– No lo sé -admitió Claire-. Estoy de acuerdo contigo: es de la familia, pero ha cometido errores graves. No soy la persona más adecuada para preguntárselo.
– Eres tan adecuada como yo, y eso es parte del problema. Yo estoy en una situación muy extraña. Soy su madre y su hermana a la vez. Nunca supe qué papel tenía que desempeñar, ni lo que tenía que hacer. No puedo evitar pensar que hice algo muy mal para que ella se haya comportado así.
– No -dijo Claire-. Tú no tienes la culpa. Nicole, sólo tienes seis años más que ella. Eres su hermana, y no su madre. Hiciste las cosas lo mejor que pudiste.
– No creo que fuera suficiente. Ése es mi sentimiento de culpa secreto. ¿Quieres contarme cuál es el tuyo?
Claire vaciló. Nicole abrió unos ojos como platos.
– ¿Es que lo tienes?
– Puede ser. Estoy enamorada de Wyatt.
Nicole estaba asombrada.
– ¿Es que el sexo ha sido tan bueno?
Claire se rió.
– No es por el sexo.
– Siempre es por el sexo. Sobre todo para ti. Wyatt es tu primer amante, es lógico que sientas algo por él. ¿Estás segura de que es amor?
– Ya no estoy segura de nada. Lo que sé es que nunca había sentido esto. Sé que quiero pasar todo mi tiempo con él, y no sólo cuando está de buen humor. Quiero aprender cosas sobre él, y planear un futuro. Quiero entrelazar mi vida con él, de modo que ninguno sepamos dónde empezamos individualmente o dónde terminamos como pareja. ¿Me convierte eso en una acosadora?
– No, siempre y cuando no empieces a escribirlo con un pulverizador en la pared de su garaje. Vaya, te has enamorado de verdad. ¿Lo sabe?
– No. Me he dado cuenta esta mañana, cuando estaba hablándome sobre los demás hombres de mi vida.
– ¿Qué otros hombres?
– Los que se supone que van a seguir después de él. Dice que él es sólo una aventura de vacaciones, o algo así. Que no tenemos nada en común.
– Wyatt siempre se resiste a involucrarse en una relación.
– Ya me lo habías dicho, y él también me lo ha advertido. Nada de relaciones. Está convencido de que no pueden durar. Me dijo que venía de una familia de hombres que siempre eligen a la mujer equivocada.
– Eso lo dice siempre -admitió Nicole-, pero no tiene por qué ser lo que cree.
– Tú eres su amiga -dijo Claire-. ¿Qué piensas?
Nicole reflexionó durante un segundo.
– Que está tan acostumbrado a esconderse que ya no sabe lo que quiere.
– La respuesta políticamente correcta. Eres muy buena por intentar que me sienta mejor.
– Wyatt puede cambiar. La gente cambia.
La gente podía cambiar, pero no lo hacía muy a menudo.
– ¿De verdad crees que Wyatt podría enamorarse de mí?
– Sí -dijo Nicole con firmeza.
Claire no la creyó ni por asomo, pero el hecho de que su hermana la apoyara así era suficiente. Al menos, por el momento.
– La señora Olive dice que el orientador va a hablar con papá y conmigo -dijo Amy, tan emocionada que resultaba difícil entenderla-. Voy a necesitar… -hizo una pausa, y movió los dedos a la velocidad de la luz.
– Más despacio, por favor -le pidió Claire por signos-. ¿Vas a necesitar qué?
– Terapia.
– Oh, como lo que Nicole está haciendo para la pierna, pero tú lo harás para el oído y el cerebro.
– Sí -sonrió Amy-. Papá dice que voy a operarme el oído malo. Es un comp… comp… algo.
– Compromiso.
Amy asintió de nuevo.
– Después del orientador, tengo que conocer al médico.
Amy salió del coche y fue corriendo hasta la puerta de la casa de Nicole, donde iba a esperar que Wyatt fuera a recogerla.
Se acercó al sofá a saludar a Nicole, y a contarle lo de su inminente operación.
– ¿Estás conforme con sólo un oído? -le preguntó Nicole-. ¿Uno, y no los dos?
– Sí. Tengo que esperar hasta que haya un modo mejor para que pueda oír con el otro oído. De todos modos, podré oír bien con un implante.
– Eres muy madura -dijo Claire.
Amy sonrió.
– Ve a la cocina -le dijo Nicole-. Hay una sorpresa.
Amy obedeció y volvió al salón al cabo de dos segundos.
– ¡Habéis hecho galletas! ¿Puedo comerme una?
– Por supuesto -dijo Claire-. Es mi primer intento.
– Seguro que están buenísimas -aseguró Nicole-. Llevas el oficio en la sangre.
– Eso espero.
– Siempre y cuando no hayas echado demasiada sal.
Claire recordó el incidente del primer día que había ido al obrador.
– No vamos a mencionar eso.
– ¿No?
– No.
Claire acompañó a Amy de vuelta a la cocina y le sirvió un par de galletas y un vaso de leche. Se sentó frente a ella en la mesa y escuchó todos los detalles de su día de colegio.
Mientras la niña hablaba, hacía signos y se reía, Claire se dio cuenta de algo. No sólo quería a Wyatt, quería también a su hija. Dejarlos a los dos allí, por no mencionar a Nicole y a Jesse, iba a ser algo más que doloroso. Iba a romperle el corazón.
Claire esperó con impaciencia, saltando de pie en pie, contando en silencio. Había utilizado tres pruebas distintas al mismo tiempo, y las había alineado en la encimera del baño, sobre una toallita de papel. Y estaba cumpliendo la parte más difícil: esperar.
Al principio, ninguno le decía nada, pero después, cambiaron uno por uno y le dieron el mismo mensaje. Dio un gritito y corrió hacia la habitación de Nicole.
Su hermana todavía estaba en la cama, lo cual no era sorprendente, porque eran poco más de las seis de la mañana.
– ¡Despierta! Despierta. Tienes que despertarte para que pueda contártelo.
Abrió las persianas y el sol entró en la habitación.
Nicole se incorporó y la miró pestañeando.
– ¿Qué pasa? Es muy temprano -murmuró, y miró el despertador-. Dios mío, voy a tener que matarte.
– ¡Estoy embarazada! -anunció Claire-. Me he hecho tres pruebas diferentes, y estoy embarazada. Voy a tener un hijo. ¡Es maravilloso!
Nicole se quedó boquiabierta.
– ¿Desde cuándo?
– Desde esta mañana. Oh, técnicamente desde mi primera noche con Wyatt y, ¿sabes? Soy muy feliz. Siempre he querido tener hijos. Esto lo va a cambiar todo. Voy a ser madre y voy a comenzar una familia. ¡Debería haberme quedado embarazada hace años!
Nicole se echó a reír.
– Eso parece -dijo. Después se quedó callada.
Claire se sentó al borde de su cama y sonrió.
– Estás preocupada. Lo veo en tu mirada.
– Sólo por Wyatt.
– Lo aceptará. O quizá no. Pero de todos modos, yo me las arreglaré bien.
– Me alegro por ti -dijo Nicole-. Quizá Wyatt nos sorprenda a las dos. Y si no lo hace, le romperé las rodillas. Casualmente, sé que puede ser realmente doloroso.
Claire se inclinó hacia delante y la abrazó.
– Te quiero.
– Yo también te quiero. Aunque esté un poco amargada.
Claire se echó hacia atrás.
– ¿Por qué?
– Porque yo también he querido siempre tener una familia. No me malinterpretes; me alegro de que Drew y yo no tuviéramos hijos. Pero tener un bebé sería bonito.
Su voz estaba llena de melancolía.
– Pues quédate embarazada -dijo Claire-. Es fácil.
Nicole se rió.
– Eso tengo entendido. Te agradezco el consejo, pero creo que voy a esperar un poco. En este momento, las cosas son un poco complicadas. Me alegro por ti.
– ¡Yo también! -dijo Claire-. Estoy asustada, pero en el buen sentido: estoy expectante, impaciente.
– ¿Qué vas a hacer con tu carrera profesional?
– No lo sé. Lo echo de menos -admitió Claire-. Cada vez más. ¿Podré hacer ambas cosas?
– ¿Y por qué no? ¿Acaso no eres rica? Puedes contratar a alguien para que te ayude, si lo necesitas.
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