Jill Shalvis - Una princesa en apuros

Здесь есть возможность читать онлайн «Jill Shalvis - Una princesa en apuros» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современные любовные романы, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Una princesa en apuros: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Una princesa en apuros»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

¿Qué hacía una princesa en un rancho de Texas…?
Había ido de primera a tercera clase, le habían robado, después se había calado en mitad de una tormenta y finalmente había acabado perdida en un rancho lleno de animales aterradores… En resumen, la princesa Natalia Brunner había tenido días mejores que aquel. Si no hubiera sido por el oportuno rescate de aquel guapísimo cowboy, se habría dado por vencida. Pero, como en las viejas películas del oeste, el sexy Tim Banning iba a pedirle que se olvidara de la corona y se quedara por allí un tiempo…

Una princesa en apuros — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Una princesa en apuros», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Eh…

– Ya, entiendo. No me crees.

– Natalia…

– No, da igual -dijo concentrándose de nuevo en el postre-. Si no te importa, preferiría que te fueras. Tengo muchas cosas que hacer y me estás distrayendo.

– Natalia…

– Lo siento, no te oigo -dijo poniéndose los auriculares.

– No, quiero hablar contigo. Eres de Grunberg, ¿no? ¿Eso está cerca de los Alpes?

– Tengo cosas que hacer.

Tim le quitó el auricular derecho y le habló al oído.

– Sé que te gusta esquiar. ¿Qué más te gusta?

– Cocinar -contestó apartándose-. Aunque te cueste creerlo, hay gente que cree que se me da bien -añadió apartándose un mechón de pelo de la cara-. Vete ya.

– Solo quería…

Eso fue todo lo que le dio tiempo a decir antes de que la batidora comenzara a funcionar a toda potencia y pusiera la cocina perdida de chocolate.

Capítulo 9

TIM abrió un ojo y vio a Natalia cubierta de chocolate

– Mmm -dijo comiéndose una gota que le había caído en la nariz.

– Dios mío, hay chocolate por todas partes -dijo Natalia tras apagar el aparato a ciegas. Estaba para comérsela. Tim comenzó a salivar. Natalia lo señaló con un dedo en plan de advertencia como si le hubiera leído el pensamiento.

– Ha sido culpa tuya -le reprochó.

– ¿Mía? -dijo Tim riendo-. ¿De dónde te sacas eso?

– ¡Me has distraído! Estaba trabajando y tú venga a… no has parado de…

– ¿Sí? -dijo Tim encantado con la dirección de la conversación.

– Da igual -añadió Natalia-. Ha sido culpa tuya y punto.

– Así que te distraigo…

– Sí, te lo acabo de decir, ¿no?

– Porque te gusto.

– Eso no lo he dicho.

– A mí también me gustas, Natalia.

– ¿De verdad? -dijo mirándolo a los ojos.

– Lo sabes de sobra.

Natalia cerró los ojos.

– Sí, pero no serías capaz de aprovecharte de una loca, ¿verdad? -dijo mojando una toalla y limpiándose la cara con fastidio.

Tim sintió unos deseos irreprimibles de besarla.

– Déjame a mí -dijo agarrándola de la muñeca.

– No.

– Solo quiero ayudarte -insistió acercándose y lamiéndole una gota de chocolate que tenía en el lóbulo de la oreja.

– Espera -dijo ella cerrando los ojos.

– ¿Por qué?

– Porque no puedo seguir enfadada contigo si me haces eso.

– Ah, bueno, si es por eso… -dijo Tim bajando la lengua por el cuello.

– Tim, te lo digo en serio -protestó Natalia.

– Sí quieres seguir enfadada conmigo… Bueno, tú misma.

El gemidito que emitió terminó de excitarlo.

– Tengo fama de no ceder -dijo Natalia-. Pregúntaselo a mis hermanas.

– Información familiar clasificada, ¿eh? – bromeó queriendo saberlo todo sobre ella-. Encantado de hablar con tus hermanas. Cuéntame más cosas -añadió bajando con los labios hasta su escote.

Se moría por liberarla de la ropa y seguir así por todo su cuerpo.

– Háblame de ti, Natalia.

– Aunque no lo creas, la gente me respeta y tiene en cuenta mis opiniones -contestó cerrando los ojos con la respiración entrecortada-. Ya te he dicho que les gusta cómo cocino, ¿verdad?

– Pero no has llamado a tu casa…

– Necesitaba un descanso -contestó concentrándose en la estela de saliva incandescente-. Me agobian un poco.

– ¿Tu padre? -preguntó Tim tomándola de la cintura y metiéndole las manos por debajo de la blusa hasta juguetear con la piel de su espalda.

– Sí, mi padre -contestó apretándolo contra su cuerpo-. Se preocupa por mí porque cree que en el mundo de verdad se aprovecharían de mí.

Tim la miró. Seguía con los ojos cerrados y tenía la boca entreabierta como si no le llegara el aire a los pulmones. Se moría por poseerla, pero, de repente, sus manos se negaron a continuar la exploración. No podía aprovecharse de ella, fuera quien fuese.

¿Y si fuera una princesa de verdad? Su cuerpo se moría por seguir lo que habían empezado, pero su cerebro le dijo que, quizás, no debería hacerlo.

El cerebro ganó.

Natalia se merecía mucho más que una noche. ¿Y qué le podía ofrecer él? ¿Qué más querría ella?

Natalia abrió los ojos viendo que había dejado de besarla.

– ¡Cómo ha quedado todo, madre mía! -exclamó observando la cocina-. La que has armado.

Tim sonrió.

– ¿Te estás riendo de mí?

– No, claro que no.

– Me voy a pasar todo el día para limpiarlo.

– Te vas a tener que quedar más tiempo, entonces.

– ¿Cuánto más? -preguntó Natalia agarrando una esponja.

«Toda la vida», pensó Tim.

– Depende, supongo.

– ¿De qué?

– Bueno, de la boda a la que tenías que ir, ¿no?

– No voy a ir. Intenté decírtelo el otro día, pero… -se encogió de hombros-. Ya he llamado y les he dicho que estoy…

– ¿Embadurnada de chocolate?

– Más o menos.

– ¿Por qué no me lo habías dicho?

– No estaba segura.

– Porque te querías ir.

– Porque me quería quedar.

Tim sintió un gran satisfacción.

– Eso no tiene nada de malo, ¿no?

– Lo cierto es que, si quieres, me puedo quedar unos días más…

Claro que quería.

– ¿Y luego?

– Me iré a mi casa -contestó dándole la espalda-. Y se acabó.

– ¿De verdad?

– Sí.

¿Tenía que ser así? ¿Qué tenía de malo hablar de las demás posibilidades? Él estaba dispuesto.

– Natalia… -dijo acercándose a ella.

Al hacerlo, pisó un buen charco de chocolate y, en un abrir y cerrar de ojos, estaba en el suelo.

– ¡Tim! -exclamó ella arrodillándose a su lado y abrazándolo-. ¿Estás bien? -añadió poniéndole la cara justo entre sus pechos.

Tim abrió los ojos y se encontró en aquel maravilloso cojín.

– Un poco mareado -contestó sinceramente.

Natalia lo abrazó más fuerte. Tan fuerte que Tim sintió un pezón en la oreja. Lo tenía tan cerca que le habría bastado con sacar la lengua para tocarlo. Al pensar en aquella posibilidad, no pudo evitar gemir.

– ¿Dónde te duele?

Tim no podía ni hablar. Sentía todas las curvas de su cuerpo y solo podía pensar en poseerla.

– ¿Tim? -dijo mirándolo asustada-. Di algo.

– Yo…

– ¿Sí? -dijo acercándose tanto que Tim sintió sus pestañas en la mejilla.

– Un beso de mariposa.

– Necesitas un médico.

– No creo que me sirva de mucho -contestó Tim pensando en la erección que amenazaba con romperle los vaqueros.

Natalia frunció el ceño y siguió su mirada. Al llegar a la entrepierna, se le quedaron los ojos como platos.

– No estás herido.

– No.

– Estás…, sí.

– Sí…

– ¿Es porque te estoy tocando? -preguntó lentamente.

– En parte, sí.

– ¿Y la otra parte?

– Que tengo tu pecho en la cara.

– ¡Ah! -exclamó apartándose tan rápidamente que a Tim no le dio tiempo de reaccionar y se golpeó la cabeza en el suelo.

– Ahora sí que me he hecho daño -dijo mirando el techo.

Natalia lo miró tapándose la boca y emitiendo un sonido que se parecía sospechosamente a una risa.

Tim la miró divertido.

– Lo siento.

– ¿Te estás riendo de mí? -le preguntó sentándose dolorido-. Seguimos cubiertos de chocolate.

Natalia le tocó el pecho.

– Iba a ser un postre muy rico.

Tim pensó que podría seguir siéndolo si le dejara quitarle el chocolate del cuerpo a lametazos. Aquel pensamiento le llevó a preguntarse quién estaba allí más necesitado de ayuda.

Decidió que su corazón.

– Si quieres, después de limpiar, hago otro postre -se ofreció Natalia.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Una princesa en apuros»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Una princesa en apuros» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Una princesa en apuros»

Обсуждение, отзывы о книге «Una princesa en apuros» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x