Marion Lennox - Unos Invitados Muy Especiales

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Matt McKay creía tener la vida perfectamente planeada cuando decidió pedirle a su novia que se casara con él…, pero entonces se interpuso el destino. La irresistible Erin Douglas apareció en su camino…¡con dos preciosos gemelos de la mano! El impulso caballeroso de Matt tiró por la borda todo su futuro; de pronto, tenía una familia. Para su propia sorpresa, Matt no tardó en darse cuenta de que le gustaba la mujer que había provocado todo aquello…

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Erin se fijó en que Charlotte estaba fuera de sí.

Bradley se había ido a por su caballo, así que se habían quedado las dos solas.

– Si no hubiera venido en la camioneta de Matt, me volvería ahora mismo a casa- murmuró. Lo único que me interesaba de la feria era estar con Matt.

Erin la siguió hacia la puerta del estadio. Iba pensando que Charlotte debía estar tan enfadada porque no iba a poder presumir de que Matt, que seguro que llamaría la atención de la gente, era su prometido. Aquello habría sido para ella como la culminación de aquellos veinte años de esfuerzos.

Pero iba a tener que contentarse con ver a los dos chicos de siete años llevando al toro de su prometido.

– Bueno, al menos podrás ver a Bradley- comentó Erin, tratando de animarla.

Estaba tan contenta pro los gemelos, que hasta tomó del brazo a Charlotte. Y no se retiró cuando la otra trató de apartarse.

– Charlotte, siento mucho haberte amenazado con hacer públicas esas poesías- le dijo. Ya sabes que nunca haría algo así. De hecho, lo cierto es que Shanni las quemó.

Éramos unos críos, dijo entonces Charlotte con tono de disgusto.

No solo su prometido no iba a desfilar, sino que tenía que aguantar a esa pobretona, que se estaba comportando como si fuera su amiga.

– Fue una estupidez- añadió Charlotte, sentándose. Incluso me había olvidado de esas cartas.

Pues Bradley no parece haberse olvidado- aseguró Erin, sentándose a su lado. Es evidente que sigue enamorado de ti. ¿Por qué nunca saliste con él?.

Charlotte fijó la mirada en su anillo de compromiso.

– Porque Matt y yo…

– Pero a los quince años no estabas comprometida con él- dijo Erin. Matt no salió con ninguna chica hasta los diecisiete años. Y la primera fue Sally McKinley.

– ¿Cómo diablos te acuerdas de eso?

– Yo era tres años menor que Matt y tú- respondió Erin. Bueno, y ya sabes lo popular que era Matt. Todo lo que hacía él se acababa sabiendo. Él y Sally…

– No quiero oírlo.

– Está bien- Erin se fijó en que el ganado empezó a salir del pabellón, pero todavía no había ni rastro de Cecil. Sin embargo, recuerdo que Bradley era bastante guapo. Así que sigo sin entender pro qué no saliste nunca con él.

Charlotte se quedó en silencio durante un buen rato.

– Los pude haber tenido a los dos- confesó finalmente.

Erin arqueó las cejas con evidente sorpresa y entonces Charlotte soltó una risita.

– Bueno, no me refiero a los dos al mismo tiempo- continuó diciendo. Pero,sí, Bradley era un chico encantador. Y lo sigue siendo. Me ha pedido que me case con él en innumerables ocasiones.

– ¿Y por qué no has aceptado?.¿Por qué prefieres a Matt?- le preguntó Erin con mucho respeto.

– ¿Estás bromeando?-respondió Charlotte, volviendo a echarse a reír. NO hay comparación. La familia de Matt es una de la más ricas del distrito. Su abuelo incluso tenía un título.

Charlotte miró a Erin, pensando que la pobre no iba a poder entenderla.

– O sea, que tú tampoco preferías a ninguno de los dos en especial, ¿no?.

– Por supuesto que sí- Charlotte mostró su anillo de compromiso. Estoy comprometida con Matt, ¿recuerdas?.

– Claro.

– Y…

Pero Erin no siguió escuchando porque los gemelos ya habían salido a la pista con Cecil.

Erin se fió en la cara de disgusto de Charlotte. Evidentemente seguía pensando que debía ser Matt quien estuviera desfilando con el toro.

Pero Erin no opinaba lo mismo. Mientras miraba atentamente los rostros de los gemelos, no dejó de agradecerle a Matt su gesto. En un momento dado, hasta se le saltaron las lágrimas.

Los pequeños llevaban a Cecil con la solemnidad que requería el momento.

Después de dar dos vueltas a la pista, los gemelos se dirigieron hacia las puertas del pabellón, donde os estaba esperando Matt para ayudarlos a meter a Cecil.

Erin sacó un pañuelo y se sonó la nariz, haciendo bastante ruido. De manera que Charlotte se apartó de ella, disgustada. Cosa que a Erin no le importó la más mínimo.

– Bueno- dijo, poniéndose en pie-, pues ya está. ¿vienes a felicitarlos?

– ¿Felicitar yo a los gemelos?.¿Estás bromeando?.

– También debemos felicitar a Matt.

– Ya, pero yo tengo que quedarme a ver desfilar a Bradley con su caballo.

En el camino de vuelta, los gemelos seguían impresionados pro lo que ha´bia pasado.

Todavía nos se lo podían creer. Y Erin no recordaba haberlos visto tan tranquilos como aquel día y los siguientes.

Como el desfile había sido televisado, Shanni lo había grabado, y un día ella y Wendy llevaron la cinta a la granja para comentarla. Todos vieron emocionados a los gemelos desfilando.

– Es un milagro- dijo Wendy, viendo a los críos allí sentados. ¿Cómo demonios lo has conseguido?.

Y Shanni tampoco daba crédito. Nunca había visto a los gemelos tan tranquilos.

– No he sido yo- les explicó Erin, algo preocupada. Ha sido Matt quien los ha transformado. Lo siguen a todas partes como si fueran su sombra.

– Parece que no lo dices muy contenta.

– Es que podría acabar siendo un problema.

– ¿Por qué?-preguntó Wendy. Quizá solo necesitaban estar al lado de alguien como Matt.

– Ya, pero es que Matt no va a estar siempre a su lado. Erin sacudió la cabeza y se quedó mirando a los chicos. Me preocupa qué pasará cuando nos tengamos que ir de aquí.

– ¿Y tú?

– ¿Qué quieres decir?

– ¿Y tú, Erin Douglas?- Wendy la conocía perfectamente y se había dado cuenta de lo mucho que le iba a costar también a ella abandonar aquella casa.

¿Qué pasará contigo cuando tengas que irte?

Durante las dos emanas siguientes, Charlotte apenas se pasó por allí, así que la granja se convirtió en un enorme patio de recreo para los gemelos.

Una vez Matt les había demostrado que podían confiar en él, se los había ganado del todo. Los chicos hicieron el trabajo de Sadie sin rechistar hasta que la perra se cansó de cojear y retomó su actividad habitual.

William y Henry obedecían a Matt en todo e, incluso a veces, cuando él no estaba, le preguntaban a Erin si él opinaría que algo que iban a hacer estaba bien.

En cuanto a Matt, era evidente que también estaba encantado con los gemelos. Cuando Erin los llelvaba a bañarse al río, él no solía tardar en aparecer por allí, con la excusa de que quería comprobar que todo iba bien.

La única que se mostraba preocupada con todo aquello era Erin, que no dejaba de repetirse que aquello solo duraría seis meses. En cuanto acabaran de reconstruir el hogar, tendrían que irse de allí y Matt se quedaría en manos de Charlotte.

Desde que habían vuelto de Lassendale, no habían vuelto a ver a la prometida de Matt, aunque él sí había ido a cenar con ella un par de veces. Así que Erin se sorprendió cuando una mañana temprano la vio llegar en su coche. Después de bajarse, dio un buen portazo y se dirigió apresuradamente hacia la casa.

William y Erin se miraron con cara de preocupación, Era evidente que Matt iba a tener problemas.

Matt se levantó para saludarla, pero, para sorpresa de Erin, no hubo entre ellos ningún gesto de cariño. Matt se limitó a sonreírle cortésmente.

– Hola Charlotte,¿Cómo tú por aquí?

– Porque tengo que darte una buena noticia- respondió Charlotte, sin molestarse en saludar a Erin y a los niños. Priscilla`s está libre dentro de cuatro semanas.

– ¿Priscilla`s?

– Si, la sala de convites de las colinas en las afueras de la ciudad. Ya sabes que esa casa perteneció a Sir Reginald Chester y que, cuando su familia se arruinó, la vendieron. Pues después de restaurarla, se ha convertido en una lujosa sala para dar fiestas.

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