Jill Shalvis - Sedúceme

Здесь есть возможность читать онлайн «Jill Shalvis - Sedúceme» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современные любовные романы, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Sedúceme: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Sedúceme»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Merecía la pena romper todas las reglas por un hombre como él…
Regla número 1: Nada de citas a ciegas.
Después de haberse enfrentado a muchas, Samantha O’Ryan no estaba dispuesta a volver a tener otra cita a ciegas… Hasta que su mejor amiga le pidió un favor y conoció a Jack Knight. Si hubiera sabido lo guapísimo que era, no habría protestado.
Regla número 2: Nada de besos en la primera cita.
El problema fue que, después de una sola cita con Jack, Sam quería mucho más que besos, lo cual debería haber sido motivo suficiente para no tener una segunda cita. Pero no lo fue.
Regla número 3: Nada de enamorarse.
Sam había decidido tener un romance sin ataduras… hasta que Jack empezó a hablar de amor…

Sedúceme — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Sedúceme», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Minutos después, la canción terminó, se encendieron las luces y el director de la orquesta empezó a hablar sobre lo que tenían preparado para la siguiente hora.

Jack entreabrió los ojos y miró a Sam con detenimiento.

– ¿Qué más vas a hacer para no bailar?

– Oh, oh, me has descubierto.

Por lo menos estaba dispuesta a reconocerlo.

Él desvió la mirada hacia la parte delantera del vestido, donde los pezones endurecidos reclamaban más atención, y dejó escapar un gruñido que los tensó más aún.

La música había vuelto a sonar y la pista estaba cada vez más concurrida, con bailarines que parecían saber lo que hacían. Sin dudarlo, Sam volvió a acercar la boca a la de Jack, Él soltó una carcajada y la besó hasta obligarla a apartarse en busca de aire.

– ¿Vas a seguir besándome para evitar bailar?

Él también estaba respirando entrecortadamente.

– Desde luego -contestó.

Capítulo 4

Sam suspiró y lo miró a los ojos.

– La verdad es que no bailo -dijo-. De hecho, lo detesto.

– Pero estabas bailando.

– Era una canción lenta. Y tú has hecho todo el trabajo.

Jack no podía quitarle los ojos de encima a la mujer que acababa de sacudir su mundo con un beso que tenía tanto de cielo como de infierno. De cielo, porque Sam era tierna y deliciosa; y de infierno, porque sospechaba que lo único que conseguiría sería besarla. Se preguntaba cómo era posible que no bailase una mujer tan dueña de sí y tan naturalmente sensual.

– No me lo creo. ¿En serio odias bailar?

– Sí.

Jack pensó en ello mientras disfrutaba de la sensación del cuerpo de Sam contra el suyo. Aún tenía los pezones tensos y los brazos alrededor de su cuello, y no era la única que estaba excitada. Él también la deseaba desesperadamente, pero prefería esperar a estar en un lugar más íntimo para ahondar en su deseo.

En aquel momento, lo mejor que podía pasar era que la orquesta tocara otra balada para que ella pudiera apretarse contra él, y él pudiera cerrar los ojos y dejarse embriagar por su perfume. Pero la canción que empezó a sonar no era lenta.

– Jack…

– Anímate -dijo él, moviéndose al compás de la música-. No es tan difícil. Primero, siente. Siénteme a mí, siente la música. Inténtalo -Sam lo miró con mala cara-. Olvídalo; esta canción está terminando.

La orquesta enlazó los últimos acordes con los primeros de una melodía romántica. Jack volvió a atraer a Sam hacia sí.

– Mmm, qué agradable -le susurró al oído, haciendo un esfuerzo para no volver a besarla-. Esto está mucho mejor.

Después de un momento, ella soltó un suspiro tembloroso, cerró los ojos y empezó a balancearse con él. Jack la sintió sonreír contra su hombro.

– No me puedo creer que esté disfrutando de esta velada -dijo Sam.

– Yo tampoco. Supongo que esperaba que tuvieras una barriga pronunciada, mal aliento o algo desagradable.

– Siento haberte decepcionado -bromeó él, echándose hacia atrás para mirarla a los ojos-. Y también siento que tengamos que andar a hurtadillas.

– No lo hagas, o tendría que lamentar el haberte besado para no bailar.

– No me has besado sólo para no bailar.

Ella lo miró con detenimiento.

– No -reconoció.

– Ni tampoco has dejado que te tocara por eso.

– Es cierto. Lo he hecho porque lo deseaba.

Jack le miró la boca, y ella le acarició la nuca, instándolo a acercarse. Era todo el estímulo que necesitaba para bajar la cabeza y volver a besarla. Entre los brazos de Sam, boca contra boca, era fácil olvidarse de la prensa, de la gente, de su hermana, de todo, y dejarse llevar por el placer de sentirla.

Ella se apartó primero, con un gesto tan abrumado como el de él. Dieron un par de giros más en la pista de baile, sin decir una palabra, hasta que vieron que Heather los saludaba desde una esquina del salón.

– ¿He comentado que con ella también tengo la impresión de tener que actuar? -preguntó Jack.

– ¿Por qué es sobreprotectora? A mí me parece muy atenta.

– Le preocupa que alguien se aproveche de mí. ¿Puedes imaginar que eso suceda?

– Si tú estás de acuerdo…

Él soltó una carcajada.

– ¿De acuerdo? ¿Quieres aprovecharte de mí, Sam?

Sam se moría por aprovecharse de él en aquel preciso instante, pero lo cierto era que no lo conocía lo suficiente como para tener relaciones sexuales con él.

– Aún no lo he decidido -contestó, con franqueza.

Jack le sostuvo la mirada y asintió lentamente.

– No querría precipitar esa decisión.

– Gracias.

La música volvió a cambiar, y Jack la hizo girar por la pista a una velocidad de vértigo.

– ¿Dónde has aprendido a hacer eso? -preguntó Sam cuando terminó la canción.

– Con mi hermana. En el instituto, cuando no conseguía pareja, me obligaba a bailar con ella.

– ¿Te obligaba?

– Me espiaba y registraba todas mis travesuras en un diario con el que me chantajeaba cuando era necesario. Y créeme, lo hacía muy a menudo.

– Eso suena horrible.

– Deduzco que no tienes hermanos.

– No.

– ¿Y qué hay de tus padres? ¿Nunca bailaste con ellos?

Sam vaciló, porque no sabía qué decir. Detestaba la compasión, y cuando hablaba de su pasado siempre la compadecían. Por suerte, una pareja chocó con ellos. La mujer iba adornada con diamantes y el hombre sonreía con falsedad.

– Jack Knight -dijo, con veneración-. Te echo de menos.

– Gracias -contestó Jack.

– Tengo que llevarle tu autógrafo a mi hijo -declaró la mujer-. ¿Me lo darías cuando termines de bailar?

– Por supuesto.

Sam esperó a que se alejaran y comentó:

– He notado que no eres ningún paria.

– No, sólo me fastidia la gente que quiere cosas.

– Esa pareja quería tu autógrafo.

– Sí, pero un autógrafo es fácil de dar. De los que tengo que cuidarme es de los que quieren un trozo de mi alma. Pero estábamos hablando de tus padres. ¿Nunca te hicieron girar por el suelo de la cocina?

El padre de Sam había sido profesor en la Universidad Pepperdine, y su madre trabajaba en las oficinas de administración. La querían, pero estaban muy concentrados en su trabajo y no tenían tiempo para cosas como bailar en la cocina.

– Me temo que no.

– Creo que todos deberíamos tener recuerdos como el de bailar en pijama con la familia.

– A la mía no le iba el baile.

A él se le desdibujó la sonrisa.

– ¿No le iba?

– Mis padres murieron hace mucho tiempo.

La gente nunca sabía qué decir cuando se lo contaba y solía hacer una de dos cosas: decir que lo sentía o cambiar de tema torpemente. Jack no hizo ninguna de las dos.

– Eso es muy injusto -dijo.

– Sí.

En aquel momento terminó la canción, la gente empezó a hablar, y unos cuantos fotógrafos caminaron hacia ellos.

– Oh, no -protestó Jack.

Sam sintió una repentina necesidad de protegerlo. Era algo sin sentido, porque él podía cuidarse solo, pero aun así señaló las mesas. El estómago se le encogió, recordándole que no había comido nada desde el desayuno.

– Comida -dijo-. La gente no querrá mirarte mientras comes. Salvo que mastiques con la boca abierta, claro.

Él rió.

– No suelo hacerlo.

– Entonces, no hay problema.

Se acercaron al bufé y tomaron un plato cada uno. Sam se acercó a las ensaladas y se sirvió un poco de macedonia.

– Dime que vas a comer algo más -le suplicó Jack.

– Voy a comer mucho más.

Más adelante se sirvió un filete y una ración de puré de patatas.

– Menos mal -dijo Jack, llenando su plato-. Si sólo comieras fruta, tendría que arrojarte a los tiburones de la prensa.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Sedúceme»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Sedúceme» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Sedúceme»

Обсуждение, отзывы о книге «Sedúceme» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x