• Пожаловаться

LaVyrle Spencer: Perdón

Здесь есть возможность читать онлайн «LaVyrle Spencer: Perdón» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Современные любовные романы / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

LaVyrle Spencer Perdón

Perdón: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Perdón»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Sarah llega al pequeño pueblo de Deadwood con el deseo de fundar un periódico y encontrar a su hermana, que huyó de casa cinco años atrás. Sin embargo, muy pronto se da cuenta de que conseguir ambos propósitos será más arduo de lo seprado. Pese a contar con el apoyo incondicional de un hombre, abrirse camino no es fácil para una mujer soltera. Y además, el pardero de su hermana Addie resulta ser un sitio “algo” distinto de la respetable casa de familia donde se supone debíaa residir. Perdón es una historia conmovedora sobre la inocencia perdida y recuperada, una prueba más de que el amor es capaz de vencer todas las adversidades…

LaVyrle Spencer: другие книги автора


Кто написал Perdón? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

Perdón — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Perdón», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Se… señorita Me… Merritt. -Enrojeció y extendió su mano, flaccida y húmeda como un repollo cocido. Era un hombrecillo sin barbilla, usaba gafas redondas y sus modales eran afeminados. Vestía un traje marrón a cuadros y llevaba el pelo peinado con la raya en medio-. Es un placer co… conocerla.

– Él es Sam Peoples -dijo Shorty. Peoples estaba demasiado turbado por la presencia femenina para presentarse él mismo.

– Hola, señor Peoples. -El rubor de aquel hombrecillo era tan intenso que, por un momento, olvidó retirar la mano. Cohibida, Sarah apartó la suya; no estaba acostumbrada a causar tal impresión.

– Va a editar un periódico.

– Un periódico… bueno, bueno. Entonces será mejor que la atendamos bien, ¿no es así? -Peoples esbozó una sonrisa forzada y nerviosa. Cargó la pluma sumergiéndola en un tintero negro y se la entregó a Sarah, al tiempo que giraba el libro de registro del hotel. Al firmar, Sarah sintió a todo el grupo de hombres observándola.

Cuando hubo terminado, sonrió a Peoples y le devolvió la pluma.

– Bienvenida al Grand Central -dijo él-. El precio es de un dólar y medio por noche.

– ¿Por adelantado?

– Sí. En polvo de oro, si es tan amable. -Le dio un leve empujón a la balanza de oro que tenía en el mostrador, junto a su codo, y la dejó oscilando.

Sarah se irguió y miró al empleado a la cara.

– Señor Peoples, he pasado cinco días y seis noches en la diligencia de Cheyenne. Habida cuenta de la cantidad de asaltos que se cometen en las rutas de las diligencias, ¿cree que soy tan estúpida como para traer dinero en forma de oro?

El rostro de Peoples enrojeció aún más y se volvió hacia los hombres como buscando ayuda.

– Lo… lo lamento, señorita Merritt. So… sólo soy el empleado nocturno, no el dueño del hotel. El re… reglamento de la empresa sólo permite aceptar huéspedes que paguen por adelantado y en polvo de oro, que es la forma de pago legal aquí.

– Muy bien. -Dejó la sombrerera sobre el mostrador y comenzó a desatar las cintas-. Todo lo que tengo son bonos de la Wells Fargo. Si puede cambiarme uno por oro en polvo, con gusto pagaré por adelantado. -Extrajo un bono de cien dólares de un bolsito de organdí negro y se lo tendió.

Una vez más, Peoples se giró enrojecido hacia los hombres.

– No tengo aquí ese ti… tipo de oro. Pero podrá cam… cambiarlo en el banco mañana por la mañana.

– ¿Y mientras? -Sarah lo miró con determinación.

– ¿Vas a dejar que una dama duerma en la calle, Peoples? -inquirió uno de los espectadores.

– El señor Winters me… me dio órdenes estrictas. -Cuanto más se alteraba, más tartamudeaba-. Pu… puede dor… dormir en el ves… vestíbulo, es… es todo lo… lo que puedo ha… hacer.

– ¡En el vestíbulo! -Una bolsa de cuero aterrizó sobre el mostrador junto a la balanza-. Cógelo de ahí.

– O de ahí -gritó otra voz al tiempo que una segunda bolsa se unía a la primera. Más y más bolsas les siguieron, hasta que hubo casi una docena sobre el alto mostrador.

Sarah se volvió hacia los hombres con una mano sobre el pecho.

– Muchas gracias a todos -declaró con sinceridad-, pero no puedo aceptar su oro.

– ¿Por qué no? Hay mucho más en el lugar de donde viene éste, ¿verdad, muchachos?

– ¡Claro que sí!

– ¡El Dorado! -Exclamaron levantando los brazos. Algunos levantaron también las jarras de cerveza y luego bebieron a grandes tragos.

Sam Peoples escogió una bolsa y pesó el oro con cuidado… a veinte dólares la onza, provocar aquel embarazoso contratiempo por un simple dólar y medio no parecía justificado. Cuando las bolsas fueron reclamadas por sus propietarios, se descubrió que el oro utilizado provenía de la bolsa de un hombre alto y delgado, de cabello ralo y oscuro que sonreía con mirada vidriosa. Tenía una nuez prominente, ojos rojos y llorosos y se tambaleaba sobre sus talones como sacudido por un golpe de viento.

– Gracias, ¿señor…?

El hombre se mecía y sonreía bajo los efectos del alcohol.

– Bradigan -intervino Reese-. Su nombre es Patrick Bradigan.

– Gracias, señor Bradigan.

Bradigan se inclinó hacia Sarah con la expresión de un chiquillo receloso; en su estado apenas distinguía lo que veía.

– Le devolveré el dinero mañana en cuanto vaya al banco.

El hombre respondió con un saludo despreocupado y alguien le metió la bolsa de oro en el bolsillo.

– ¿Dónde puedo encontrarle?

– Es lo menos que puedo hacer por una bella dama -balbuceó Bradigan.

– Bradigan ha bebido bastante esta noche -explicó uno de sus compañeros-. Ni se dará cuenta si le devuelve o no el dinero.

De no haber sido por las protestas de Peoples, los hombres habrían cargado con los baúles hasta la habitación.

– ¡Des… despertarán a todos mis clientes! Caballeros, por fa… favor, vuelvan al bar.

– ¡Tus clientes todavía están en las cantinas!

– Entonces vayan a reunirse con ellos.

Despachó a los hombres, que se marcharon arrastrando los pies, quitándose los sombreros y deseando buenas noches a coro a «la hermosa y pequeña dama», que Sarah no era. Medía metro sesenta y cinco sin zapatos, tenía el pelo castaño, la nariz demasiado larga y los labios demasiado delgados para que se la pudiera considerar atractiva. Sus ojos azules llamaban la atención, eran vivos y con largas pestañas; de todos modos, nadie en plena posesión de sus facultades la calificaría de hermosa.

Era una mujer de rostro alargado que en toda su vida no había generado tanta atención masculina como durante el último cuarto de hora.

– Le daré una habitación en el tercer piso. Es el más calentito -precisó en tono conciliador Peoples, transportando uno de los baúles.

La condujo por un edificio cuya característica más destacable era el tamaño. Era grande, aunque tosco en toda la extensión de la palabra, sin una sola pared revestida de yeso o empapelada, ni siquiera en el vestíbulo, donde las ventanas carecían de cortinas y los únicos toques de color los daban una escupidera de porcelana y el calendario con la imagen de una cascada que había detrás del mostrador. El suelo estaba hecho de tablones de pino que todavía despedían olor a madera recién aserrada. Las paredes eran un entramado de tablillas de mala calidad y en las junturas los nudos formaban agujeros que se asemejaban a cuencas de ojos vacías.

Las escaleras, que empezaban justo detrás del mostrador, conducían a la boca de un pasillo estrecho y oscuro. A mitad de camino, una única lámpara de queroseno colgaba de un gancho en la pared; en el piso inferior al que llegaron Sarah y Peoples había una tinaja con una tapa destinada a recoger las aguas residuales. Peoples guió a Sarah hasta su habitación, abrió la puerta y se quedó a un lado, cediéndole el paso.

– El a… agua está en una palangana en el pasillo, sólo por la mañana, y puede verter el agua sucia en la tinaja del piso inferior a éste. Las cerillas están en la pared, a su izquierda. Enseguida le traeré el otro baúl.

Una vez Peoples hubo salido de la habitación, Sarah encontró la caja de latón de las cerillas, encendió la lámpara que había junto a la cama y examinó el cuarto bajo la luz anaranjada y humeante. «Dios Santo, ¿dónde me he metido?» Las paredes eran tan austeras como las del vestíbulo, tablas sin pintar con agujeros a través de los cuales se formaban corrientes de aire. Las vigas del techo quedaban al descubierto. La ventana no tenía cortinas ni el suelo alfombras; la cama era de muelles oxidados y en la mesita de noche había sólo una lámpara… a nadie se le había ocurrido poner ni un tapete. A falta de una colcha, la cama estaba cubierta por una manta verde de lana; gracias a Dios la almohada tenía una funda de muselina. Apartó la manta y descubrió sábanas de muselina y un auténtico colchón relleno de paja y algodón. Suspiró con alivio. También había una cómoda con una jarra y un tazón encima. Abrió la puerta inferior del mueble y encontró una palangana de porcelana con cubierta.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Perdón»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Perdón» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Alma Katsu: Inmortal
Inmortal
Alma Katsu
Rachel Gibson: Daisy Vuelve A Casa
Daisy Vuelve A Casa
Rachel Gibson
LaVyrle Spencer: La chica del pueblo
La chica del pueblo
LaVyrle Spencer
LaVyrle Spencer: Los Dulces Años
Los Dulces Años
LaVyrle Spencer
LaVyrle Spencer: Y el Cielo los Bendijo
Y el Cielo los Bendijo
LaVyrle Spencer
Отзывы о книге «Perdón»

Обсуждение, отзывы о книге «Perdón» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.