Виктория Холт - CASTILLA PARA ISABEL

Здесь есть возможность читать онлайн «Виктория Холт - CASTILLA PARA ISABEL» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Исторические любовные романы, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

CASTILLA PARA ISABEL: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «CASTILLA PARA ISABEL»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

CASTILLA PARA ISABEL — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «CASTILLA PARA ISABEL», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

En ese ánimo siguió esperando, pero su espera no fue larga.

Le llegó una carta de su padre en que éste le decía que tenía grandes noticias para ella. Hacía ya mucho tiempo que Blanca no tenía marido. Su matrimonio con Enrique de Castilla había sido anulado, es decir que Blanca estaba en libertad de casarse, si así lo deseaba.

Y el rey su padre deseaba que su hija se casara. Más aún, tenía una brillante alianza para ofrecerle. Su hermana Leonor gozaba del favor del rey de Francia, y pensaba que podría combinarse el matrimonio de Blanca con el duque de Berry, hermano del propio rey.

«Mi querida hija», escribía el rey, «es esta una oportunidad con la que no nos habríamos atrevido a soñar.»

Blanca leyó la carta una y otra vez.

Por qué será, se preguntaba, que aunque la vida nos haya maltratado y parezca apenas digna de vivirse, luchamos todavía por conservarla.

No creía en aquel matrimonio con el duque de Berry. Si Carlos había terminado por morir envenenado, ¿por qué no podía sucederle lo mismo a ella, a Blanca? Y si ella muriera, Leonor se quedaría con Navarra. Ese sí que sería un presente digno de su hijo, y como éste se había casado con la hermana del rey de Francia, Blanca no creía que Luis opusiera ninguna objeción si el crimen se cometía en su territorio.

«¡No debes ir a Francia!», le decían, desde su interior, voces de advertencia. También sus servidores, que la amaban, la previnieron sobre el riesgo de ir. Entonces, pensaba Blanca, no soy yo la única a quien le parece sospechosa la forma en que murió Carlos.

«El matrimonio no es para mí», escribió a su padre. «No tengo

deseo alguno de ir a Francia, ni siquiera por tan brillante matrimonio. Me propongo pasar el resto de mi vida aquí, en Olite, donde jamás dejaré de rogar por el alma de mi hermano.»

Tal vez el hecho de que Blanca hubiera mencionado a su hermano fue lo que encolerizó a su padre. ¿Quién podía saber lo que cargaba sobre su conciencia? Sumamente irritado, el rey le escribió diciéndole que era una estúpida si dejaba pasar tan maravillosa oportunidad.

«Sin embargo me quedaré en Olite», respondió Blanca, pero se equivocaba.

A altas horas de la noche se oyó en el patio el ruido de cascos de caballos, seguido de enérgicos golpes en la puerta.

-¿Quién llama? -preguntaron los guardias.

-¡Abrid! ¡Abrid, que venimos en nombre del rey Juan de Aragón!

No quedaba otra salida que franquearles la entrada. El hombre que encabezaba la partida llevado a presencia de Blanca se inclinó profundamente ante ella, con una deferencia que apenas disimulaba la ostentación de autoridad.

-Os ruego humildemente que me perdonéis, Alteza, pero el rey os envía órdenes de que os preparéis para salir inmediatamente de Olíte.

-¿Con qué destino? -quiso saber Blanca.

-Rumbo a Bearne, señora, donde vuestra noble hermana os espera ansiosamente.

Conque Leonor la esperaba ansiosamente... sí, ¡con una abrasadora ambición para su hijo Gastón que sólo tenía paralelo con la de Juana Enríquez para su Fernando!

-He decidido que me quedaré en Olite -declaró Blanca.

-Lamento oíros decir eso -fue la respuesta-, pues las órdenes del rey son, Alteza, que si no consentís en venir, debemos llevaros a la fuerza.

-¡A eso hemos llegado! -gimió Blanca.

-Son las órdenes del rey.

-Permitidme que me retire con mis damas para hacer mis preparativos.

«Santa Madre de Dios», volvió a rogar «¿por qué este deseo de aferrarse a una vida que apenas si vale la pena vivir'»

Pero el deseo persistía.

-Preparaos -dijo Blanca a sus camareras de más confianza-. Tenemos que dejar Olite. Debemos escapar. Es indispensable que no nos lleven a Bearne.

Pero, ¿adonde podía ir?, se preguntaba Blanca. ¿A Castilla? Enrique la apoyaría. Aunque la hubiera repudiado, jamás se había mostrado cruel con ella. Con todos los defectos que tenía, Blanca no creía que Enrique se hiciera cómplice de asesinato. Le explicaría las sospechas que abrigaba respecto de la muerte de Carlos, y le rogaría que la salvara de un destino similar.

A Castilla... y a Enrique. Ya tenía la respuesta.

Si pudiera evadirse del palacio por algún pasadizo secreto... si pudiera tener un caballo esperándola...

En un susurro dio sus instrucciones.

-Debemos darnos prisa. Los hombres de mi padre ya están en el palacio. Tened dispuestos los caballos. Yo me escaparé, acompañada por mi paje principal y una de mis damas. Apresuraos, que no hay tiempo que perder.

Mientras la vestían para el viaje, Blanca oía rumor de voces detrás de su puerta, y los pasos de los soldados de su padre por el palacio.

Mientras el corazón le latía tumultuosamente salió del palacio por una puerta secreta. El paje la esperaba y silenciosamente la ayudó a montar a caballo. Su doncella favorita estaba con ella.

-Vamos -exclamó Blanca y tocó levemente el flanco de su caballo, pero antes de que el animal pudiera ponerse en movimiento un par de fuertes manos se apoderaron de las riendas.

-Os lo agradecemos muchísimo, Alteza -dijo junto a ella una voz triunfante-. Os habéis vestido con gran presteza. Ahora ya no demoraremos. Nos encaminaremos inmediatamente hacia la frontera.

Después fue la cabalgata a través de la noche, oscura, pero menos oscura que el sombrío presentimiento que encogía el corazón de Blanca mientras cabalgaban hacia Bearne.

En la corte de Castilla se había producido un gran acontecimiento. Lo que la mayoría de los castellanos empezaban ya a creer que jamás sucedería, estaba en vías de producirse. La reina estaba encinta.

-No puede ser del rey -era el comentario general-. Eso es imposible.

-Entonces, ¿de quién?

No había más que una respuesta. El fiel amante de Juana era Beltrán de la Cueva, que era además amigo del rey.

Era astuto, ese hombre joven, brillante y apuesto. Sabía cómo complacer al rey, cómo ser para él un compañero ingenioso y entretenido, al mismo tiempo que era el amante devoto y apasionado de la reina.

Eran muchos los que se reían de la audacia del hombre y algunos lo admiraban; pero también estaban aquellos a quienes la situación indignaba y que se sentían postergados.

Entre estos últimos estaban el marqués de Villena y su tío, Alfonso Carrillo, arzobispo de Toledo.

-Es una situación ridícula -decía Villena a su tío-. Si la reina está encinta es evidente que el hijo no es de Enrique. ¿Qué haremos? ¿Permitiremos que un bastardo sea el heredero del trono?

-Debemos hacer todo lo que esté en nuestras manos para impedirlo -respondió virtuosamente el arzobispo.

Ambos estaban decididos a provocar la caída de Beltrán de la Cueva, quien gradualmente iba desplazándolos de la situación de autoridad en que durante tanto tiempo se habían mantenido respecto del rey.

-Si la criatura nace y sobrevive -dijo Villena a su tío-, ya sabremos qué hacer.

-Entretanto -agregó el arzobispo-, debemos asegurarnos de que todo el mundo tenga presente que es imposible que el niño sea hijo del rey, y que su padre es, sin sombra de duda, Beltrán de la Cueva.

Enrique estaba encantado de que finalmente, después de ocho años de matrimonio, la reina hubiera quedado encinta.

Estaba al tanto de los rumores, referentes no solamente a su esterilidad, sino a su impotencia. Se decía que esa era la razón de que se dispusieran para él orgías donde imperaban prácticas antinaturales y lascivas. Por eso le alegraba el embarazo de Juana; Enrique abrigaba la esperanza de que sofocara los rumores.

Y en cuanto a él mismo, ¿se consideraba causante del emba-

razo de su mujer? El rey era muy capaz de engañarse; había llegado a creer cada vez más en sus propios engaños.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «CASTILLA PARA ISABEL»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «CASTILLA PARA ISABEL» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Виктория Холт - Мадам Змея
Виктория Холт
Виктория Холт - My Enemy the Queen
Виктория Холт
Виктория Холт - Secret for a Nightingale
Виктория Холт
Виктория Холт - Знак судьбы
Виктория Холт
Виктория Холт - Curse of the Kings
Виктория Холт
Виктория Холт - Madame Serpent
Виктория Холт
libcat.ru: книга без обложки
Виктория Холт
Виктория Холт - The Queen's Husband
Виктория Холт
libcat.ru: книга без обложки
Виктория Холт
Отзывы о книге «CASTILLA PARA ISABEL»

Обсуждение, отзывы о книге «CASTILLA PARA ISABEL» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x