, cuando descubrió que estaba frunciendo el ceño.
– ¿Qué te pasa, querido? ¿Estás preocupado por los restaurantes?
– Qué va. Los beneficios siguen creciendo. Tus platos están causando furor. Y Ritchie está encantado con el impacto que causó tu aparición en el programa.
– ¿Entonces?
– Nada. Solo era un pensamiento pasajero.
– ¿Un pensamiento? ¿Tú? -se burló-. Mejor déjalo que pase. No sabrías qué hacer con él…
– Usted siempre tan lista, señora Danton. Resulta gracioso cómo suena la palabra «señora». Me suena a cerrar algo con llave. Por cierto, que no me importaría que me encerraran en una habitación y luego tiraran la llave, siempre que estuviera contigo, con Josie y con George.
– ¿Era eso lo que estabas pensando?
– Solo me estaba preguntando cómo había sucedido todo esto. Ó, mejor dicho, por qué. A veces tengo la extraña impresión de que solo te casaste conmigo por el bien de Josie.
– ¿De verdad? Bueno, probablemente no andes muy desencaminado…
– Sabía que dirías eso. Puede que incluso estés en lo cierto. Así me mantienes constantemente alerta, ¿verdad? Siempre preocupado de que yo no sea más que una segunda opción.
– Te estás olvidando de George.
– Una tercera opción, entonces -pronunció Luke, pero esperando a que ella lo negara.
– Querido -rió Pippa-, de verdad te digo que tienes que quitarte la costumbre de pensar esas cosas tan absurdas. En general, no estás acostumbrado a pensar, y se te alborotan las neuronas.
– ¿Y entonces?
– ¿Y entonces quién ha dicho que tú eres una tercera opción?
– Bueno, tú todavía no has dicho que no lo sea -replicó él y, al ver que se quedaba en silencio, le preguntó-. ¿No vas a decírmelo, verdad?
Pipa lo besó con infinita ternura.
– Probablemente no -respondió, sonriente.
***