Maureen Child - Juego Seductor

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Juego Seductor: краткое содержание, описание и аннотация

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Había vuelto para reclamarla
Durante tres años, ella había sido la imagen que turbaba sus sueños. El recuerdo de un apasionado y anónimo encuentro empujó al magnate Jesse King a regresar a Morgan Beach, California. Estaba decidido a encontrar a esa mujer misteriosa para poseerla una vez más. Un King jamás perdía.
Bella Cruz no se alegraba en absoluto de ver de nuevo a Jesse King. El millonario la había seducido, abandonándola después… ¡y ni siquiera la reconocía! Pero como era su nuevo casero, debía tener contacto con él. Esperaba que Jesse no descubriera su identidad porque, si así fuera, Bella jamás podría negarse a su seducción.

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– Es muy bueno -repitió Bella. No podía apartar los ojos del hombre que se había convertido en una parte tan importante de su vida. No se podía creer lo maravillosa que era su existencia. Con cada momento que pasaba junto a Jesse, más se enamoraba de él. Lo único que le preocupaba era que no sabía lo que él sentía. ¿Compartía Jesse sus sentimientos o la relación que había entre ellos era para él una simple aventura de la que terminaría cansándose? Si era esto último, ¿cómo iba ella a conseguir superarlo?

Cerró los ojos y se dijo que no debía preocuparse al respecto. Debía disfrutar el momento. Estaba reuniendo tantos recuerdos que su corazón quedaría completamente lleno de ellos.

– Claro que lo es -afirmó Jackson-. Es un King, ¿no? Molly, cariño, no te comas el papel.

– ¿El papel? -preguntó Casey centrando su atención inmediatamente en su hija pequeña-. ¿Qué papel?

– Nada. No te preocupes -le dijo Jackson-. Son fibras naturales.

Bella se echó a reír. Casey suspiró y le quitó a su esposo a la hija de ambos para colocársela en el regazo.

– Madre mía, Jackson.

– No le dije que se comiera el papel en el que venía la galleta, ¿verdad, Mia? -le dijo a su otra hija mientras le hacía cosquillas. Bella suspiró.

El primo de Jesse y su familia habían llegado a la cuidad la noche anterior y, desde entonces, todos se lo habían pasado estupendamente juntos. Jesse era una persona completamente diferente cuando estaba con las dos niñas. Evidentemente, las dos lo adoraban y él estaba loco por ellas. AI verlo con las hijas de Jackson, Bella no había podido evitar que un sentimiento peligrosamente maternal se despertara dentro de ella. Se preguntó cómo sería convertirse en la esposa de Jesse. Ser la madre de sus hijos. Sentir la calidez que la rodeaba en aquellos momentos durante el resto de su vida.

Sin embargo, la verdad era que, por mucho que lo amara, por mucho que lo deseara, no estaba segura de que él sintiera lo mismo hacia ella. Sí, era un maravilloso amante, pero ¿era algo más? Le habría gustado saberlo.

– ¿Dónde está el tío Jesse? -preguntó Mia mientras se ponía de pie sobre el regazo de su padre para mirar el mar.

– Ahí-le indicó Bella señalando el surfista que estaba esperando la siguiente ola-. ¿Lo ves? Cuando venga la siguiente ola, se pondrá de pie y cabalgará sobre ella hasta llegar a la playa.

– ¿Y puedo yo hacerlo? -le preguntó Mia.

– Claro -respondió su padre-. Cuando tengas treinta años.

Casey le guiñó un ojo a Bella.

– Es un padre demasiado protector -le dijo.

– A mí me parece muy bonito -respondió ella.

– A mí también -admitió Casey-. Sus hermanos y él protegen a sus hijos como si fueran perros de presa. Realmente es sorprendente. Cuando los niños están todos juntos, ver a todos los hermanos cuidando de ellos resulta increíble.

– Te aseguro que es muy estresante -dijo Jackson.

– A mí me parece maravilloso-comentó Bella sonriendo, pero Casey la miró con compasión.

Se acercó a ella y le susurró:

– Enamorarse de un King no es fácil, Bella. Te vuelven loca si se lo permites, pero te prometo que merece la pena.

Bella asintió, pero no pudo evitar pensar que merecería la pena si el King en cuestión correspondía los sentimientos que se le profesaban. Si no era así, resultaría una tortura.

– ¡Ahí va! -exclamó Mia mientras saltaba de emoción sobre las piernas de su padre y señalaba muy emocionada a Jesse.

Bella apartó sus pensamientos y centró su atención en la última ola que Jesse iba a cabalgar ese día. Fue una demostración perfecta. Cuando llegó a la playa, vio cómo cientos de mujeres en biquini iban corriendo hacia él. Todas trataban desesperadamente de captar su atención. Sin embargo, él pasó corriendo al lado de todas ellas como si no las hubiera visto. Bella contuvo el aliento al ver que se dirigía directamente a ella. El corazón comenzó a latirle con fuerza en el pecho cuando vio que él dejaba la tabla delante de ella y le preguntaba:

– ¿Qué tal lo he hecho?

– ¡Genial! -gritó Jackson. Cuando su esposa le dio un buen codazo en las costillas, la miró muy sorprendido-. ¡Eh! ¿A qué ha venido eso?

– No estaba hablando contigo -le dijo Casey.

Jesse sonrió.

– Tiene razón, Jackson -dijo-. Bella, ¿cómo lo he hecho?

– Estuviste maravilloso -respondió ella. Era consciente de que todo el mundo los estaba observando.

– Eso es lo que me gusta escuchar. Ahora, necesito mi premio.

– Hoy no hay trofeos, ¿es que no te acuerdas? -respondió Bella, riendo.

– ¿Y quién está hablando de un trofeo? -preguntó Jesse. La hizo levantarse de su asiento y la tomó entre sus brazos-. Esta es la única recompensa que me interesa.

La besó larga y profundamente, con un gesto tan romántico que todos los presentes comenzaron a lanzar vítores de aprobación.

Vagamente, Bella escuchó los aplausos y los clics de las cámaras. No le importó. ¿Cómo le iba a importar cuando los brazos de Jesse la rodeaban mientras la besaba? Sintió que la electricidad le recorría todo el cuerpo.

Había ido a buscarla. La había besado delante de todo el mundo. Por primera vez en su vida, Bella se sintió como una princesa, como si importara de verdad. El corazón le dio un vuelco en el pecho. Se sintió más enamorada que nunca, algo que jamás hubiera creído posible.

Por fin, después de lo que le pareció una eternidad, Jesse rompió el beso y levantó la cabeza para mirarla a los ojos. A Bella le pareció ver… amor brillando en ellos.

Entonces, él sonrió. El momento pasó y ella no pudo ya estar segura de que hubiera pasado realmente. Inmediatamente, los espectadores los rodearon para felicitar a Jesse por su victoria. El rodeó los hombros de Bella con un brazo y la mantuvo a su lado.

¿La amaba? No lo sabía, pero el sol brillaba. Jesse la tenía abrazada y, por el momento, esto le resultaba del todo suficiente.

Más tarde, en casa de Bella, los dos estaban sentados en el primer escalón del porche, observando cómo las nubes ocultaban la luna y oscurecían así aún más la noche. Desde la casa de su vecina, la señora Clayton, se escuchaba un concurso de televisión que estaban poniendo en aquellos momentos. Por el contrario, la casa de Kevin estaba sumida en el más absoluto silencio.

Jesse respiró el aroma de los crisantemos, que ya siempre asociaría con Bella, y le rodeó a ella los hombros con un brazo. Esta se reclinó sobre él y le apoyó la cabeza sobre el hombro.

– Ha sido un buen día…

– Sí -afirmó ella-. Estuviste sorprendente en el agua.

– No está nada mal para un depredador empresarial, ¿verdad?

– No vas a dejar que me olvide nunca de eso.

– No. Creo que eso vale al menos seis meses de meterme contigo.

– ¿Seis meses?

– Por lo menos.

– Entonces, ¿crees que seguiremos juntos dentro de ese tiempo? -le preguntó ella,

– Bueno, sí. ¿Por qué no íbamos a estarlo?

Ella echó la cabeza hacia atrás y le miró el rostro.

– Simplemente no sabía lo que sentías. Lo que esperabas.

– No espero nada, Bella. Nos va bien juntos, ¿no?

– Sí.

– El sexo es genial.

– Sí -dijo ella, con una sonrisa.

– En ese caso, ya está -concluyó él. Era tal y como le había dicho a Justice. Le gustaba el hombre que era al lado de Bella. Sin embargo, sentía que ella dudaba y sabía que había vuelto a pensar demasiado. Estaba tratando de crear un plan. O de ver el futuro-. ¿Por qué deberíamos poner una etiqueta temporal a lo nuestro o definirlo de algún modo? Mira, nadie sabe lo que va a pasar de un día a otro, y mucho menos dentro de seis meses. Sin embargo, aquí, esta noche, no me imagino en ningún otro lugar.

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