– Eso no es malo.
– Podría serlo. Los hombres guapos no tienen que esforzarse tanto.
– ¿Así que preferirías que fuera un trol?
– Me gustaría pensar que tienes que esforzarte un poco para conseguir llevarte a una mujer a su cama. Sin embargo, tengo la sensación de que soy una de tantas.
– Yo no te he llevado a mi cama -dijo él-. Te he llevado a tu cama.
– Esa es una sutileza que no me quita razón alguna.
– ¿Por qué tú puedes decir cosas malas sobre los hombres, pero si yo hiciera un comentario sobre las mujeres guapas, me tacharías de misógino?-preguntó él, apoyando al cabeza sobre su mano.
– Porque sería verdad. Tenemos siglos de desigualdad entre sexos que vencer. Creo que un poco de ventaja para las mujeres no tiene nada de malo.
– Dijo la mujer.
– Ya hemos tenido la conversación de «quieres que sea un hombre». Sin embargo, aquí estamos, teniéndola de nuevo. ¿Hay algo que quieras decirme?
– Me estás volviendo loco -dijo él, tumbándose sobre su espalda.
– Es una de mis mejores cualidades. Lo he convertido en una forma de arte.
Se rió y se inclinó sobre él para besarlo. Su pelo rozó su torso, y Ryan tuvo que hacer todo lo posible por no tocarla y volver a hacer el amor con ella.
¿Quién era ella realmente? El había ido a la cita porque Todd era su primo, y él, Ryan, estaba deseando vengarse de las mujeres sedientas de dinero, fueran quienes fueran. No le había importado Julie: de hecho, había estado preparado para despreciarla al instante.
Pero se lo había ganado y, por alguna razón, tenía ganas de creerla.
– Háblame de tu familia -dijo él.
– Interesante cambio de tema -dijo ella, levantando la cabeza.
– Siento curiosidad por tu abuela. ¿Cómo es que no la habías conocido en todos estos años?
– Él primer marido de Ruth murió inesperadamente mientras ella estaba embarazada de mi madre. Ruth volvió a casarse pocos meses después de dar a luz con Fraser Jamison, tu tío abuelo. Naomi, mi madre, lo aceptó como su padre. Cuando tenía diecisiete años, conoció a Jack Nelson, mi padre, y se enamoró perdidamente de él. El no tenía dinero; de hecho, era un perdedor, pero un hombre encantador, de modo que no pudo resistirse. Se escapó con él para casarse, y Ruth y Fraser le dieron la espalda.
La historia concordaba con lo que le habían contado a Ryan, aunque su tío Fraser no había sido tan generoso en los detalles. Había descrito a Naomi como una zorra desagradecida que lo desafiaba constantemente, y a su marido como a un bastardo codicioso que deseaba conseguir dinero a toda costa.
– Mi madre estaba embarazada, claro. Yo nací seis meses después de la boda. Mis dos hermanas vinieron poco después. Mi madre consiguió un trabajo. Mi padre lo intentó, pero no era de los que disfrutaban trabajando. Aunque siempre andaba tramando algo. A veces incluso ganaba algún dinero. Se marchó por primera vez cuando yo tenía unos ocho años. Solía pasarse meses fuera, y luego aparecía. Nos traía regalos, y a ella, dinero. Luego volvía a marcharse.
– Eso debe de haber sido duro para ti -dijo él.
– Yo quería que se divorciaran para que mi madre siguiese adelante, pero ella no quería. Decía que era el amor de su vida. Yo pensaba que era un imbécil que no soportaba tener que ser responsable de su familia. Pero ésa es una discusión fascinante para otra ocasión. Pasaron los años, todos crecimos. Entonces, hace unos tres meses, Ruth reapareció en nuestra puerta. Dijo que llevaba mucho tiempo queriendo reconciliarse con su hija, pero que Fraser se interponía. Como él ya no estaba, era libre de hacer lo que quisiera y de recuperar a su familia. Así que ahora tenemos una abuela.
«Yuna herencia potencial», pensó él.
– ¿Ella volvió con vosotras?
– Eso he oído. Mi madre nos llamó y nos pidió que fuéramos todas a cenar. Entramos y allí estaba Ruth. Es raro descubrir a los parientes después de tanto tiempo.
– ¿Qué piensas de ella? -preguntó Ryan.
– Se queja mucho-dijo ella-. Es muy elegante, pero distante y… no sé. Realmente no la conozco. Supongo que me molesta porque rechazó a su única hija. De acuerdo, no aprobaba lo que mi madre hizo, pero de ahí a no volver a verla, hay mucho. Nos dio la espalda a todas. ¿Ahora dice que lo siente y se supone que tenemos que perdonarla? ¿Fingir que todos esos años sin ella no importan?
Ryan se encontró a sí mismo queriendo defender a su tía. Cosa irónica, teniendo en cuenta que él también la consideraba una persona difícil. Aun así, la quería.
– Se está haciendo vieja -dijo él-. Quizá el perder a su marido ha hecho que se dé cuenta de lo que es realmente importante.
– No me digas que eres el mediano de tres hermanos -dijo ella.
– Soy hijo único.
– Pues no lo pareces. Willow es la mediana de las tres hermanas y siempre está viendo el punto de vista de todo el mundo. Es una característica increíblemente molesta.
– En mi negocio, es importante ver todos los lados de una situación.
– No creo que ésa sea una buena excusa.
Ryan deseaba creerla. No había imaginado eso, pero tampoco había imaginado muchas ottas cosas.
– No estoy tratando de sacar conclusiones precipitadas -dijo ella-, pero te darás cuenta de que, a pesar de todo esto, no podemos implicarnos emocionalmente.
– ¿Por qué?
– Por la loca de mi abuela y la loca de tu tía.
– No estamos emparentados.
– Es el dinero. Si salimos juntos, todo el mundo pensará que es por la millonaria oferta. Tú lo pensarías. No lo entiendo. No eres el tipo de hombre que necesite ayuda para conseguir una mujer. ¿Por qué iba entonces a hacer eso?
– Ruth tiene ideas particulares sobre la vida y sobre su lugar en la vida de los demás -dijo él. Tal vez su tía pensase realmente que una de sus nietas podría atrapar a Todd. Pero Ryan estaba dispuesto a apostar por su primo. Todd no estaba interesado en tener nada serio, y nadie le haría cambiar de opinión.
– Lo que yo he dicho. Loca -dijo Julie- Pero ahora tenemos un problema.
– ¿Estás diciendo que las cosas serían mejores si yo fuera un vendedor de zapatos? -preguntó él.
– En cierto modo. Aunque eso suena más a siglo XIX. ¿No podrías ser un profesor de matemáticas de instituto o un programador de ordenadores?
– Podría serlo, pero no lo soy.
– ¿Entonces qué? -preguntó ella mientras se ponía la bata-. Supongo que querrás volver a verme. Principalmente porque te he dado muchas oportunidades de escapar y no las has aprovechado.
– ¿Deseas que lo hubiera hecho?
– No. Me gusta tenerte por aquí. Ayer a estas horas, temía conocerte. Deseaba que cualquiera de mis hermanas pudiera ocupar mi lugar. Pero ahora… -le acarició la mano-. A veces perder es algo bueno.
Ryan sintió una presión en el pecho al darse cuenta de la verdad. Fuera lo que fuera lo que Todd y él habían pensado de Julie Nelson, se habían equivocado. No estaba en eso por dinero. Estaba en eso simplemente porque quería hacer feliz a su abuela y había perdido un estúpido juego.Al darse cuenta de lo que había hecho, de cómo lo había fastidiado todo, se sintió enfermo. Había imaginado que sería una zorra y, sin embargo, era la mujer más alucinante que jamás había conocido. Y la había pifiado. Totalmente.
– ¿Todd? -dijo ella-. ¿Qué pasa? Tienes una mirada muy extraña.
– Yo… -maldijo en silencio. ¿Cómo explicarlo?-. No soy Todd Aston.
Julie sabía que tenía que decir algo, pero su cerebro no parecía funcionar. La falta de sueño y el exceso de sorpresa hacían que pensar resultase imposible.
– ¿No eres Todd? -preguntó, más para ella misma que para él.
Читать дальше